2

1342 Words
Jeongin siempre había sido un chico solitario. Le gustaba ir al parque solo, aunque acompañado por su niñera, y pasar el rato jugando en el arenal con sólo la compañía de su cubeta y pala. Hyunjin también acudía frecuentemente a aquel parque y siempre encontraba ese chico solitario haciendo castillos de arena, ese niño despertaba cierto interés en él y por eso un día después de que terminara de jugar con sus amigos se acercó a él. ― ¡Hola! ―saludó alegre Hyunjin. ―Me llamo Hyunjin ―dijo, aunque como lo pronunció se entendió Hyunin. ―Ho-hola Hyunin... Yo soy Jeongin ―pero sonó Jongin. ― ¿Jongin, tienes mi edad? ―preguntó curioso Hyunjin. ―Tengo 5 años ― ¡Oh...! Entonces debes llamarme hyung, soy mayor que tú por un año ―dijo orgulloso Hyunjin. Ante eso Jeongin frunció el ceño y lo miró con mala cara. ―No voy a hacerlo ―replicó y luego desvió su atención otra vez al castillo, estaba a punto de terminar la muralla. ― ¿Por qué? ―preguntó un poco triste Hyunjin, al no obtener respuesta cambió de parecer. ―Vale... No me llames hyung... Pero podemos ser amigos ¿verdad? ―Su-supongo... ―respondió con una sonrisa nerviosa. ― ¡Genial! ―exclamó Hyunjin alegre. ―Ahora tengo que irme pero mañana podemos jugar a hacer castillos si quieres. ―Vale ― ¡Nos vemos mañana Jongin! Hyunjin se despidió efusivamente de su nuevo amigo, deseando volver mañana para poder jugar con él. Jeongin también estaba muy feliz, al fin parecía que alguien quería hacerse su amigo de verdad. Al llegar a casa Hyunjin les contó a sus padres que había conocido a un chico en el parque que ahora era su nuevo amigo. Cuando Hyunjin llegó a la escuela no paró de presumir que tenía un amigo nuevo que nadie conocía. A partir de ese día Hyunjin siempre, sin faltar ni un día, iba al parque en busca del niño. Y Jeongin por su parte nunca faltaba a sus encuentros. La gran mayoría de veces era su abuela que lo acompañaba pero también iba con su hermano. Hyunjin tenía muchas ganas de presentarle su amigo a su madre así que aprovechando un día que le habían dado libre en el trabajo Hyunjin le pidió si lo podía acompañar al parque. Yangmi aceptó con una gran sonrisa, le hacía tan feliz ver a su hijo alegre de esa forma. Al fin la tarde llegó y ambos estaban muy emocionados por verse otra vez. Jeongin ya estaba llegando al parque con su niñera, sin embargo cuando llegó no encontró a Hyunjin todavía así que empezó a hacer la fortaleza del castillo él solo. ― ¡Venga mamá! ―instaba Hyunjin a su madre. ―Vamos a llegar tarde... Su madre se había parado por el camino a hablar con una conocida y no paraban, parecía que nunca se les acabarían los temas de conversación. Hyunjin empezó a tirar de sus mangas mientras hacía un intento de arrastrar a su madre. Por fin la señora Hwang se despidió y siguieron su rumbo hacia el parque tomados de las manos. Quedaban escasos metros cuando Hyunjin arrancó a correr hacia la entrada del parque, ya había divisado a Jeongin jugando con la arena. ― ¡Hyunjin no corras! ―exclamaba su madre detrás mientras intentaba seguirle el paso pero claro, correr con tacones no es que fuera fácil que digamos. ― ¡Mamá él ya esta ahí! Hyunjin llegó a trompicones hasta Jeongin el cual se giró sonriéndole tímidamente. Al poco rato llegó Yangmi detrás y se acercó poco a poco a donde estaban los niños. ―Mira mamá, este es Jongin. Mi nuevo amigo ―lo presentó Hyunjin. El pequeño intentó incorporarse e hizo un reverencia a trompicones. ―Encantado de conocerlo señora ―contestó el chico. La señora Hwang le dijo a su hijo que tuviera mucho cuidado y luego procedió a sentarse bajo un banco a la sombra mientras revisaba su teléfono y atendía a las llamadas. Jeongin y Hyunjin empezaron a jugar juntos. Hicieron castillos de arena, se tiraron por los toboganes, se cumpliaron y hasta jugaron al pilla-pilla. Se lo estaban pasando en grande y cuando la madre de Hyunjin le dijo que ya era hora de volver a casa, hizo un puchero y miró enfurruñado a su madre. ―Jongin, cariño... ¿Estás solo? ―preguntó preocupada al no haber ningún adulto más a parte de ella en el parque. ―No, estoy con mi canguro ―dijo señalando a una chica que estaba prácticamente estirada en un banco revisando su celular. La señora Hwang frunció el ceño ante la actitud de la chica sin embargo no objetó nada. ― ¡Hasta mañana! ―exclamó Hyunjin despidiéndose efusivamente ondeando su mano al aire. Los días siguieron pasando y lo que fue una semana de encuentros se tornó en  meses. Parecía que nada podía separarlos, se veían tan amigos y cercanos. No obstante una tarde que Hyunjin iba al parque con su hermano no encontró a Jeongin. Se puso un poco triste al principio, normalmente era él quien llegaba tarde siempre. Empezó a jugar él solo, dispuesto a esperar pacientemente. Las horas pasaron y para cuando su hermano le decía que era hora de volver a casa Jeongin seguía sin aparecer. Hyunjin volvió decaído y triste del parque. Su padre lo notó y lo reconfortó alegando que posiblemente Jeongin estaba enfermo y por eso no había podido asistir. Hwang creyó en las palabras de su padre y al día siguiente se despertó con fuerzas de nuevo. Por la tarde fue como un bólido hacia el parque y siguió esperando y esperando pero Jeongin seguía sin venir. Con el tiempo Hyunjin se apagó, le dolía no saber nada del que un día fue su mejor amigo. Yangmi notaba que su hijo estaba más raro, apenas comía y le costaba sonreír (cosa que antes hacia con especial facilidad). Para animarlo decidió apuntarle a clases de baile 3 veces por semana, así se podría distraer por la tarde. A Hyunjin no le pareció mala idea, el hecho de bailar tampoco le desagrdaba del todo. Al principio sólo iba porque su madre le obligaba a hacerlo pero poco a poco fue descubriendo su devoción por el deporte y fue ahí cuando quiso empezar a dedicarse al baile profesionalmente. Pasaron casi 2 meses de la partida de Jeongin antes de que Hyunjin supiera nada. Volviendo un día de sus clases de baile se pasó por delante el parque y cuando le echó un vistazo notó una cara conocida de entre una multitud de chicas adolescentes, era la canguro de Jeongin. Se acercó temoroso de las reacciones que tendrían. ―Ho-hola... ―saludó tímido Hyunjin a lo que todas a su alrededor se murieron de ternura. ― ¡Ooh que cosita más linda! ― ¿Estás solo pequeñín? Hyunjin ignoró a las otras y fijó su mirada con la de la chica canguro. ― ¿Dónde está Jongin? ―preguntó al fin sin rodeos. La chica, que estaba mascando chicle, le miró con cara de póker. ― ¿Jongin? ―preguntó mientras hacia explotar una pompa de chicle. ―El chico que cuidabas debe referirse ―le especificó una chica. ― ¡Aah...! ―después de eso le siguieron unas risitas. ― ¿No te lo dijo? Pues, vaya amigo. Se mudó a otro barrio, más moderno y ricachón que este. Al oír eso se le llenaron los ojos de lágrimas. Jeongin se fue sin decirle nada, ¿por qué no se lo dijo? Abandonó el lugar corriendo, dirección hacia su casa. Cuando llegó ignoró a todos los que le preguntaron que le pasaba y se encerró en su cuarto. Le dolía que Jeongin pensara que podía abandonarlo sin más. ― ¿Hyunjin...? ―preguntó su madre detrás de la puerta. ― ¿Puedo pasar? ―Si... ―musitó. Yangmi entró a la habitación de su hijo y se sentó en el borde de la cama, donde Hyunjin estaba tendido boca bajo. ―Cariño... ¿Qué ocurre? ―preguntó mientras le acariciaba la espalda. ―Jon-Jongin se marchó ―respondió entrecortado. ―Se mudó y no me dijo nada ―dijo rompiendo en llanto otra vez. Nunca hubiera dicho que la partida de un amigo le haría sufrir tanto. Su madre lo abrazó y se lo llevó al pecho. Lo acunó un poco mientras le acariciaba el pelo y le decía algunas palabras reconfortantes. ―Tranquilo Hyunjinnie... Estoy segura de que os volveréis a encontrar. Hyunjin vivió aferrado a esa posibilidad de volverlo a ver durante años hasta que un día, después de casi 6 años sus destinos se volvieron a cruzar.               
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD