CAP 1: LA REUNIÓN

948 Words
Una tarde del mes de abril, Mérida se encontraba en el laboratorio trabajando. Llevaba días sin saber de su padre pero ya no le resultaba extraño, seguramente estaba muy concentrado en su estudio. Esa misma tarde antes de terminar su jornada laboral, recibe una llamada de Roberto pidiéndole de reunirse la mañana siguiente en la oficina de su viejo amigo Carlos, un ilustre abogado. Mérida creyó que su padre finalmente había logrado solucionar el problema de la cabaña. Aunque quizás había logrado patentar su último descubrimiento y la invitaba para acompañarlo como alguna vez hizo en el pasado. A la mañana siguiente, eligió su mejor traje de vestir para estar a tono con la increíble noticia que seguro recibiría por parte de su padre. Siendo las 10 am, ella se encontraba sentada en la sala de espera del estudio jurídico, no había visto a Roberto y no sabía quién era el señor Carlos. Solo vio a un joven, apenas mayor a ella, que ingresó al lugar sin saludar, con un traje de diseñador n***o y un perfume vigorizante con notas de lavanda, mandarina, menta, bergamota y limón. Sin dudas era un hombre atractivo, él lo sabía y probablemente esa era la razón de su actitud tan amargada. Eran las 10:30 y aún no había noticias. Mérida odiaba la impuntualidad. Cuando el reloj marcó las 11:15, la secretaria la invitó a pasar a un despacho amplio indicándole que aguardara en un sillón muy cómodo a un costado de la sala. Era un despacho moderno, decorado con cuadros de arte moderno que probablemente eran muy costosos, detrás del imponente escritorio de vidrio podía apreciarse una vista panorámica de la ciudad. Nunca imaginó que su padre, un hombre sencillo fuese amigo de un hombre que amaba demostrar que tenía tanto dinero. Ni bien ella se sentó, aquel joven cascarrabias que vio una hora antes, ingresó a la sala con actitud altanera, sin siquiera saludarla, su celular era mucho más importante, ordenándole a la secretaria un café sin consultar si Mérida quería y tampoco agradeciéndole a la mujer que estaba haciendo su trabajo. Recordó aquella vieja frase que dice "tratar con respeto a otros es cuestión de educación, no de dinero" Estira su mano hacia él y se presenta. - Soy Mérida Aráoz - dice pero él observa su mano con desagrado y no hace el intento de presentarse. Mérida, avergonzada, baja su mano y piensa que este hombre es un c*****o. A los pocos minutos escucha risas que se acercan y reconoce a su padre, quien entra al despacho junto a un hombre canoso, que viste un traje muy elegante y zapatos negros que brillan. >. Los pensamientos de Mérida eran cada vez más confusos, no se sentía cómoda, ella sólo quería volver a su laboratorio en la universidad. El hombre canoso se acerca a Mérida estrechando su mano y ella le corresponde. - Señorita Mérida, es un placer al fin conocerla, su padre me ha hablado tantas cosas maravillosas de usted. Se comenta que es una gran promesa en el mundo de las ciencias. - El placer es mío, señor... - Oh si, olvidé presentarme. Soy Carlos Saavedra, con su padre asistimos juntos a la escuela primaria y secundaria. - ¡Qué bueno poder conocer a un amigo de mi padre que no sea del laboratorio! - comenta una Mérida muy risueña pero instantáneamente nota a su padre nervioso. - Mérida permítame presentarle a mi hijo Tomás Saavedra. . Acto seguido se levanta aquel hombre que estaba junto a ella y con su mejor sonrisa digna de un comercial de pasta dental, toma la mano de Mérida, depositando un beso en el dorso de su mano, manteniendo su vista en los ojos color avellana de la joven. - Ahora que ya nos hemos presentado, por favor acompáñenme a mi escritorio, tenemos ciertos temas que discutir. Sin más que agregar, los tres siguen al señor Carlos. Roberto en ningún momento dirigió su mirada a su hija, se lo nota tenso, sus manos juegan con un bolígrafo, claro indicio de que él no quiere estar ahí. Los cuatro se observan en silencio durante unos segundos y es Carlos quién da inicio a la reunión. - Mérida te estarás preguntando por qué decidimos citarte con tu padre con tan poca anticipación. - De hecho si señor, imagino que por fin mi padre logrará patentar el último descubrimiento sobre el genoma humano. - ¡Oh querida! Eso sería magnífico pero lamentablemente tu siendo parte del mundo científico sabes lo difícil que es para un investigador que carece de auspiciantes lograr una patente. En el mundo de hoy si no tienes una gran suma de dinero es imposible. Es realmente triste que usted siendo joven y mujer tenga que aprender a tan corta edad que así funciona el mundo. Carlos dice esto último con una notoria fingida tristeza, algo que no pasa por alto a Mérida, aumentando esto su ansiedad y confusión. Especialmente porque su padre aún no habla y Tomás sigue atento a su celular. - Discúlpeme señor Carlos pero no entiendo el motivo de la reunión. - Roberto tu hija es un tesoro - ríe mientras observa al padre - puedo notar que es una jovencita muy inteligente pero así también ansiosa. - haciendo hincapié en esto último, regalándole una mirada que puede congelar la sangre de cualquiera. - Tienes razón Carlos - agrega Roberto - Mérida querida, iremos por partes. Junto a Carlos te explicaremos por qué te citamos y luego Tomás se explayará con mas detalles.
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