2

3146 Words
—Creo que realmente será un examen sorpresa, —Hania estaba diciendo que había visto a varios profesores salir con papeles en manos de la junta directiva que acababa de ser convocada. Todos estábamos con las manos sudando, no era que no estudiara, de hecho, odiaba los exámenes sorpresas. Había pasado dos minutos desde que Hania empezó a decir. La puerta se abre, y todos miramos con suspenso para ver quien entrará. Cuando vemos a Matías pasar. Un alivio corre por nuestro cuerpo. —¡Ostias, que me cagas tío! Ese había sido uno de sus amigos, abucheándolo. Matías entro y se sentó junto a Dante, al parecer eran muy cercanos o ya se conocían de antes, porque enseguida había entablado conversación. Matías le susurraba algo al oído, y vi que le dio un papel envuelto, apenas visible. Creo que sintieron mi mirada, porque ellos me miraron. Inmediatamente dejé de verlos y me puse nerviosa, no sé por qué. Tal vez por la gélida mirada que me dio Dante, esos ojos azules me perturbaron. —¿Sucede algo? Estas sudando —Judas me miraba asustado. —No es nada, solo que he visto a ese par susurrarse cosas, y Matías entregarle un papel.  —¿Será que están pasando las respuestas del examen? Oh por todos los traseros buenos de este mundo, que no sea eso. Porque lo mataré. ¿Cómo se atreve a pasarle las respuestas a un chico que apenas lleva de conocer, y no a mí? Ósea, lo conozco desde que estaba en pañales. —Judas, no te adelantes. Puede que solo sea un recado de una chica que quiere verle. —Quien sabe, pero si llegase a ser verdad eso. Al menos debo de saber con quién se verá. Dante esta como un tren, que hasta yo me lo comería. Lástima que no es bisexual. Bufo. —¿No pierdes las esperanzas aun? —No. Yo siempre obtengo lo que quiero. Y al que quiero ahora, es a Dante en mi cama, gimiendo. Ruedo los ojos. La imaginación de Judas, estaba descontrolada. De hecho, me había contado que tenía fantasías sexuales con él. j***r, el chico estaba bueno, de lo que sigue de bueno. Pero no se veía como si fuera bisexual. Pero quien sabe, tal vez nos daba una sorpresa. Miré otra vez a su mesa, y fue un error. Porque seguía mirándome, pero ahora era con curiosidad. Desde que había llegado al instituto, no habíamos hablado en ninguna ocasión, solo unas cuantas miradas, ya que estar cerca de su presencia me ponía nerviosa y un poco tensa. Es de las personas que imponen su presencia. Sabes que está ahí, y no puedes dejar de admirar. Su belleza parecía ser de otro lugar. El cabello largo y color ceniza, le cubría una parte de su rostro, y eso hacía que lo viéramos como un ángel caído, llevaba las mangas de su camisa arremangadas hasta el codo, la corbata estaba deshecha, y mostraba ese aire de niño malo. Vislumbré una cola de un tatuaje en su antebrazo. Me vi a mí misma, queriendo conocer ese tatuaje. La puerta que estaba siendo abierta, me saco de mis pensamientos sobre Dante. —Creo que estamos jodidos. Escuché susurrar a Judas a mi espalda. De hecho, lo estábamos, el profesor llevaba bajo su regazo una paca de hojas, nuestra perdición e infierno. Dejé caer mi cabeza en el pupitre. Estábamos jodidos. Examen sorpresa.   ***   —¿Crees que pasemos? Al menos las preguntas que hacía eran lógicas. Habíamos tenido esa clase. —Habla por ti misma, he cagado en más de cinco preguntas. —Creo que solo en tres. No recordaba la respuesta de la pregunta ocho. —Era B, eso es obvio. —dijo Judas. —¿No era A? creo recordar de una clase, que el profesor dijo que era lo más certero si nos llegase a tocar esa pregunta. —j***r, anexa seis preguntas erróneas, entonces. Creo que reprobaré. —Esperemos los resultados la próxima semana. —Ni modos. Mientras debemos ir por algo de comer. —Ok. Muero de hambre. Después de comer e ir a nuestra última clase, judas y yo, decidimos ir a bailar esa noche. Ya que mañana era día libre de escuela, debido a una junta general de profesores del instituto, nos había dejado ir. Debía disfrutarlo, ya que los fines de semana trabajo y no puedo salir de fiesta con mi compinche. No tuve problema en convencer a mamá, ella sabía lo que me esforzaba por mis buenas notas y en mi trabajo. —Te quiero a la una. No más. Corrí abrazarla y Sali por la puerta, donde Judas ya me esperaba con su auto. Manejaba un kia rojo, regalo de sus padres. —¿Lista amor? —Contigo, hasta el fin del mundo. Nos reímos. Cuando llegamos al club, pasamos por toda una fila esperando entrar a uno de los más exclusivos antros de la zona. Obviamente, mi amigo tenía preferencia en lugares, y solo necesitaba saludar al portero y dejarlo entrar, con la protesta de los que estaban esperando por horas para hacerlo. La verdad que te llegas acostumbrar a este tipo de cosas, porque con mi estatus social, seria de las chicas que estuvieran en esa fila esperando para entrar. Estaba feliz, por al menos tener un poco de recompensa de parte de la vida por cómo me había tratado antes. Bien dicen, que después de la tormenta viene la calma. Estoy teniendo mi recompensa. Judas tiene reservado en su área VIP, un asiento para los dos. Llegamos a nuestro lugar, y nos pide dos cocteles. En la sala, hay más personas, conocidas para Judas, pero no para mí. Aunque llevo tiempo en el instituto, aun no logro hacer más amigos. —Hola, que encantador encontrarlos aquí, —Derek se acerca a nosotros con una copa en mano. —Parece que hoy estamos festejando nuestras muertes —ríe. —¿Hablas del examen? —Derek está en el instituto, pero no en nuestra clase. Pertenece al C. Es amigo de Judas, pero no mío. Apenas y cruza palabra conmigo y eso porque judas está a mi lado. —Nadie se esperaba eso, fue un golpe bajo de parte de los profesores. Mi amigo se encoge de hombros. —Hice lo mejor que pude, salud por ello —chocan copas, y es cuando soy visible para Derek. —Natalia, que genial que estés aquí celebrando con nosotros —choca mi copa con la suya. Le doy una sonrisa forzada. —Bueno, os dejo. Iré a divertirme. —Odio cuando hace eso. —¿Qué? —Ignorarte, hasta que se da cuenta de tu existencia. Me encojo de hombros. —Sabes que no me saludaría sino estuvieras conmigo. Ya sabes, que le importa mucho su estatus. Así son la mayoría del instituto. Eres el único que ve a través de las personas. Tienes una gran alma, cariño. Sonríe. —Lo sé, bebé. Por eso me amas. Rio y tomo de mi copa. —No cabe duda, que estoy enamorada de vos. Se ríe a carcajadas. Después de unas copas, bajamos a bailar un rato. En la pista me encuentro con caras conocidas de la clase, pero a quienes no hablo ni me hablan. Me centro en mi mejor amigo, el sexy chico que tengo tocándome por todos lados y haciendo movimientos sensuales. Cuando volvemos a nuestros asientos, decido pedir otro coctel, mientras Judas se dirige al baño, yo me acerco a la baranda para mirar abajo a las personas bailando, mientras tomo mi coctel. Mis ojos barren el lugar hasta llegar al otro lado de la baranda, un chico está mirándome. Pienso que es alguien más, así que miro detrás de mí. No hay nadie. Trato de divisarlo a lo lejos, pero no puedo verle bien, ya que no he traído mis lentes. Entrecierro los ojos, pero no ayuda mucho. Un chico se acerca a él a decirle algo al oído y después desaparece. Cuando mi amigo llega conmigo, le cuento. —Debe ser alguien que le gustaste. —No creo. —Todo puede pasar aquí, cariño. —De hecho, creo que es hora de que te lleve a casa. Tu mamá te dio toque de queda. Miro el reloj, es cierto. Bajamos las escaleras y nos dirigimos fuera del lugar, cuando estamos en la puerta del club listos para ir por el auto. Dos motos se estacionan delante de nosotros, los chicos van vestidos de jeans y chaquetas negras de cuero, se quitan el casco y sacuden su cabello. No puedo dejar de mirar esa belleza masculina, así como las chicas de la fila. Todos estamos embelesados. Matías, maneja una moto, y la otra le pertenece a Dante. Su cabello color ceniza cae sobre sus mejillas y frente, así que utiliza su mano para llevarlo hacia atrás. Ese mero gesto, hace que todas las chicas mirándolo, me incluyo, tengamos un orgasmo visual. Trago saliva. —Pero mira, que trajo la noche. ¿Qué hacen vosotros aquí? No puedo dejar de mirar a Dante, su belleza me es tan inexplicable. —Iremos a otro lugar —responde Matías a Judas. —¿Cuál? —Casa de Derek. La fiesta sigue allí. El chico que ignoró mi presencia hace unas horas cuando estaba con judas. —¿Vienes? —pregunta mi amigo. Sacudo la cabeza. —recuerda el toque de queda. Asiente. —Me lamento, pero nuestra presencia será ausente por esta vez. —¿Toque de queda? —resopla Dante.  —¿Tienes diez años? —burla. Tiene esa sonrisa de lado, que hace que se miren sus hoyuelos. —Como sea, si cambian de opinión. Conoces la dirección Judas. —ese es Matías. —Hasta luego. Dos chicas que no vimos de donde salieron, se montaron detrás de las motos de cada uno. Y se fueron. —¿Querías ir? —ese fue Judas. ¿Quería? Por un pequeño momento lo pensé. Quería ir porque estaría allí Dante, lo cual me desconcertó ese pensamiento ¿De dónde había venido? ¿ahora me interesaba Dante? No había cruzado palabra con él desde que entró a nuestra clase. Era el chico que solo se sentaba detrás de todos y no hacia ruido, más que para hacer chistes narcisistas, lo veía como el típico niño rico que conseguía lo que quería, cuando chasqueaba los dedos. —No, para nada. Nos dirigimos al auto y nos fuimos.   ***   Aunque era viernes, y día de descanso para nuestro instituto, fue una oportunidad para mí de ir a explorar lugares. Me encantaba la fotografía, así que tomé mi cámara profesional y fui por allí tomando fotos encantadoras. No llamé a Judas para que me acompañara debido a que este día realmente quería que solo fuera solo mío. El día de Natalia, le llamé. Voy por las calles, tratando de capturar momentos perfectos en parejas y amigos. Tomo unas cuantas fotos, que creo son algo genial. Pido un café n***o sin azúcar, mientras descanso. Voy por mi segundo sorbo, cuando veo pasar a una hermosa chica. En pocas palabras, perfecta. Es de ojos azules, con cabello castaño que le llega hasta la cintura, su cuerpo es curvilíneo que a cualquier hombre haría suspirar por tener en sus sabanas, su rostro es angelical. Me ha capturado el verle pasar por sobre la calle del café donde me encuentro, miro mi cámara y no puedo pensar nada más en querer capturar una sonrisa a la luz del sol. Pago mi cuenta, y corro detrás de ella, para no perderla de vista. Se que me veo como a una acosadora, pero dios mío, deben de verla. Es hermosa, como si un ángel hubiera bajado a la tierra. Camina como si no tocara el suelo, sus pasos son delicados, su cabello se ondea con el aire que la tarde nos ofrece. Veo que algunos chicos la miran con grandeza admiración y unos pocos con lascivia, detesto ese tipo de miradas morbosas. Ella entra a una librería y compra unos libros de dirección de empresas, no se ve cómo el tipo de chica que le guste direccionar algo, al contrario, la miro como alguien que le va la veterinaria o ambientalista. Aunque le quedaría bien el papel de periodista. Sale con una bolsa y una sonrisa, capturo esa imagen. No puedo creer que he seguido a una chica, solo por fotografías perfectas. De todas formas, ya estaba aquí, no podía regresar. No me di cuenta, y al parecer era tarde, estaba oscureciendo. La chica había pasado por un helado y después por la tienda de comics. Por lo visto, también le gustaba todo sobre Marvel y DC, no me quejaba. Amaba las películas producidas por ellos. Entonces entendí, que vemos personas y no sabemos lo que esconden en el interior, solo percibimos el exterior. Al principio que la vi, creía que era la típica chica hermosa que solo iba de compras por vestidos y zapatos; chica superficial. Pero al seguirla, me he dado cuenta, que tiene más allá de belleza, es inteligente, culta y carismática. Veo que me he pasado la tarde siguiéndola, así que decido terminar por hoy. Estoy por darme la vuelta para ir a casa, cuando escucho una voz pidiendo ayuda y llorando. Mis pasos se detienen, pienso que he escuchado mal, así que prosigo caminando. Pero de nuevo, la voz llega a mis oídos, y eso me desconcierta. No hay nadie a mi alrededor, la chica desapareció de mi vista ya hace unos minutos, por eso he decidido regresar. Los gritos vuelven a escucharse, me alarmo, lo primero que hago es llamar a la policía y digo que alguien está siendo atacado. Después hago lo que cualquier persona debería hacer cuando alguien pide ayuda, ir. Sigo los gritos de auxilio, pero me preparo antes, conmigo siempre llevo un gas pimienta y un bastón despegable para autodefensa, cabe perfectamente en mi bolso. Lo despliego y enfrente de mi encuentro un arma con la cual defenderme, he tenido clases de autodefensa en este tipo de situaciones, mamá creía que era necesario por ser mujer, lo cual somos seres vulnerables, aunque esa es otra historia. Mi corazón latía a mil por hora, no puedo negar que no estaba asustada, no sabía con qué tipo de personas me podía encontrar, pero una persona estaba pidiendo ayuda, y yo no podía abandonarla. Camino sigilosamente hacia el callejón que vi que hace unos minutos la chica entró, está todo oscuro. —¿Hola? —pregunto, soy una estúpida. Nadie va a responderme. —¿Hay alguien aquí? Silencio. —¿Hola? —estoy muriendo de miedo. No oigo respuesta alguna. —He llamado a la policía, vendrá en cualquier momento, —amenazo. Pero no hay ruido. Decido darme la vuelta e irme. Creo que solo fue mi imaginación, y eso que tengo mucha. Cuando estoy por irme, alguien grita. —¡Ayuda! ¡por favor! —me doy la vuelta inmediatamente. Entre la oscuridad, diviso tres cuerpos que están forcejeando, debido a que mi vista no es buena, solo logro ver los bultos y no los rostros, la oscuridad no ayuda. Mis manos tiemblan, pero me aferro al bastón. Es la primera vez que pondré en acción todas las autodefensas que me enseñó mi entrenador. Estoy asustada hasta la mierda, pero me paro firme. Alguien necesita mi ayuda, y no puedo abandonarla. Cierro los ojos y recuerdo el mismo momento de hace años. Eso me da más fuerza, alimenta mis demonios para vencerlos ahora. Eso no se volverá a repetir, no cuando esté presente. Reúno mi coraje y furia, recordando todo. Imágenes desgarradoras inundan mi mente, y es como si un demonio me hubiera poseído, grito. —¡HEY! —Rujo. Mi valentía hace que de dos pasos más. El miedo que les tenía antes ha desaparecido, ahora soy más fuerte. —¿Quién eres? —dice uno. Aprieto los puños. —Maldita puta, lárgate. —¡DEJENLA! —¡Vete a la mierda! —un cuerpo se acerca a mí, puedo divisar más o menos su rostro, pero debido a la oscuridad y mi mala visión no lo veo bien. —¿A qué has venido, perra? —He dicho que la dejes ir, —sostengo el bastón en mi mano derecha. Él lo mira. —¿Qué me vas hacer? ¿Pegarme con eso? —ríe a carcajadas. —Te mataré. Una sonrisa se forma en mis labios. Eso no lo hace retroceder. —Atrévete, maldita perra. En el instante que él pronuncia perra, mi gas lacrimógeno es puesto en sus ojos, y mi bastón pega en sus costillas, tiene guardia baja, así que decido ir por sus rodillas, golpeo fuertemente que lo hace caer. Su amigo viene a mi como una bestia, pero estoy preparada para el tercer golpe. Mi bastón golpea su cabeza y estómago. Entonces decido tomar control sobre la situación, mi cuerpo entra en acción. Mi pierna se levanta en una patada hacia su pecho que hace retroceder al primer criminal. —¿Qué mierda haces puta? —escupe, cuando mi pie está sobre su garganta. —te vas arrepentir, te mataré. El miedo que antes tenía, ha sido reemplazado por odio y furia. Mi pie aprieta su garganta más fuertemente, quiero matarlo. Y el mero pensamiento no me asusta. Su compañero arremete contra mí y me tira al suelo sin darme cuenta de su movimiento. Ahora me encuentro bajo su cuerpo, me encuentro indefensa, el gas lacrimógeno ha quedado fuera de mi alcance, él está apretando mi garganta. Mi bastón lo he perdido. —Te mataré. —Inténtalo y te llevaré al infierno, conmigo —logro articular. Sus manos se volvieron pesadas en mi garganta, mi visión empezaba a verse borrosa y negra. No creía que pudiera llegar a esto, morir de esta forma tan miserable, pero al menos sabía que tal vez estaba salvando a un alma. A lo lejos empezaba a escuchar sirenas y un motor de una moto. Creo que la ayuda estaba por llegar, pero no creo que llegaran a tiempo para salvarme de la muerte. La oscuridad estaba invadiéndome, cuando sentí que el cuerpo encima de mi se levantó, escuché voces lejanas, estaba yendo al infierno. Tosí para poder respirar, mi garganta se sentía tan cerrada y sé que estaba por morir, dos cuerpos en la oscuridad estaban siendo mutilados a golpes por otras dos personas. Mi vista estaba borrosa, pero vi a la chica que estaba siendo levantada en brazos de un chico, y a otro viniendo a mí. —¿Eres el príncipe demonio? —logré articular con mi garganta inflamada. —No. Soy tu ángel guardián. Me levantó en sus brazos, escuché a los lejos las sirenas. Estaba segura de que había muerto, y el príncipe demonio había venido por mí.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD