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La Joven Virgen Del Ceo

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Blurb

—Quiero que estés conmigo en cada proceso, Burak —afirmó. 

—Gracias, te prometo que me pondré en eso lo antes posible —terminó de decirle. Ella se sintió más aliviada. 

—De acuerdo —emitió. 

Había algo que aún no le decía, cuestión que llegó a su cabeza con la voz de Lilian. 

—Burak —lo llamó, de inmediato tuvo la atención del árabe. 

—¿Sí?

—Necesito decirte algo, de antemano te pido disculpas. 

—¿Que debes decirme, Milenka?

—Es que antier, cuando aún no habías llegado, yo... La verdad es que solo quería pasar el rato, me sentía aburrida, lo pasa es que encontré tu laptop y la usé, pero sin querer, pero debí admitir que también llena de curiosidad me metí en tu f*******:, allí noté la conversación con Phoenix y quiero preguntarte sobre ella, ¿ha sido alguien importante en tu vida, novia...

—Milenka, solo tenías que pregúntame si querías saber sobre mis novias, no estuvo bien que revisaras mi portátil, no lo estuvo... —empezó a decirle, ella se lo imaginó.

Ya eso lo sabía la joven, se sentía pésima por lo que había hecho, ni siquiera podía mirarlo a los ojos de lo avergonzada que estaba.

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01. DARLE UN HIJO
Solo llevaba horas desde que se enteró de la paternidad futura, seguía sintiendo cosas buenas por eso, era algo bonito y único. ¿Qué si anhelaba un hijo? Desde que tomó la ecografía que ella le entregó, no había dejado de visualizarse junto a un pequeño que correteaba a su lado, así que si un montón de momentos no vividos se adueñaron de su mente, por supuesto que añoraba un hijo, ese bebé que estaba en el vientre de Milenka. —Sí, y que sea nuestro, tuyo y mío, eso lo hace más bonito. Todo no ha pasado de la manera idónea, pero estoy emocionado... —Yo también —confesó suspirando —. Por otro lado tengo muchísimo temor, dicen tanto sobre los partos, no quiero ser de esas que no lo logran, me da miedo... —No todos los casos son iguales —opinó subiendo con ella, luego de haberse detenido a mitad de los peldaños. Se quedó callada. Él no tendría que pasar por eso, en cambio ella sí. Al fin llegaron a la habitación de él, la dirigió a la cama. Solo se sintió un poco cohibida de estar de alguna forma invadiendo su privacidad. —¿No te molesta que esté aquí? No quiero... —Shh... —le puso un dedo en los labios —. En lo absoluto, ¿te vas a cambiar? —No tengo ropa —bufó —. No te preocupes. —Puedes usar una camisa mía, te quedará bastante grande, pero al mismo tiempo eso es bueno, ¿no? —ofreció esbozando una sonrisa dulce. —De acuerdo, gracias —aceptó. Burak se dirigió al vestidor, una habitación más dónde había ropa por doquier. Todo finamente ordenado. Milenka suspiró hondo en la cama, esperándolo. Miraba todo su alrededor, nada había cambiado desde aquella vez que despertó ahí, desnuda. Su habitación era enorme y muy masculina, había mucha oscuridad en el lugar. Le faltaba color, tanta elegancia... Dejó el escrutinio con la llegada de Burak. Este venía solo con un mono pijama, pero el torso descubierto como si nada. Verlo así le secó la boca. Aceleró sus latidos y se sintió boba. El árabe le dio la camisa, si que era enorme. Le avisó que se cambiaría en el baño. Pudo soltar el aire retenido estando a solas en el baño. Tranquilamente se cambió la ropa, la camisa olía a él y eso le agradó mucho. Se sentía pequeña en la enorme prenda de vestir, al tiempo que cómoda y protegida. Salió un poco tímida y se metió en la cama, a su lado. Pero era una cama grande, por lo que se sintió tan lejana a él incluso sobre la misma colcha. —¿Todo bien? —Sí. ¿De verdad puedo quedarme aquí? —Por supuesto que sí, no sigas dudando de ello. ¿No confías en mí? —la miró serio, se acercó un poco, ya Milenka ante su aproximación sentía latidos desbocados —. El mundo se puede estar cayendo a pedazo, pero aún así yo seguiré a tu lado, y no solo por nuestro bebé, sabes que te quiero, que me atraes mucho y podremos intentarlo. Pero no quiero que aceptes por obligación, o porque sientas que debas hacerlo por estar aquí. —¿Qué pasa si te digo que quiero estar contigo de esa manera... —Ahora mismo te besaría en respuesta. Sonrió, no dejó de verlo. Luego suspiró. A quien engañaba, estaba enamorada de ese hombre, ya no solo el árabe apuesto, también el futuro padre de su hijo. ¿Por qué no estaría con él? —Pídemelo, Burak. El árabe asintió acercándose más y más. Ya no quedaba más que milímetros que separaban sus cuerpos. Y podían ambos sentirse la respiración, el agitado corazón de los dos fallando en el frenesí. La mirada de Ansarifard descendió a los labios de Milenka, deseaba tanto besarlos, tomar posesión de su boca, el deseo era mutuo. La muchacha moría porque le regalara su sabor, el placer de sentirlo. —Estás respirando demasiado rápido —expresó de la misma forma. —Tú también. —Eres la culpable. —Tambien lo eres, Burak... —suspiró. —¿Quieres ser mi novia, Milenka? Ya no había por qué negarse, merecía estar a su lado de esa manera, más ahora. —Sí. Cómo prometió, la besó con delirio y ardor. La boca de Milenka no recordaba tanta intensidad, a la vez que ternura en un beso que tenía de todo un poco y el poder de desvariar su mundo. El oxígeno llegó a faltar en algún punto, solo por esa razon se separaron y se miraron a los ojos. —Gracias por quedarte, por apoyarme, Burak. Cualquier otro se habría hecho el desentendido, pero tú no. —emitió acurrucándose en su pecho. —Yo estoy agradecido con la vida por ponerte en mi camino, eres lo mejor que me ha pasado, nunca sentí tanto por una chica, pero por ti he sentido hasta lo que creí no tener —confesó cariñoso, una admisión que navegó en el interior de Milenka y se alojó en su destino llamado: corazón. —Me haces sentir especial —comentó emocional, una lagrimita ya salía de su ojo. Nunca antes alguien le dio tanto cariño, salvó su abuela. Entonces recordó que debía llamarla. —Milanka, eres especial —confirmó con ternura. Le dio un beso en los labios y se sentó sobre la cama, alargó la mano y tomó el móvil de la mesita de noche. —Le prometí a mi abue que la llamaría, debo hacerlo o creerá que no estoy a salvo —mencionó inquieta, ya buscaba su número para marcarle. —Claro, avísale. Y déjale saber que puede venir cuando guste —lo informó él, afable. —De acuerdo, yo le digo —sin alejarse para hablar con Lili, atendió ahí mismo, al lado de Burak. —Abuela... —Oh, mi niña. ¿Estás con Burak? —cuestionó con un tono que dejaba notar su preocupación latente. —No, estoy bien, con Burak, abuela duerme tranquila, estoy a salvo aquí. Y Burak dice que pueda venir a verme, cuando puedas —añadió ansiosa porque en serio la visitara. Ya la echaba mucho de menos. —No sabes cuánto me alivia saber que lo estás, me deja aliviada saberte bajo un techo, con Burak. Agradécele de mi parte todo lo que está haciendo por ti, pronto iré a verte. Deja que las cosas aquí se calmen. Sí, se había desatado una tormenta, ella ya dejado atrás ese mal tiempo, pero en casa, todo completamente igual.

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