CAPÍTULO UNO
ALICE
El sol me calienta el rostro y hace que mi cabello parezca una llama brillante, los otros niños se burlan de mí por eso, pero a mí me gusta, y mi mami dice que es diferente, “Diferente no es igual a malo, a veces ser diferente es mejor que ser como el resto de las personas,” ella dice siempre que vuelvo a casa llorando porque alguno de los niños en el parque se burló de mí, o me tiró el cabello con demasiada fuerza cuando Poppy no estaba mirando.
Poppy pasa mucho tiempo conmigo, más que mamá, pero Poppy no es como mamá, tampoco es mi hermana, ni siquiera se parece a mí, sus colores son diferentes, y ella dice que es porque ella está sazonada y yo vine al mundo aún cruda; no le entiendo cuando me habla así, pero debe ser gracioso porque ella se ríe mucho cuando lo dice.
Mi madre siempre me pregunta por las noches, cuando me está arropando y contando un cuento, si Poppy fue buena chica, si me trató bien, si me dio comida rica o si jugó conmigo, siempre le respondo que sí, porque la última vez que le dije que me había caído y Poppy no lo notó pues estaba hablando por teléfono, ella le gritó a Poppy y la hizo llorar, no me gusta verla llorar, prefiero cuando ríe tan fuerte que las otras mamás del parque la miran con envidia porque no se pueden reír así como ella.
Hoy Poppy está hablando con un chico muy alto que se viste gracioso, ella sonríe y se toca el cabello, de vez en cuando mira hacia donde yo estoy, o me dice que tenga cuidado, pero desde hace un buen rato no mira hacia aquí, y creo que no se ha dado cuenta que estoy acostada encima del castillo, disfrutando de que hoy no hay tantos niños en el parque, eso me pone feliz pues así puedo usar los juegos por todo el tiempo que yo quiera.
Escucho a un perrito ladrar e inmediatamente levanto la cabeza para buscar de donde viene el ruido y veo a un hombre alto, de pie junto a un árbol grande que queda justo afuera del parque, él está con un perrito grande, y cuando ve que yo los estoy mirando, él me sonríe y el perrito bate su colita; así que me bajo del castillo y voy hacia donde está el perro.
Cuando estoy cerca, el perrito se acerca a mí y yo me quedo muy quieta, pues me da un poco de miedo, nunca he tenido un perro, ni un gato, ninguna mascota porque mami dice que son mucho trabajo, pero el perrito es lindo, es n***o y café y tiene grandes ojos y orejas paradas, lo quiero acariciar, pero me da miedo que me muerda con sus grandes colmillos.
“No te hará nada cariño, es muy amigable, acércate a ella y la acaricias,” el hombre me dice.
“¿Ella?” pregunto yo.
“Si, su nombre es Lola,” él me dice.
Lola se acerca a mí y yo paso mis dedos por su cara, su cabeza y su cuerpo, mientras ella bate su colita muy feliz, luego me lame la cara y yo me río pues me hace cosquillas.
“Es muy linda,” digo acariciando las orejas de Lola.
“Si, y también tiene unos cachorritos muy bonitos,” él me responde.
“¿Cachorritos? ¿De verdad?” pregunto emocionada, siempre he querido un cachorrito.
“Si, están aquí en mi auto, ¿Los quieres ver?” él me pregunta y yo asiento, pero antes de ir con él, miro hacia donde está Poppy, pero ella sigue riendo con el chico alto, si voy rápido a ver los cachorritos y vuelvo, tal vez ella no se dé cuenta.
“Ven, mi auto está muy cerca, tal vez si te guste alguno te lo pueda regalar,” el hombre me dice mientras camina a mi lado.
“¿Me vas a regalar uno?” le pregunto y él asiente con una sonrisa.
Cuando llegamos a un gran auto rojo, el hombre abre la puerta de atrás y yo me subo para buscar a los cachorritos, pero no veo nada, los busco por debajo de los asientos y luego me asomo al baúl pero no hay nada, me voy a voltear para preguntarle al hombre en dónde están, pero sólo veo una gran mano que tiene un pañuelo y luego la mano se posa sobre mi nariz con fuerza, me muevo, me muevo mucho porque no puedo respirar bien y empiezo a ver puntitos blancos, hasta que ya siento que no puedo respirar nada.
No me gusta esto, ya no quiero ningún cachorrito, quiero a mi mami, intento pararme y correr pero mis piernas no se mueven y alguien me tiene apretada muy fuerte, hasta que todo se pone muy n***o y ya no se ven los árboles ni el cielo azul.
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Me despierto sobresaltada, tengo la frente perlada en sudor y siento que no puedo respirar, mis manos tiemblan muy fuerte cuando intento estirarme y encender la lámpara que está junto a mi cama, cuando por fin logro hacerlo, me pongo de pie con cuidado, pues mis piernas se sienten como gelatina, me dirijo al baño y tomo agua, también me seco el sudor con una pequeña toalla, después vuelvo a mi cama y trato de calmarme para poder volver a dormir, pero es difícil.
Siempre que tengo ese estúpido sueño me pasa lo mismo, se siente tan real que me despierto como si realmente me estuviera ahogando, es una sensación horrible, pero afortunadamente, ese sueño ya ha dejado de venir a mí para atormentarme todas las noches, y con el paso de los años se ha vuelto cada vez más distante, a veces el sueño cambia, pero en esencia termina igual, con mi cuerpo sintiendo como si fuera real.
Usualmente sueño con ello cuando estoy muy ansiosa, nerviosa o estresada, y ahora mismo, son las tres cosas al tiempo, pues mañana tengo una entrevista muy importante, y la presión hace que no pueda ni siquiera tener una noche de sueño tranquilo.
Miro hacia la silla que está junto a mi pequeño escritorio y veo el vestido azul que mi hermano me consiguió en una tienda de segunda mano, no hubiese sido mi primera opción, pero no tuve tiempo de ir a buscar algo yo misma pues estaba demasiado ocupada presentando mis exámenes de fin de término, así que me tuve que conformar con lo que él me buscó; junto al vestido, sobre el escritorio, está una carpeta con toda la información relevante que necesitaré para la entrevista.
Me he presentado a este empleo varias veces durante el último año, pues por alguna razón, cada cierto tiempo se abre la misma vacante nuevamente, por lo que era usual para mí estar revisando la página web de la firma de abogados más importante del estado, para saber cuándo iba a estar abierta la vacante de nuevo y postularme, pero nunca me habían llamado a una entrevista hasta ahora, por lo que he estado hecha un manojo de nervios.
Hace tres días, una mujer que sonaba ya mayor, me llamó por teléfono para informarme sobre la entrevista y darme indicaciones de la fecha, la hora y el lugar, pero no fue sino hasta que me dijo que la entrevista la iba a realizar el señor Pemberton en persona, que mi hermano se involucró en toda la preparación y ha estado molestándome con esto a cada segundo del día; me ayudó a buscar la información necesaria, la ropa, también descargó muchos videos de internet en donde daban consejos para entrevistas de trabajo.
Se podría decir que él está más nervioso que yo, y no lo culpo, pues con lo que él gana en su trabajo apenas si nos alcanza para pagar por nuestra comida, las necesidades básicas y mi universidad, la cual, afortunadamente no es muy costosa, pues pude conseguir una beca que cubre la mayor parte de los costos de matrícula, aún así, si pudiera conseguir un trabajo tan bien p**o como este, nos ayudaría bastante.
Escucho pasos en el pasillo y trato de acostarme rápido, pero no lo logro a tiempo, pues mi hermano abre la puerta y me frunce el ceño al notar que estoy despierta.
“Deberías estar durmiendo Ali, mañana es el gran día y debes estar bien descansada,” él me dice en tono de reproche.
“Lo dices como si fuera a casarme o algo así,” le respondo riendo, pero él parece muy serio.
“Esto es muy importante y no lo puedes arruinar, ahora vuelve a dormir” él me dice antes de apagar la luz y cerrar la puerta.
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“Bien, aquí es, recuerda todo lo que hablamos, tienes que estar serena y responder con seguridad,” mi hermano George me dice.
“Ya lo sé, me lo has repetido mil veces, no te preocupes, lo conseguiré,” le digo sonriendo y él me sonríe de forma tensa antes de que yo salga del auto.
Tan pronto como llego al piso en donde se hará la entrevista, me siento aún más nerviosa que antes, pero trato de respirar profundo antes de dirigirme a una pequeña recepción en donde está sentada una mujer asiática, de unos cuarenta años más o menos y anunciarle que vengo para la entrevista con el señor Dominic Pemberton.
Ella me sonríe y después de darme unas indicaciones más, me guía hacia una pequeña sala de espera en donde están reunidas más personas; hay aproximadamente unas seis personas y después de que me siento, llegan tres más, en total somos diez, dos hombres y ocho mujeres, de las cuales absolutamente todas están supremamente bien arregladas, con tacones altísimos, faldas cortas y maquillaje pesado, son muy bonitas, pero ninguna parece haber visto los videos que yo vi en dónde recomendaban venir vestida de forma profesional, pues todas ellas parecen haberse vestido para una fiesta y no para una entrevista de trabajo.
Me siento ligeramente intimidada cuando caigo en cuenta que tal vez la que viene mal vestida soy yo, e inconscientemente miro hacia abajo y examino mi atuendo, parezco una señora en sus cuarenta y no una joven de veintidós, mi maquillaje es bastante suave, y mi cabello rojo, que siempre ha sido mi gran orgullo, está suelto sobre mi espalda, mientras que ellas parecen haber ido a un salón de belleza para que les hicieran bonitos peinados.
Mis nervios van aumentando a medida que pasa el tiempo y van entrando una a una las personas que están en la sala, dos chicas han salido furiosas, otra salió llorando, y el resto han salido con cara pálida, como si estuvieran en shock aún, incluso uno de los chicos que entró, salió con cara de vergüenza; y lo primero que noto es como todos han entrado con una actitud segura y han salido casi corriendo de la oficina.
Cuando ya sólo quedamos el otro chico y yo, ambos nos miramos con incomodidad, pero no decimos nada, y cuando vemos salir a la última chica con lágrimas en sus ojos, ambos nos miramos con un poco de miedo, pero no alcanzamos a decir nada, pues él es llamado a continuación y yo me quedo sola en la sala de espera, removiéndome inquieta en mi asiento, mientras espero a que sea mi turno, y aunque debería estar aún más temerosa, ahora me siento más segura, pues es evidente que el resto de personas no lo hicieron bien, y ya que soy la última, tendré la oportunidad de dejar una buena impresión, comparada con las del resto, y así tal vez mis chances de ser contratada sean mucho más grandes.
Pero mi confianza se rompe en pedazos cuando veo al chico salir de la oficina con una sonrisa de superioridad en su rostro y un ademán arrogante, por lo que sólo puede haber dos opciones: que él realmente lo haya hecho bien, o que esté fingiendo para darme nervios y que yo lo haga peor que él para así aumentar sus chances de ser contratado; por lo que no dejo que su actitud me afecte, y tan pronto como escucho mi nombre, me levanto de mi silla con seguridad y entro a la oficina tratando de controlar mis nervios.
Cierro la puerta tras de mí y cuando volteo a ver a quién me hará la entrevista, me encuentro de frente con el hombre más apuesto que he visto en mi vida y mi confianza se va al suelo.