Julián se detiene ante la pesada puerta de acero, oculta detrás de un tapiz. —Richard, sal de una vez, sé que estás ahí— habla con voz intimidante, volviendo a su papel de controlador, pero sólo se escucha silencio. —Sé que tienes un rifle de caza, a estas alturas deberías saber que lo sé todo sobre esta casa; así que vas a salir de ahí y v vas a salir desarmado— el hombre le responde al intruso con voz quebrada, pero furiosa. —¡Vete de mi casa! ¡Te voy a volar la cabeza! ¡Y tú, Sofía! ¡Eres una traidora!— grita, aunque su cuerpo tiembla. —No, Richard, tú eres el traidor— Julián camina de regreso al vestíbulo deteniéndose donde su cómplice encendió el candelabro. —Tu drama ha terminado y tu mentira también— él invasor saca el diario de la bolsa de Lucía. Abre una página mojada, y con

