- ¡No pares! — Gemia del placer que me causa el extraño al que le estaba entregando mi virginidad.
- Eres hermosa... — Sus labios pegados a mi cuello susurraban palabras lindas y excitantes.
- Y tú eres muy sexy y guapo. — Mis ojos se encontraron con una mirada profunda, llena de deseo por mi, un color gris hermoso.
Su cuerpo, su olor, sus caricias... Este extraño hombre me estaba volviendo loca. Mi borrachera, el despecho por aquella escena tan asquerosa que acabo de vivir son los culpables de la locura que estoy cometiendo...
~ HORAS MAS TARDE ~
- ¿Se puede ser más feliz? — Me miraba al espejo, a través de el observaba a Salma, mi mejor amiga.
- ¡Tranquila Hanna puedes arruinar el maquillaje! — Recibí un regaño.
Teniamos gran parte de la mañana encerradas en la enorme habitación de la casa de Matew, preparándonos para salir al lugar donde sería la recepción de mi boda.
Matew ha sido mi compañero de vida durante los últimos 6 años de mi existencia, lo conozco desde que éramos universitarios, no imagino un futuro lejos de él. Matew ha sido el hombro donde tantas veces he llorado ante las injusticias de mis padres, bueno, si a eso se le llama padres.
Andrea y Federico son mis padres adoptivos, aún no tengo claro como es que decidieron adoptarme si tienen cero paciencia con los niños, ellos solo piensan en su bienestar y en tener una vida llena de lujos.
Matew me protegió desde el primer día en que nos conocimos, aún recuerdo como me ha defendido de los golpes que mi padre lanzaba sobre mi, justo en la entrada de la universidad, desde aquel momento se robó mi corazón.
Y ahora... ahora estoy feliz de convertirme en su esposa, feliz de tener a mis dos personas favoritas en el día mas importante de mi vida, Salma y Matew, no necesito mas, inclusive no necesito a mis padres ni a ninguno de los tantos invitados de ésta tarde.
Contaba los minutos para que el reloj marcara las 3:00pm y por fin ser la esposa del amor de mi vida.
¡Llegó la hora! caminaba a esa pequeña sala, allí se encontraban mis padres, Salma, la nana de Matew, el juez y él hombre de mis sueños, firmariamos brevemente y en la intimidad de nuestros seres mas apreciados, el acta que legalmente nos convertía en esposos ante la ley, dos horas después se realizaría la boda religiosa.
Por ahora llevaba un atuendo sexy, muy sexy, un vestido con una falda adherida a mis enormes glúteos, con encaje sobre mis hombros y gran parte del pecho.
- Te ves... ¡Perfecta! — Matew me regaló una de esas sonrisas coquetas que me volvían loca, esperaba la noche de bodas para ser completamente suya, moría por tenerlo dentro de mi, había soportado muchas veces las enormes ganas de entregarme a él.
- ¡Y tú estas guapísimo! Te amo Matew soy la mujer más feliz del universo. — Justo cuando lo iba a besar los aplausos de Salma se escucharon entre los pocos presentes.
- ¡Vivan los novios! — Con una reacción algo extraña Salma celebraba nuestro matrimonio.
- Es mejor que vayas a casa a cambiar tu vestido mi amor. — Matew me dio un beso en la frente, dejándome con las ganas de probar una vez mas sus deliciosos labios, enseguida me retiré para regresar rápidamente a su casa a colocar el bellísimo vestido blanco que elegí desde hace ya varios meses.
Únicamente tenía dos horas para ir y regresar a dónde ya estarían presentes el resto de los invitados, en ellos se encontraban las personas mas influyentes del país, de los cuales Matew ha sido el encargado de hacer llegar la invitación para nuestra boda.
Yo hubiese elegido algo mas discreto, con unos cuantos invitados, quizá la chica de recepción de la empresa en la que Matew y yo colaborabamos juntos, el joven que diariamente llevaba esos deliciosos cafés a mi oficina, los amigos que frecuentabamos de vez en cuando para liberar el estrés de la enorme carga por el exceso de trabajo, algunos familiares del novio, ya que yo solamente contaba con mis padres y son todo lo que yo conozco como familia, y unas cuantas personas que compartían el dia a dia con nosotros en el trabajo hubiesen sido parte de mi lista de invitados.
Pero las cosas han sido diferentes, en la boda se encontrarán los bancarios, petroleros y ceos mas importantes de la ciudad. Matew decía que el objetivo principal de la invitación a nuestra unión es que miren que él ya es un hombre estable en todos los aspectos, que se ha casado con una bella mujer e inteligente y así poder escalar al nivel en los que ellos se encuentran.
La familia Carter es una de las familias de prestigio dentro del gremio, Matew Carter es el único hijo heredero de todas las acciones de Corporation Carter. Después de que sus padres murieron en un accidente aéreo, solo esperó a cumplir la mayoria de edad para tomar el control total de la empresa familiar, cosa que me sorprende tanto, a tan corta edad, 23 años, se convirtió en el ceo mas joven de la ciudad haciendo crecer su empresa al doble de lo que la recibió.
Amaba mirarlo atento a la computadora, cerrando negocios, dando órdenes al personal, no sé si es el efecto enamorada hasta los huesos o la admiración que sentía por ese hombre, mi hombre.
- Señorita... el auto está listo. — El chófer tocaba en mi habitación, estaba lista para encontrarme con el amor de mi vida y cerrar por completo nuestro compromiso.
- Bajo enseguida. — Respondí después de regresar a la realidad.
No puedo mentir qué me siento nerviosa, mis manos sudan, como necesito a Salma aquí para que me dé algunas palabras de aliento o quizá algún regaño para tranquilizar mis nervios, desafortunadamente minutos antes de regresar ella decidió permanecer en el salón donde se realizará la boda, corroborando que todo esté en perfectas condiciones, de igual manera le agradezco sus atenciones y ayuda.
La distancia que recorreriamos de la casa de Matew al salón es muy corta, asi que no habría motivo para llegar tarde.
- ¡Estás hermosa¡ — Mi madre ya esperaba mi arribo, no sé si su comentario ha sido un cumplido o simplemente lo hace para no perder la apariencia de la madre perfecta y orgullosa de su hija ante los presentes.
- ¿Dónde está Matew madre? — Miraba desde el interior del auto y no lograba visualizarlo en ninguna parte.
Ayudada por la organizadora del evento me dirigí hasta una pequeña habitación desde donde podía tener vista de todos los presentes.
Los minutos pasaban, los invitados comenzaban a murmurar, restaban no mas de 15 minutos para comenzar con la boda religiosa, mis nervios de por si eran extremos y ahora comenzaban a incrementar al no ver a mi ya ahora esposo.
Necesitaba acudir al sanitario, sería toda una misión imposible ya que mi vestido era enorme, pero me urgía hacerlo. Como pude me escabulli de la organizadora y corrí a los primeros sanitarios que encontré.
Antes de abrir la puerta escuché gemidos, me quedé estática, con la mano en la manija lista para girar e ingresar al sanitario.
- Aggg... No podías irte con esa mujigata antes de confirmar que es estar con una verdadera mujer. — Reconocia claramente esa voz.
¿Salma? ¡Por supuesto que es ella! Es inevitable no reconocer esa voz tan chillona. Mi cuerpo estaba tenso, una parte de mi interior me gritaba no girar la manija de la puerta, pero otra parte de mi me decía que algo no estaba bien, así que tomé rápidamente una decisión, giré lentamente y abrí...
Lo que mis ojos estaban observando era la escena mas cruel y vil que jamás pensé presenciar en toda mi vida.
Salma estaba sentada en el tocador con el vestido hasta la cintura, y Matew, mi Matew, haciéndola suya. Mi mundo se derrumbó en ese instante, mis ojos se llenaron de lágrimas, mi cuerpo temblaba, mi corazón podía explotar en cualquier momento.
- ¡Hanna...! — Matew intentó formular algunas palabras.
- ¡Cállate! ¡Eres un asqueroso miserable! — Golpee fuerte su mejilla, con todas mis fuerzas, tanto que mi mano quedó con mucho dolor.
- Déjame explicarte por favor, las cosas no son como parecen. — ¡Vaya que su nivel de sinismo es alto¡
Rápidamente Salma y Matew se alistaron, colocando su ropa de regreso donde tenía que estar.
— ¿Explicarme? ¡Qué vas a decir! ¿Que no acabo de ver a mi mejor amiga teniendo sexo con mi recién esposo de hace dos horas? — Estaba realmente alterada, me sentía fuera de mis casillas, quería molerlos a golpes a ambos.
- Lo siento Hanna, esto no tenía que ser asi, pero lo es, Matew y yo nos amamos somos el uno para el otro. Él sólo está contigo por las apariencias ¡Así que aceptalo! — La desvergonzada habló...
- Tú eres... ¡Eres una zorra! Ahora entiendo tantas cosas ¡Cómo pude ser tan estúpida! — Arranque el velo de mi cabello.
- ¡Hanna espera! ¡Te prohíbo hacer un escándalo! Debemos seguir con esto y después ya veremos como lo solucionamos. — No podia contenerme, estaba destrozada.
- ¿Solucionar? ¿Hablas enserio? ¡Yo no soy tu tonta¡ ¡No quiero volver a verte! — Matew intentó detenerme, jaló ni vestido lo cual ocasionó que se rompiera quedandose con un trozo de tela en sus manos.
Salí apresurada de aquel lugar, corrí por el salón hecha un desastre, con el maquillaje deslizandose por mi rostro, el vestido dañado y mi corazón hecho pedazos.
- ¡¿Qué es lo que te pasa niña!? — El jaloneo de mi padre me detuvo.
- ¡Déjame! — Hablé fuerte.
- ¿Qué no te das cuenta que estamos haciendo el ridículo? — No esperaba mucho de mis padres, ellos apoyan a Matew ante cualquier circunstancia, no tiene caso que les cuente lo que acabó de presenciar, al final ellos estarán aun así de su lado, ya que él es quien paga sus enormes cuentas en los restaurantes, sus viajes y su vida llena de lujos.
- Supongo que ya sabes lo de Salma, te advierto que no permitiré que arruines lo que estabamos por conseguir. — Mi madre habló a regañadientes.
No es sorpresa que ellos estuvieran enterados, podría esperar cualquier traición de su parte aún mas que de Salma.
No puse atención a nadie mas en ese enorme salón, busqué inmediatamente al chófer.
- ¡Dame las llaves del auto! — Le ordené.
- ¿Está bien señora Carter? — Sus palabras aumentaron mi dolor al recordar porque es que me encontraba aquí enmedio de tanta celebridad haciendo el ridículo, ese sería mi nombre como esposa del traicionero de Matew.
- ¡Jamás me vuelvas a decir asi! y ¡Dame lo que te ordené! — Extendí mi mano para que colocara las llaves del automóvil.
Salí sin mirar atrás, arrancando otra parte de mi vestido, no me importaron las burlas, los rostros de sorpresa de los invitados, los murmullos de todos preguntándose que es lo que estaba ocurriendo.
Subí al auto, maneje a toda velocidad de regreso a casa de Matew, necesitaba coger mis pocas cosas, no tenía pensado volver a este lugar y menos si tenía que encontrarme con él.
Cambié el vestido de novia y como únicamente tenía el sexy mini vestido que use para la boda legal no tuve más opción y lo coloqué nuevamente.
Busqué la caja de cosméticos y lo necesario para borrar el maquillaje destruido, como me fue posible me di un retoque a mi horrible rostro, no estaba de ánimos para mas que borrar las manchas de tantas lágrimas.
Conduje hasta el primer bar que encontré, sólo quería perderme en la extraña sensación que causaba el alcohol...
- Un whisky... — En unísono mi voz y otra bastante varonil coincidieron...