Aiden miro a su alrededor con un poco de desconfianza.
— Así que...¿qué hace un niño rico...solo...en la ciudad más peligrosa de este país? —Pregunto el pelinegro destapando una cerveza y tomando asiento en el sofá — siéntete como en tu casa...solo que sin lujos —Le sonrió.
— Y-ya se lo dije...no soy un niño, tengo 23 años —Mordió su labio y frunció el ceño cuando lo escucho reír — ¿qué es tan gracioso? —.
— Tú —Se encogió de hombros — dime algo chiquillo...¿en qué momento cumpliste 23? —
— ¿Eh? —
— Digo, porque hace tan solo veinticinco minutos atrás tenías 20 —
El rostro de Aiden se tornó de varios tonos de rojos, abrió la boca y la cerró sin saber que decir.
— Es que yo...—
— Espero que digas la verdad, porque no soy estúpido y traes un uniforme del Instituto mínimo debes tener 16 o 17 años —
Las mejillas de Aiden se pusieron rojas.
— Entonces...—
— ¿N-no sabes quién soy? —Pregunto confuso.
— Es obvio que no, niño...asi que empieza a hablar o te saco de mi casa y que tengas suerte —Se cruzó de brazos.
— E-es que yo...me perdí —Le dijo. —...y...y mis padres no están en casa, andan de viaje...y-ya sabes...cosas de ricos —Murmuro — entonces...no regresan dentro de dos semanas —
— Entonces dime la dirección, llamaré un taxi y regresas a tu casa —Le dijo con seriedad.
— Es que...es que yo no me la puedo —
— ¿Estás de broma, verdad? —Spencer llevo dos dedos al puente de su nariz. — ¿cómo pretendes regresar entonces? —
— Yo...puedo quedarme contigo —Sugirió.
Spencer empezó a reírse negando con la cabeza.
— Ni siquiera me conoces chiquillo, bien puedo ser un asesino serial o un violador —Hablo.
— Soy...Aiden —Sonrió estirando su mano.
— No me importa tu nombre, mira niño no confundas mi pequeño acto de bondad con algo que obviamente no es —Rodo los ojos. — ahora mismo me dices dónde mierda vives para evitarme muchos problemas al tenerte más tiempo aquí —
— ¡Te p-puedo pagar! —Dijo desesperado — por favor...sólo serán unos días —
— No —
— Si —
— No —
— Si —
— Ya basta —Gruñó exasperado —...no te quedaras aquí y punto —
***...***
— Lo siento señor...no lo hemos podido localizar —Oliver le informo.
— No me digas eso, Oliver —El señor Mahone le dijo preocupado — Aiden no pudo irse tan lejos...es un niño, no conoce la ciudad —Agregó —, no podría perdonarme si le pasa algo malo —
— Estoy moviendo todos los contactos, señor —Informo —...los jóvenes Vélez y Sullivan me han dicho que no se ha comunicado con ellos, tal parece que el joven Aiden ha apagado el celular —
— Oliver...¿Y si algo le pasa? —
— No piense en eso señor Presidente —Oliver le dijo —, le prometo que encontrare al joven Aiden sin una herida señor —
— Lo sé, confío en ti Oliver —Tomó su hombro — gracias...—
***...***
— Camina —Spencer le dijo mirando sobre su hombro.
— Pero...—
— Dices una maldita palabra más y te juro que me importara una mierda dejarte aquí —Amenazó.
— Escúchame —Se adelantó poniéndose frente al pelinegro que era unos centímetros más alto —...déjame quedarme en tu casa por un par de días —
— ¿Es que acaso no entiendes que es no? —Pregunto Spencer con fastidio.
— Por favooor...—
Spencer gruño. Ni que estuviera loco aloja a ese chiquillo que seguramente solo le traería problemas y policías...
No quería policías husmeando cerca de él y menos ahora...
— Ya te dije que...—
— Por favor, por favor, por favor —
— ¡Cállate que me estás dando migraña! —Le dijo enojado sobándose las sienes.
— No te daré problemas —
— Ya lo estás haciendo, niño —
— No me digas niño, me llamo Aiden —
— Sigue sin importarme tu nombre —Hablo con el ceño fruncido.
— Entonces...—Aiden le dijo esperanzado.
— Bien pero solo un par de días —Accedió.
— ¡Genial! —Grito, y abrazo al pelinegro.
— ¡No me toques! —
Aiden se separó e hizo una reverencia en modo de disculpa. Sin embargo no borro su sonrisa.
"Voy a tener la libertad que tanto he deseado" Aiden pensó emocionado mientras regresaba a la casa del pelinegro que hasta ahora no le había dicho su nombre.
— ¿Y...cómo te llamas? —Pregunto.
— No hables —Respondió.
— Quiero saber tu nombre —
— Te escucho decir una palabra más y te dejaré aquí —Le dijo mirándolo — y no bromeo...—