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1273 Words
Jeongin se quedó pasmado ante aquel edificio tan alto que se erguía en frente de él. Era un edificio moderno y tenía grandes ventanales, se veía lujoso aunque no esperaba menos de la familia Hwang. Los mayordomos que lo acompañaban lo ayudaron a acabar de llevar las pocas cosas que había empacado hacía el edificio. Miró una vez más al papel con la dirección apuntada. Noveno piso, apartamento nueve... Sólo espero que el ascensor nunca se estropeé... Pensó Jeongin cansado con sólo pensar en tener que subir nueve pisos a pie. El chico pidió a los mayordomos que ya podían irse en cuanto habían llegado frente la puerta del departamento, no quería dar la impresión a su nuevo compañero de que era un niño mimado que dependía de la ayuda de los sirvientes. Jeongin respiró hondo y llamó. Hyunjin se levantó sin ganas de su cama, su madre le había dicho que estuviera presentable y diera una buena impresión pero le era indiferente lo que su compañero pudiera llegar a pensar de él. Abrió la puerta lentamente y cuando dirigió su mirada hacia el chico nuevo sus ojos se abrieron como platos. ¿Era real? ¿Yang Jeongin estaba plantado en la puerta de su casa? ― ¿Yang Jeongin? ―preguntó sin acabar de creerlo. No había cambiado desde la última vez que lo vio a los 15. ―Encantado, tu debes ser Hwang Hyunjin ―asumió Jeongin. El mayor asintió y le dijo que pasara mientras lo ayudaba a entrar las cajas. Cuando acabaron de entrar las cajas Jeongin lo miró a la expectativa de que dijera algo. ―Sígueme... ―susurró mientras andaba y el menor obedecía. Se paró delante de la segunda puerta del pasillo. ―Esta es tu habitación, la puedes redecorar como quieras mientras no implique nada de pintar o colgar cosas que dañen la pared. Jeongin asintió y luego Hyunjin le dio tiempo para que pudiera desempacar, más tarde le haría el tour completo y le daría indicaciones para todo pero ahora necesitaba hablar urgentemente con su madre. Respondió al teléfono al primer pitido, casi se podría decir que esperaba la llamada de su hijo. ― ¡Hyunjinnie! ¿Ya llegó Jeongin? ―preguntó con un tono alegre. ― ¡Mamá me dijiste que venía el hijo de los Zhang, no Yang! ―replicó su hijo. Él ya se esperaba encontrarse con un chico c***o. ―Debiste entenderme mal hijo, estoy segura de que dije Yang. Seguro que ya andabas haciendo algo y no prestabas atención y te limitabas a decirme "si, si" ―le regañó su madre. ― ¿Cómo está? ¿Le has enseñado ya la casa? ―En eso estoy, te dejo mamá. Adiós ―y sin esperar respuesta colgó. Maldita sea. Debería haber escuchado mejor a su madre. No es que estuviera haciendo nada especial pero al oír que un nuevo inquilino vendría a su piso dejó de prestar atención a lo que iba después. Hyunjin se dejó caer en el sofá, maldiciendo su suerte. ―Eh... Esto Hyunjin... ―llamó tímidamente Jeongin desde el pasillo. ― ¿Dónde dejo mis cosas del baño? ―Ah, claro. Ven, de paso te enseño la casa ―Hyunjin se levantó y pasó por delante de Jeongin quien lo empezó a seguir. ―Ahí al final del pasillo hay un armario donde yo guardo los abrigos de invierno, las mantas, sábanas y esas cosas. He dejado unos percheros y estanterías libres por si necesitas poner algo ―después se encaminó a la puerta de al lado del cuarto que se le había asignado. ―Aquí tienes tu baño particular, es sólo y exclusivo para ti. Hyunjin siguió su tour por toda la casa, dándole indicaciones y algunas normas que establecía en función de lo que le agrada y desagradaba. ―Finalmente, este es mi cuarto ―dijo parándose en una puerta que quedaba al otro lado del piso, más apartada del resto. ―Como comprenderás es el cuarto principal del apartamento por eso está más apartado. Aquí no puedes entrar, bajo ninguna circunstancia a menos que yo lo pida o te dé permiso para ello, ¿entendido? Jeongin asintió, vivir con alguien mayor que él y que apenas conocía ―más concretamente que apenas había visto en los últimos años― le aterrorizaba un poco. No quería fastidiar nada y dar motivos a sus padres para que lo volvieran a retener en su jaula llamada casa. Después se creó un ambiente un poco tenso pero de golpe el timbre sonó estrepitosamente por el amplio apartamento. Jeongin decidió retirarse del lugar para que Hyunjin pudiera recibir sus invitados sin molestias y se fue al cuarto para acabar de desempacar todo. Hyunjin frunció el ceño al oír el timbre, que él supiera no habían quedado con los chicos. Se acercó a la puerta con mala gana debido a que no paraban de tocar insistivamente al timbre y lo estaba poniendo histérico. Al abrir la puerta un Jisung melodramático se le tiró encima. ― ¡Hyunjinnie! ―exclamó mientras rodeaba con fuerza a su amigo. ― ¡Minho quiere dejarlo! ¡Ya no me quiere! ― ¡Mentira! ―replicaba una voz provinente de las escaleras y que resonaba por toda la planta. ― ¡No te creas lo que dice, Hyunjin! Por las escaleras se empezó a asomar una cabellera negra y luego reveló el exhausto rostro de Minho, para no estar cansado luego de subir nueve pisos a pie, o más bien corriendo. Jisung empujó a su amigo hacia su apartamento y Minho se las arregló para marcarse un último sprint y alcanzar la puerta antes de que su novio la cerrase de golpe. Minho y Jisung seguían discutiendo sin tomar en cuenta la presencia de su amigo ni los dos oídos que escuchaban a través de las paredes. Qué pareja más problemática... ¿Acabaré igual cuando tenga novio? Pensaba Jeongin mientras seguía colocando sus cosas. ― ¡BASTA! ¡YA! ¡LOS DOS! ―gritó con un fuerte golpe en algún mueble Hyunjin. ― ¡Estoy harto de vuestras escenitas! ¡No soy vuestro psicólogo matrimonial o algo! ―Pero Hyunjinnie... Se olvidó de nuestro tercer aniversario... ―replicó en tono acusatorio Jisung. Minho iba a replicar pero Hyunjin se le adelantó. ―A todo el mundo se le escapa alguna vez estos detalles, lo que importa no es la fecha si no el amor que hay. Y ahora si os importa, tengo asuntos que atender ―respondió molesto Hyunjin empujándolos hacia la salida. Minho ya estaba medio afuera pero Jisung se rehusaba a irse; en vez de eso, miró inquisitivamente a su amigo. ― ¿Asuntos que atender? ―Uhm... Pues si ―declaró Hyunjin. ― ¿Cómo...? ―preguntó Jisung en tono bajo. ―Tengo invitados ―respondió seco Hyunjin, odiaba cuando Jisung se ponía en plan cotilla. ―Ajá... Invitados ―siguió diciendo sin perder ese tono de duda en sus palabras. ― ¡Oh venga ya Jisung! ¡No fastidies! ―replicó Hyunjin molesto. ―Venga Sung vámonos ―le instó Minho. Jisung seguía sin moverse, tenía muchas ganas de saber de que invitados hablaba. ― ¿Me lo harás decir verdad? ¿Hasta que no lo diga no te irás no es así? ―preguntó fastidiado. ―Exacto, ya me conoces. ―Jeongin ―musitó apenas, un poco avergonzado. ― ¿Jeongin? ¿Ese Jeongin? ―preguntó haciendo énfasis en ese. ―Si, ese. ―El mismo que te hizo du-- ―SHHHHH ¡Cállate! ―le dijo en tono reprobatorio. Jisung no añadió nada más. Lo miró con una sonrisita y abandonó el lugar, por fin. Hyunjin cerró la puerta rápidamente, por si se le acudía volver. Miró a su alrededor, por suerte oyó el sonido de los embalajes provinentes del cuarto de Jeongin. Suspiró de alivio, no sabría que haría si Jeongin se enterara de la verdad. Jeongin sin embargo si había atisabado a escuchar un par de cosas, lo suficiente para saber que habían hablado de él. Se sintió extraño, ¿por qué Hyunjin lo había mencionado como en un susurro? Como si su nombre fuera innombrable o como si hubiera una gran historia detrás. Estaba claro que algo ocultaba Hyunjin, y por algún motivo no quería que él fuera conocedor de éste. Alomejor... Lo que ocultaba, ¿era la razón por la que su pequeña relación se terminó?                     
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