Sentado sobre la rama de un árbol, en completo silencio, el licántropo con el mechón blanco los observaba detenidamente. ¿Hace cuanto había estado allí? Al notar que la Luna Llena había advertido su presencia, con un movimiento sutil bajo del árbol y aterrizo en el suelo como si de un gato se tratara. Alice y Bruno intercambiaron miradas, y comenzaron a retroceder para alejarse de la barrera. Aprovechando esto, el guerrero de ojos pardos se situó frente al trio, dándole la espalda a la barrera.
- Veo que lograron llegar intactos sin ningún inconveniente, bueno… solo algunos – dijo observando a los gemelos que aun se encontraban en el suelo recuperándose.
Hubo un silencio inquietante. Los gemelos levantaron la cabeza, notando como todos los presentes los observaban, esperando a que se pusieran de pie. Dieron un brinco y rápidamente se colocaron junto a sus compañeros, a pesar del dolor que sintieron al moverse con tanto afán. Enseguida, comenzaron a llegar más novatos que habían pasado la prueba, por lo que el lobo con ojos pardos continúo hablando.
- Para no perder más tiempo – miro de reojo a los gemelos, los que miraron al suelo apenados – voy a darles ingreso a nuestro sector. Como ya pudieron observar algunos de ustedes, el lugar se encuentra protegido por una barrera, y para poder ingresar sin problemas, deben portar una de estas – levantó su mano un poco más arriba de su cabeza, dejando ver su muñeca siendo adornada por una pulsera delgada, de color n***o – cada uno se la va a colocar y podrán observar como en la pantalla aparece el numero correspondiente al orden en el que superaron la prueba. Solo con esto podrán entrar, si no la tienen, se quedan fuera.
Era increíble. Alice había leído sobre esa llave, pero muy pocas manadas lograban tener acceso a dicho artefacto. Esa pulsera que te permitía entrar y salir del sector. Cuando eran los integrantes de la manada quien los portaba, mostraba la posición que tenían dentro del clan, ya sea beta, gama, general, guerrero e incluso alfa, y dependiendo del rango también tenia una serie de opciones y posibilidades habilitadas para ejecutar, siendo la pulsera del alfa la más completa y flexible.
- Una vez que estén dentro, deben dirigirse al edificio principal y buscar la habitación que tenga su número. Ingresarán y podrán acomodarse y reponerse. En cuanto las pruebas terminen, todos tendrán que estar listos en la sala principal, allí se les darán nuevas instrucciones. – justo al lado de aquel licántropo, apareció otro, con una bolsa de tela, donde claramente estaban las otras pulseras, sin embrago, el lobo de ojos pardos saco una pulsera del bolsillo de su pantalón y camino hasta donde se encontraba Alice - ¿Comenzamos?
El lobo del mechón blanco la miraba fijamente. ¿Acaso necesitaba su permiso para comenzar? ¿Y porque él tenía la pulsera que le correspondía a ella en el bolsillo y no en la bolsa con todas las demás? El hombre extendió a la chica la pulsera, ella la tomo. Como si el objeto tuviera vida propia, cuando la chica la coloco sobre su muñeca, se enrolló alrededor de esta, ajustándose de manera perfecta: ni muy ajustada, ni muy floja. La pantalla que tenia en el centro se encendió y mostro un círculo parpadeante, como dando una señal de estar cargando. Después de unos segundos emergió el numero uno de color azul oscuro en la esquina superior izquierda de la pantalla y en la parte inferior, aparecía un botón con un símbolo que la chica entendió de inmediato que era para apagar el dispositivo.
La luna llena levanto la mirada, y bajo la atenta mirada de todos los presentes comenzó a caminar hacia la barrera de nuevo, con la diferencia que, al pasar a través de esta, no emitió ningún sonido o luz que le impidiera seguir con su camino, como si nunca hubiera existido un obstáculo entre ella y el sector de los Black Night. Dio media vuelta y busco al niño con la mirada, quien ya se estaba colocando la pulsera que el otro guerrero le había dado y se apresuraba a alcanzar a su compañera.
Con Daniel a su lado, la chica dio media vuelta y comenzó a caminar de nuevo hacia el edificio principal, no sin antes cruzar una ultima mirada con aquel licántropo de mechón blanco que nunca la había dejado de ver desde antes de iniciar las pruebas, y que ahora la continuaba mirando con mucha intensidad.
- Yo creo que le interesas – susurro en niño sin mirar atrás.
- No lo creo – se limitó a decir Alice también en un susurro antes de empujar el gran portón de la entrada del edificio.
- Upa, pero que bonito – exclamo el niño al ver el interior del edificio.
No era para menos. La sala en la que se encontraban ahora estaba muy bien decorada, mostrando delicadeza y sutilidad junto con fuerza y determinación: una mezcla perfecta. Alice se dirigió a las escaleras y las subió, donde pudo ver un largo pasillo con cuatro puertas a cada lado, ocho en total, pero se encontraban limpias, sin ningún número escrito en ellas. Al fondo, observo otras escaleras, así que se dirigió a ellas. El niño la había alcanzado y caminaba junto a ella en silencio, sin saber si iban por el camino correcto.
Siguieron subiendo más y más escaleras, pues en cada piso había ocho habitaciones, pero ninguna con número. La de ellos tenia que estar marcada, estaba convencida de ello. Sus sospechas se confirmaron cuando, llegando al sexto piso, pudo ver que al final del pasillo había una puerta negra, como las demás, pero con el numero uno grabado en ella. Esa era su habitación. Comenzó a caminar hacia ella, con un ritmo más lento para poder detallar todo lo que iba encontrando a su paso. Este piso solo tenia tres habitaciones a cada lado y la de ella al fondo, completando siete en total. Parecían tener más espacio entre ellas y, debido a la altura a la que se encontraban y gracias a las amplias ventanas que tenía el lugar, les llegaba mucha más luz natural e iluminaba cada rincón; eso le gusto.
Cuando llegaron a la puerta marcada con el número dos, que se encontraba al lado izquierdo de la de ella, se detuvieron.
- Bien niño, aquí nos separamos.
- Oh – dijo el niño con un tono triste al darse cuenta de lo evidente – claro, sí. Es más que obvio que de ahora en más cada uno tiene que irse por su lado y ver por si mismo. No pensaba ser amigo tuyo ni nada, y mucho menos pensaba que íbamos a hacer todo juntos como si hubiéramos formado una alianza o una hermandad. Claro que no, no soy tan iluso e infantil ¿bueno? Esto estaba 100% en mis planes, así tal cual.
Alice cruzo los brazos sobre su pecho y vio como el niño le daba la espalda con la intención de entrar a su respectiva habitación. La mano del niño se poso sobre el pomo de la puerta, pero no la giro, sino que se quedó ahí inmóvil, como si de una estatua se tratara. Después de un tiempo, exclamo:
- ¡Tampoco estoy esperando que me detengas ¿Vale?! Solo estoy… estoy...
Alice se arrodillo sobre su pierna derecha, quedando justo detrás del niño. Podía jurar que escuchaba los latidos de su corazón, pero sacudió su cabeza suavemente.
- ¿Quieres que golpee a tu puerta cuando vaya a bajar?
El niño volteo a verla con los ojos aguados pero llenos de un brillo de esperanza. Asintió con energía una y otra vez, lo que hizo que Alice le sonriera amistosamente.
- Quiero que escuches con atención. Cuando terminen las pruebas, te llegara una alerta a la pulsera. Esa será la señal y tendremos que bajar. Aprovecha cada minuto desde que entres a tu habitación, acomoda tus cosas rápidamente, date un baño y descansa todo lo que puedas. No sabemos que viene de ahora en adelante, pero tenemos que estar preparados para todo, y lo principal es ser rápidos en todo lo que hagamos. ¿Entiendes? – el niño asintió con decisión – Bien, no sabemos cuánto falta para que concluyan las pruebas, así que atento ¿Vale? – el niño volvió a asentir
- Nos vemos más tarde – dijo Daniel levantando la mano en forma de puño para que la chica lo chocara, cosa que hizo por el simple hecho de que le parecía un gesto demasiado tierno.
El niño entro dando saltos de alegría a su habitación, como si fuera a entrar a un mundo lleno de golosinas. Alice entro a la de ella, cerro la puerta e instintivamente le coloco el seguro. Ya era una costumbre. La habitación era amplia y bonita, con un armario empotrado, una cama y una mesita de noche. En la pared que se encontraba frente a la puerta, había un ventanal de gran tamaño por donde entraba la luz solar haciendo de aquel espacio un lugar bastante acogedor. Frente a la cama había una puerta, seguro era el baño.
Sin perder tiempo, saco la ropa que tenia dentro de su maleta y la coloco en el armario, entro al baño, se desvistió y tomando una toalla que había en el cajón debajo del lavamanos, entro a la ducha para tomar un baño.
Como lo necesitaba. El agua corriendo por su cuerpo y deslizándose por su espalda le hacía olvidarse de todo lo que pasaba a su alrededor. Podía poner su mente en blanco y tranquilizarse sin tener que preocuparse por nada.
En eso estaba, cuando le vino a la mente la imagen de aquel lobo n***o con ojos grises. Fue como un golpe de sensaciones extrañas; de nuevo estaba sintiendo cosas que le eran completamente desconocidas. Los músculos y los labios de aquel hombre pasaban frente a sus ojos una y otra vez como si fuera una película que se estuviera reproduciendo en su mente. Llevó las manos a su cabeza, enredó su cabello entre sus dedos y jaló, mostrando su desesperación. ¿Por qué le llegaban recuerdos de él? Si solo había sido un simple obstáculo durante la prueba entonces… ¿Por qué lo tenía tan grabado en su mente?
No tenía tiempo para pensar en él. Al final, y si contaba con suerte, no lo iba a volver a ver jamás, así que, con gran esfuerzo, borro aquellas imágenes de su mente y se apresuró. Termino de ducharse, se coloco ropa limpia y se desenredó el cabello para que se secara. Se sentó en el borde de su cama, viendo el bosque a través de la ventana. Ya había llegado hasta aquí, e iba a hacer lo posible por quedarse… y cumplir su cometido.