Capitulo 2

1634 Words
Al parecer lo dije lo suficientemente alto para que la joven lo oyera. Me vio vestido y dijo: —¡Joder, estás a mano! ¡Come mierda y muérete! No voy a vivir con un idiota. Estaba indignado. No sé de dónde me vino el coraje ni de dónde salieron las palabras, porque nunca me atrevo a hablar con una mujer. Siempre tartamudeaba cuando intentaba hablar cara a cara con una mujer, pero ahora no. Esta vez dije: —«Genial, yo tampoco quiero que una prostituta viva en mi casa. ¿Cuánto cobras por una felación?». Rod no pudo contenerse y se rió. Fueron las primeras palabras que tuve con el sexo opuesto en casi 18 años, y pregunté cuánto costaba una mamada. Ella dijo, —No cobro, los doy gratis. Al parecer, mi cerebro estaba en automático y seguía funcionando. Decía: —«Bueno, vamos frente al ataúd de tu madre; arrodíllate y dame una buena mamada, como ella lo haría». Delicious me atacó igual que el tren de carga el día que murió nuestra familia. Me golpeó la cabeza y el pecho con toda la furia que guardaba en su interior. —«No vuelvas a hablar así de mi madre». Seguí adelante, dejándola descargar toda la ira y frustración que tenía dentro del cuerpo y del alma, desde el accidente. —Mi hermana era prostituta, igual que tú. ¿Quién más se queda embarazada a los 16? Se acostaba con cualquiera que se lo pidiera desde que estaba en primaria. Me sorprendió que tardara tanto en quedarse embarazada. Delicious estaba furiosa mientras yo seguía menospreciando a su madre. Siguió golpeándome y maldiciéndome, hasta que finalmente se quedó sin fuerzas y gritó: —«Mamá me dijo que era virgen cuando fue a Cape Cod de vacaciones de primavera y conoció a Julius. Él prometió retirarse antes de venir, porque no tenía condones. Dijo que también era su primera vez». —Naturalmente, siendo joven e influenciable, le creíste. Era una zorra. Se vestía como tú e iba al colegio sin bragas ni sostén. Se metía en el armario del conserje con cualquier chico que se lo pidiera. Se la follaban enseguida y se iba a su siguiente clase con semen chorreando por la pierna. Era el hazmerreír de siempre. —Ella no era una zorra; me cuidó mucho. Me amaba y me enseñó todo lo que sé." —Sí, me doy cuenta; solo mira cómo vas vestida para su funeral. Vas vestida casi igual que ella cuando iba a la escuela. ¿Llevas bragas debajo de esa cosa que se supone que parece una falda? —¿Por qué quieres echar un vistazo?" —¿Por qué no? Vi a mi hermana desfilando desnuda por casa todo el tiempo. Seguro que no eres muy distinta a ella. Una prostituta es una prostituta, una zorra es una zorra. A ver qué tienes ahí abajo, si es que tienes algo. ¿Te afeitas? Rod me golpeó en el hombro y dijo: —Even, para esto. —Rod, puedes quedártela cuando termine con ella. De hecho, puede enfrentarnos a los dos a la vez. Probablemente esté familiarizada con el trabajo en equipo. Delicious gritó. —Mi madre me ayudó a mantener la cabeza fría. Me enseñó a mantener a los chicos lejos de mí. Por eso sigo siendo virgen. Me reí. —Eres virgen, como yo soy astronauta". —Cabrón; mi madre me lo metió en la cabeza para que no terminara como ella. No quería que estuviera en un matrimonio sin amor, con un marido que se acostaba con cualquier mujer que le abriera las piernas. No podía dejarlo porque no había suficiente dinero y nuestras facturas eran demasiado altas. Sus padres no la ayudaron, porque la obligaron a casarse con él. Tú no ayudaste, porque nunca hablaste con nadie. Mamá no te rogaba nada. Sabía lo rico que eras, pero no te pedía ni un céntimo. Se metió en el lío en el que estaba y estaba decidida a asegurarse de que yo no cayera en la misma trampa. No me importaban ni mi padre ni mis abuelos, porque para mí todos eran unos cabrones. A ellos no les importaba mi madre. Esta gente ni siquiera me deja mirarla, porque estaba muy herida. —¿Has comido hoy? —No. Me volví hacia Rod y le dije que llevaría a mi sobrina a cenar. Sabía que deseaba que moviera cielo y tierra para que mi hermana luciera tan hermosa muerta como en vida. Quería que Delicious pudiera contemplar y tocar a su madre por última vez. Extendí la mano para que Delicious la tomara, y para mi alegría, lo hizo. La llevé al coche y me detuve. Le pregunté si sabía conducir. —Si, pero no tengo licencia. —Mientras sepas conducir, ¿a quién le importa? Le lancé las llaves y, por primera vez, sonrió. Se sentó al volante, ajustó el asiento y los espejos. Luego preguntó: —¿Adónde vamos?. —Este es tu pueblo ¿dónde quieres comer? —Hay un restaurante muy elegante al oeste de la Interestatal 95. Me encantaría ir, pero nunca podríamos permitírnoslo. —Si es elegante, no te dejaré ir con ese aspecto. Primero tenemos que ir a comprar ropa. ¿Dónde está la mejor tienda de ropa femenina de la ciudad? —Está en el mismo centro comercial que el restaurante. Su ropa es muy bonita, pero muy cara. —Nunca he comprado para una mujer, y como puedes ver con solo mirarme, tampoco se me da muy bien comprar para mí mismo. Voy a pedir ayuda a los empleados de la tienda. Les pediré su opinión. Mi opinión será decisiva. No te compraré mucha ropa aquí, pero cuando lleguemos a Denver, conseguiré a alguien que te ayude a vestirte por completo. Nunca volverás a vestirte como ahora, porque no lo permitiré. Vivirás conmigo al menos dos años. Si quieres dejarme después, me aseguraré de que nunca te falte dinero. ¡Vamos de compras! No recordaba lo pequeño que era Waterville, pero en menos de cinco minutos estábamos frente a una gran tienda exclusiva para mujeres. Delicious entró antes que yo y una recepcionista le dijo: —Aquí no atendemos a gente como tú. Se dio la vuelta y salió corriendo de la tienda llorando, directo a mis brazos. Me contó lo que pasó. Le dije: —Ven conmigo. Caminamos de la mano de regreso a la tienda y Delicious señaló a la mujer que la había insultado. Me acerqué a ella, con Delicious de pie un poco detrás de mí. Le pregunté si era la encargada de la tienda. Ella dijo: —No. —¿Es usted el dueño de esta tienda? Ella respondió: —No. —¿Está disponible el propietario o el gerente?" —El dueño está en la tienda; ¿quieres hablar con él? —Sí, por favor, lo más rápido posible. Robert Morningside se me acercó y me preguntó cómo podía ayudarme. Le dije: —Esta mujer insultó a mi sobrina al entrar en su tienda. Quiero que la despidan de inmediato. El señor Morningside miró a Delicious y se rió. —Yo también habría insultado a tu sobrina, por cómo viste. Parece una prostituta. —Señor Morningside, ¿tiene usted una hipoteca sobre esta tienda? —No creo que eso sea asunto tuyo. —Mi abogado lo sabrá en 24 horas. En 60 horas, seré el dueño de esa hipoteca. Si se atrasa un día con un pago, iniciaré un proceso de ejecución hipotecaria en su contra. Incluso si se pone al día, su tasa de interés subirá al máximo permitido por la ley. No volverá a tener un día de descanso mientras sea dueño de esta tienda. —¿Quién carajo te crees que eres? —Busca en Google el nombre "Even Luck"; mira la foto y mi patrimonio. Averigua si este empleado merece las molestias que te voy a causar. Unos minutos después, regresó corriendo al frente de la tienda y dijo: —Sally, estás despedida. Vuelve a la tienda el martes para recoger tu último cheque de pago. —Pero, señor Morningside... —Recoge tus pertenencias y vete, Sally. —Señor Luck, ¿en qué podemos ayudar a su sobrina? —Quiero quemar la ropa que casi lleva puesta. Quiero que sus mejores hombres la ayuden a elegir ropa adecuada para su edad. La más cara que tengan. Al menos catorce conjuntos de ropa interior; seis pantalones, una docena de blusas, seis faldas, cuatro vestidos y un abrigo de piel de becerro hasta la rodilla. Quiero que parezca una debutante de 16 años, que asiste a la Universidad Bowdoin. Delicious me miró como si estuviera loca. Pensé que se iba a rebelar, pero dijo: —Vestidos; nunca he usado un vestido. —También tienes un coeficiente intelectual de 183 y nunca has sacado una "A" en tu boletín de calificaciones. ¿Te gustaría hablar de eso ahora o durante la cena? —Solo voy a vivir contigo dos años. Me llevaría más tiempo explicarlo todo. —Quiero que sepas que no he tenido una conversación tan larga con ninguna mujer fuera de la escuela en casi 18 años. Te he dicho más en la última hora que con cualquier otra mujer desde la primaria. No me identifico con las mujeres de la especie. Cuando el servicio de limpieza viene a casa, bajo corriendo al sótano para no tener que verlos ni hablar con ellos. Soy científico, me encanta lo que hago y lo hago con mis computadoras. Las entiendo y ellas me entienden. Puedo conectar con mis colegas científicos porque hablamos el mismo idioma. Puedo hablar con mi abogado, Rod, porque ha sido mi amigo desde la infancia. Soy su único cliente y somos más unidos que hermanos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD