Sofía corre hacia la tormenta, el frío es un golpe físico, pero el miedo a lo que dejó atrás es un escalofrío peor. Alcanza el todoterreno, Julián ha visto una figura corriendo detrás y detiene la marcha, al darle alcance al vehículo entra cerrando la puerta con un golpe seco y jadeando. —Vámonos— dice ella al recobrar el aliento y la forma de hablar no es una súplica, es una orden, a la que Julián asiente y acelera el vehículo. El vehículo se abre paso entre la nieve hasta que llegan al final de la propiedad Vane, allí una reja oxidada marca el límite de la carretera pública y Julián frena bruscamente. —¡Maldita sea!— exclama cuando ve que la nieve, que había sido manejable en el camino privado, ha formado un muro de hielo y los cúmulos en la vía pública la hacen intransitable, el 4

