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2846 Words
Existen almas que han sufrido lo suficiente para vivir en este mundo, hay un límite para todo. Y creo que había cruzado el mío. Estaba segura que había muerto estrangulada por ese violador. Después el demonio, había llegado por mi para llevarme al infierno, donde nunca debí salir. Mis ojos se abren, se sienten tan pesados que no quiero ver la luz. Se que debo estar viendo rostros horribles y sentir un terrible calor aquí abajo, como dicen siempre. Pero realmente, la habitación se siente fría y en lugar de ver unos rostros feos, miro unas paredes color blancas. Me atrevo a abrir los ojos completamente y veo una habitación completamente blanca con un escritorio n***o, hay muebles del mismo color, intento levantarme, pero al hacerlo me mareo, caigo de nuevo en la cama, que tiene unas sabanas color n***o. Eso me hace asustarme, la habitación está completamente de cosas de color n***o, puedo asegurar que pertenece a un demonio. Cierro los ojos por un momento y trato de recordar lo que pasó. Todo empezó con la chica perfecta y después seguirla para tomar fotos geniales, al final para encontrarme con unos abusadores intentando violarla y yo yendo a su rescate, todo termina con demonios yendo por nosotras, y apareciendo aquí. Me duele la cabeza. Intento nuevamente levantarme de la cama, y aunque me mareo, me sostengo sentada, después bajo mis piernas y me paro sobre ellos. Estoy algo débil, y detengo una caída inminente al suelo. Siento que moriré, me falta el aire, así que diviso una ventana y voy hacia ella con pasos lentos pero seguros hasta que llego a ella y puedo sentir la brisa en mi rostro. Trato de tomar bocanadas para respirar. Es doloroso. Mi vista se ve borrosa de nuevo, y mis piernas no pueden sostenerme, intento llegar a la cama, pero no logro hacerlo, mis ojos se cierran y con ello se oscurece mi mundo. Entre sueños siento que mi cuerpo levita y toca algo cómodo, se duerme plácidamente sintiendo seguridad absoluta.   *** A veces las personas somos tan vulnerables al pensar que otras personas harían lo mismo por nosotros. No todos tenemos los mismos pensamientos y mucho menos las mismas intenciones. Entendí demasiado tarde. Cuando abrí los ojos, lo primero que vi fue el rostro de la chica que había seguido ese día. Creo que ya estaba en el cielo, y el ángel me esperaba para mi siguiente etapa. —Hola ¿Te sientes mejor? —su voz era suave y angelical. —Hola —logré articular —mi garganta se sentía tan hinchada. —¿Cómo te sientes? —apenas asimilé su pregunta, me di cuenta que me sentía terrible. El cuerpo me dolía y la garganta igual. —Terrible. —Te he dado unos analgésicos, creo que eso ayudará a disminuir el dolor. No logro recordar sobre tomar unas pastillas. —¿Dónde estoy? Las paredes seguían siendo blancas. —En mi casa, estás segura. No te preocupes. —¿Estas bien? —logro recordar que ella era la afectada en esto, quiero pensar que he llegado a tiempo. Una sonrisa de amabilidad se extiende por sus labios, sus ojos se vuelven cristalinos. —Si no hubiera sido por ti, no estaría aquí. —lágrimas están siendo derramas por sus mejillas. —gracias. Sus manos tocan las mías, sonrío. Al menos pude salvarla. Cuando vuelvo abrir los ojos, mi mejor amigo está enfrente de mí. —¿Judas? ¿Qué haces aquí? —Tonta, te he extrañado un montón. Tienes que levantarte, —llora. —¿Qué sucede? —Por favor, quiero verte levantar de esa cama. Cierro los ojos no entendiendo nada, y duermo. A la mañana siguiente sueño con sujetos forcejeando y tratando de tocarme, me levanto gritando. Estoy sentada en una cama con paredes blancas, asientos negros. ¿Dónde estoy? Tengo reseca la garganta y no puedo hablar. Miro los alrededores, solo hay un ventanal que llega al suelo con las cortinas ondeando. No recuerdo como llegué aquí. La puerta se abre, dejando ver un cuerpo masculino. Entrecierro los ojos, hasta que mi visión logra ver el rostro. ¿Qué hace él aquí? —¿Dante? —Qué bueno que has despertado, te he escuchado gritar ¿has tenido una pesadilla? ¿Cómo lo sabe? —¿Cómo te encuentras? Trago saliva. —¿Por qué lo preguntas? Baja la mirada al suelo, eso me parece extraño. —¿No recuerdas nada? Su mirada es interrogativa. —¿Cómo qué?  Cierra los ojos y suspira. —Del abusador. Entrecierro los ojos, imágenes llegan a mí una tras otras, defendí a una chica de ser abusada. Oh por dios. Llevo mi mano a mi boca, no puede ser. Recuerdo todo, pero ¿cómo llegué a la casa de Dante? —Lo recuerdo ahora. —¿Recuerdas a la chica? Asiento. No tengo palaras. —¿Cómo esta ella? —Está bien. —¿Y ellos? Recuerdo llamar a la policía. —No importa. Ahora solo importa el hecho de que ustedes dos estén bien. —hace una pausa. —huimos de la escena antes de que llegara la policía. Les dimos un merecido a esos sujetos. —¿Cómo supiste donde estaba? Dante y yo, no teníamos una buena relación en el instituto. Así que no puedo creer que fuera una casualidad encontrarme en esa situación. —Mi hermana me llamó. *** Enterarme que su hermana era la chica a la cual había defendido, era material suficiente para quedar en shock. Me había dado un baño y cambiado de ropa, cuando bajé a la cocina, porque moría de hambre, me encontré a Judas, la chica que era hermana de Dante, y a Matías. —¿Qué haces aquí? —le pregunté a Judas cuando lo vi. —Estaba preocupado por ti, tu mamá llamó a mi número al ver que no llegabas a casa y decidí mentir en que te quedarías conmigo. Después llame a tu celular y no respondías, hasta que Dante respondió tu celular y me dijo lo que había pasado. Así que aquí me tienes. Tengo que ver que te encuentres bien. —le doy un abrazo. Amo a este chico. —¿Mamá sabe lo que pasó? —Si ella supiera esto, créeme que ya tuvieras miles de patrullas fuera de la casa de Dante. —resopla. —Lo sé. ¿Qué le dijiste? —Que te quedarías conmigo todo el fin de semana, debido a los exámenes que se aproximan. —¿Qué día es hoy? —Domingo. Estuviste dormida dos días. Entrabas en sueños y despertabas, envié un mensaje a tu jefa de que estabas en exámenes. Suspiro de alivio. Al menos mi trabajo no estaba en juego. —Gracias. Dante, tose para hablar. —¿Puedo hablar contigo? —asiento. Me lleva a un lado de la cocina un poco lejos de los presentes. —¿Estas bien? —su preocupación me desconcierta. —Creo que sí. —Gracias. —¿Por qué? —Por ayudar a mi hermana en una situación así, realmente estoy en deuda contigo. —hace una pausa para aclarar su garganta. —Si tú no la hubieras ayudado, creo que todo esto sería una historia diferente. Veo tristeza en sus ojos. Eso me conmueve, —No tienes por qué agradecerme. Lo hice, porque —callo y trago saliva. Él no puede saber nada de mí. —Cualquier chica en su lugar quería que la ayudaran. —ojalá hubiera pasado así cuando…—no podía ignorar sus gritos. Cierro los ojos. Cuando los abro, una línea fina está en sus labios. —No me arrepiento. —¿Aunque eso casi te costaba la vida? —Mi vida no importa. Pero mi determinación y valores, lo es todo. Sus ojos se oscurecieron, o eso creí ver. —No quiero oír eso de nuevo. Tu vida vale igual que todas y más. Se dio la vuelta y volvió con su hermana. Dante era alguien enigmático, de hecho, creía que era un acertijo que apenas estaba tratando de descifrar, el problema era que tal vez en el transcurso me toparía con un agujero n***o sin salida.   Nos encontrábamos comiendo, cuando Matías habló. —¿Cómo pudiste con esos sujetos? ¿Sabes defensa personal? Asiento. —Mamá quiso que tomara clases para mi propia protección. Siento la mano de Judas por debajo de la mesa y aprieto. —Realmente te has ganado mi respeto. Gracias por cuidarla, —miró a la hermana de Dante, que hasta ahora no sabía su nombre. —Creo que cualquiera en mi situación, habría hecho lo mismo. No hay nada que agradecer. —Eres una chica admirable, —suelta la chica. —No me alcanzará la vida para agradecerte por ello. —No te preocupes, no quiero que te sientas en deuda conmigo. —Llámame, Catalina. —Catalina. No estas en deuda conmigo. Hice lo que cualquier persona haría en mi lugar. Ayudar. —¿Podemos hacer algo por ti? —Dante quería saldar su deuda, pero no iba a permitirle que me diera cosas a cambio de lo que hice. Ayudé a su hermana porque quería hacerlo, no por una recompensa. —No hay nada que hacer. Con eso terminé la conversación y seguí comiendo. El comedor era grande, con vajillas lujosas, de hecho, todo en la casa era demasiado lujoso y caro. Pero se miraba vacía, como si nadie viviera allí. —¿Qué dicen sus padres al respecto? —Dante se remueve en su asiento, y Matías tose, la chica me da una mirada de tristeza.   —No saben, ni lo sabrán —se atreve a responder Dante. —No necesitan un problema más a su vida. Con eso da por terminado el asunto, no hice más preguntas. Judas tendría que sacarme de las dudas que estaban surgiendo en mi cabeza, más adelante. Mi amigo, y yo nos fuimos a su casa. Necesitaba arreglarme un poco y verme presentable al regresar a mi hogar. Cuando me miro en el espejo, veo unas marcas en mi cuello, cierro los ojos y recuerdo el vivido momento de ser estrangulada, casi moría. Limpio las lágrimas que han sido derramadas por mis mejillas, y me ato el cabello en una coleta. Cuando salgo del baño le digo a Judas que necesito que me preste una mascada, ocupo esconder estas marcas. —¿Crees que tu madre se dé cuenta? —Espero que no. Ya que se volverá histérica. Lo estaré cubriendo con esta mascada, además estamos en otoño, no me veré tan rara al usarla. Asiente. —Esperemos que funcione, corazón. Como suelo a veces quedarme a dormir con él, tengo ropa mía aquí. Me cambio y me alisto para ir a casa. Mamá no está en casa, ya que a veces suele trabajar igual los domingos. Por esta vez, me alivio no encontrarla. Ya que tengo el día libre, me dedico a hacer mis deberes en la casa y después hago las tareas para mañana. Cuando termino, estoy muerta. Me dedico a organizar como rayos combinaré mis mascadas con el uniforme, este es color azul rey con rojo, es una falda plisada con camisa, y un blazer. Lleva un moño en el cuello, el cual odio porque me siento sofocada. Judas me da consejos de moda para poder llevar accesorios que vayan con el uniforme, esta vez será una mascada, no sé hasta cuando se borren esas marcas. Esa noche sueño con manos tocándome, besos por todos lados, y mi grito de auxilio. Nadie viene por mí. Nadie me salva de ese infierno.   ***   En el aula, Judas me entrega una caja. Sorprendida por ello, la abro. Lo miro con amor, este chico se merece el cielo, le doy un abrazo. —Te amo. —Yo más. La caja contiene diferentes mascadas para usar, estas son tan delicadas y se miran muy caras, el gusto de Judas es fascinante. —Necesitas cubrir esas marcas, cariño. No puedes usar todos los días la misma mascada. —me da un beso en el aire. —Sabes que haría por ti, lo que fuera. —Lo sé. Yo también haría por ti, todo. Cuando Matías y Dante, entran a clases, hacen algo que nunca creía ver hacer. Me saludan. —Hola, pequeña luchadora —ese es Matías. —Hola. —Hola, buenos días. —Escuchar a Dante darme los buenos días, es algo extraño de ver. Las chicas a mi lado se quedan boquiabierta. Desde que llegó no saluda a nadie por las mañanas, al menos que ellos lo hagan. —Hola, buenos días. Estoy nerviosa, y no sé qué sucede. —¿Qué fue eso? —le pregunto a Judas. —Realmente tampoco sé. Pero creo que después de lo que pasó el fin de semana, se siente en deuda contigo. —Judas luce tan desconcertado como yo. Las clases comienzan, y me atrevo a girar mi rostro en una de ellas para ver a Dante. Cuando lo hago, sus ojos conectan con los míos. Esa frialdad que he visto antes, ya no está. Hay una mirada cálida cuando me miran. Trato de concentrarme, y hacer las anotaciones correctas para los próximos exámenes. No puedo evitar bombardear a mi mejor amigo con preguntas cuando nos encontramos en la cafetería. —Necesito que me digas todo sobre él. —¿A qué se debe esto? ¿Estás interesada en él? —¡No! —lo digo muy deprisa y judas solo ríe. —Ok. Ya me quedó claro. —Solo tengo curiosidad, a cerca de lo que dijo en la mesa ese día. ¿Por qué sus padres no estaban presentes en el desayuno? —La vida de Dante, es algo caótica. De hecho, no se sabe mucho ya que es muy reservado con su vida privada. —hace una pausa —todos sabemos que sus padres son políticos, uno de los peces gordos más importantes en su país; él no es de aquí, su acento es de Colombia. Si, sabía que llegó de otro lugar. Era inevitable no saberlo, se destacaba por ello. —Sus padres están haciendo campaña para las próximas elecciones, y debido al mal comportamiento de su hijo en su anterior instituto, decidieron enviarlo aquí. Para que no interfiriera con su imagen de político y padre perfecto. Su hermana, la cual ayudaste, se llama Catalina, es menor que Dante, está en la secundaria. Y él se encarga de protegerla. —toma su batido y prosigue —Ellos viven solo en esa casa. —¿Cómo pueden los padres enviar a su hijo a otro lugar, solos? Se encoge de hombros. —Hay padres, que solo les importa ellos mismos. Es obvio, que no llevan una buena relación. Dante es un chico rebelde, que va en contra de las reglas. Matías ha sido el único que pudo entrar en esa burbuja que tiene Dante para protegerse, se han vuelto muy unidos. —Ahora háblame de Matías. Arquea una ceja. —¿Por qué tan interesada? —No empieces. —Bueno querida, como te decía. Matías es hijo del jefe de la policía de España. Es un pez gordo, uno de los corruptos o eso he escuchado por allí. Su hijo sabe sobre eso, y trata de sobrellevarlo, ¿Cómo? Siendo un fuckboy. Su vida; son fiestas, drogas y mujeres. También corre en carreras clandestinas en su moto, le gusta ponerse en peligro.  Ya sabes, para llamar la atención de su padre, pero este solo lo ignora. Creo que compagina bien con Dante, debido a la mierda de padres que tienen. —La vida de ustedes los ricos, realmente es algo inestable. Rueda los ojos. Cuando hace eso, se viene un discurso. —Lo es. La mayoría que estudia aquí, tiene una vida de mierda. Debido a que sus padres son personas importantes, el precio que pagan son su abandono total. No me incluyo, porque realmente soy del uno por ciento, donde sus padres los aman, tal y como son. Mis padres casi no se encuentran en casa, pero se obligan a tener tiempo para mí, los fines de semana, se acuerdan de mi cumpleaños (lo cual pocos de aquí, no gozan de ese privilegio). —hace una pausa —Me consienten, debido al dejarme solo por mucho tiempo. Pero puedo decir, que tengo una buena relación con ellos. —Eres afortunado. —Lo sé. —sonríe. —Para tener esta vida, hay que sacrificar ciertas cosas, y la familia encabeza ello. Es jodido, lo sé. Pero no puedes tenerlo todo en la vida sin dar nada a cambio, —se encoge de hombros. Aunque no tuviera a papá conmigo, y solo a mamá. Estoy agradecida, por el hecho de que puedo verla todas las mañanas y noches en casa, el tener un desayuno con ella, y poder hablar de nuestras cosas. Soy afortunada al tenerla. Dejo salir un suspiro, ser pobre no era del todo mal. No me veía teniendo todo el dinero, a cambio de sacrificar a mi familia. Eso nunca.  
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