- ¿En qué piensas?
Preguntó Lyn, tomando mi mano, ambos estábamos en el pasto, viendo el cielo despejado.
- En cómo rompí mi record – sonreí – Reduje tres segundos en los 400 y logré subir tres centímetros la barra en el salto alto
- Te felicito – miré su rostro, no se veía nada feliz – Mientras tu subes de tres en tres, yo… - soltó un suspiro – Estoy empeorando y sé que Beatriz hace los 110 con obstáculos en doce segundos
- También lo he oído
Beatriz era una chica que iba a mi escuela, de mi mismo grado, pero al igual que Kyle, ella era de otra sección. Esa chica se dedicaba al cien por ciento en los deportes, aunque tuviera los medios necesarios para ir a una universidad sin necesidad de una beca de deporte. Sabía que ella era la principal rival de Lyn, pero no había mucho que pudiera hacer por ella, no estaba en mis manos hacer mejor deportista a Lyn.
- Levántate – me pidió y yo obedecí – Hay que seguir entrenando, no hay que distraernos
Asentí. Ella empezó a correr y yo la seguí. Cuando algo se le metía en la cabeza a Lyn no había quien pudiera detenerla. Esa era una de las cosas que me gustaban de ella, su determinación. Dimos por finalizada la práctica y entonces nos despedimos con un abrazo. Amaba los domingo, era el único día de la semana que podía tener estos momentos con ella.
El lunes amaneció soleado a pesar de que poco a poco nos estábamos acercando al invierno. Me desperecé y caminé hacia el baño para darme una relajante ducha. Cinco minutos después, salí en mi uniforme hacia la cocina, donde mamá y papá desayunaban tranquilamente.
- Buenos días hijo
Saludó mamá.
- Buenos días – saludé - ¡Que rico!
- Sí… hoy todo está más rico que de costumbre
Dijo papá, besando la mejilla de mamá.
- Zack, yo siempre cocino delicioso
- Sí, pero en otra casa
Habló mi hermano, con su habitual expresión de cansancio. Se sentó en la mesa y se dejó caer, definitivamente este niño era un desperdicio. Terminé mi desayuno y arrastré a Jeremy fuera de la casa, este como siempre protestaba.
- ¡Te voy a acusar de abusivo!
- ¡Te voy a acusar de abusivo!
Gritaba él, intentado quitar mi mano de su brazo.
- ¿Abuso? – solté una risita – Yo solo intento que mi hermano vaya a la escuela – él me fulminó con la mirada - ¿En dónde está el abuso?
- ¡En la forma! – gritó y yo lo solté, provocando que se caiga - ¡Le voy a decir a mi mamá que me tratas mal!
- No importa, porque papá me defenderá – le saqué la lengua y él se cruzó de brazos – Ya, deja de comportarte como un bebé, falta poco para llegar a la escuela
- Algún día te haré pagar por todo esto…
Amenazó Jeremy y yo reí.
- Tú más bien me vas a agradecer todo lo que hago por ti
- Lo dudo…
- ¿Vas a tener club hoy día?
- No quiero pero sí
Se cruzó de brazos y se fue. Jeremy, a pesar de todo, era muy hábil con los números, así que los del club de matemáticas le rogaron para que se uniera, él no quería, decía que era muy “Genial” como para estar con un montón de nerds. Al final aceptó, pero rara vez iba, pues más paraba castigado o evitándolos.
- Entonces asegúrate de no ser castigado, Cedric no va a poder acompañarme hoy día
- Aish… gracias eh… por un momento creí que te importaba – Jeremy se cruzó de brazos – Me voy a conseguir un castigo apropósito solo para que Lily te persiga
- ¡Ey, Jeremy!
Grité, pero mi hermano se había ido corriendo. Esperaba que sus palabras no fueran en serio, sería muy malo tener que irme con Lily detrás, arruinaría mi perfecto día, mi perfecto humor. Caminé lentamente a las aulas y entré en la mía, ahí estaba Ryan con una chica, ella se veía acalorada, de seguro habían estado besándose. Me senté en mi mesa y esperé a que los demás llegaran.
- ¡Ey, mendigo!
Miré hacia Ryan.
- ¿Qué quieres?
Pregunté, mirando el techo.
- Mi mamá está deshaciéndose de nuestros viejos guardarropas – empezó a decir – Quieren saber si tu mamá las va a querer o sino para donarlas al orfanato
- Dile a mi tía que gracias – miré a Ryan – Y que lamento que su hijo sea un idiota
- Más respeto Louis… - me fulminó con la mirada – Tu familia depende de la mía
- Mi familia se sostiene de los trabajos de mis padres – miré fijamente a Ryan – Puede que tu mamá sea la jefa de mi mamá, pero eso no significa que dependamos de tu familia o que te deba de mostrar respeto
Ryan no dijo nada, solo se limitó a fulminarme con la mirada. Sonreí mirando al techo, era tan divertido hacer enojar al “Chico Flor”. A veces me preguntaba cómo es que mis padrinos, que eran muy agradables, tenían un hijo tan antipático.
El día en la escuela terminó y yo, como cada lunes, caminé hacia el gimnasio para mi práctica de salto alto. Me cambié el uniforme por la de deporte y salí de los vestidores, una buena sesión de entrenamiento es lo que necesitaba para poder coronar mi día perfecto.
- Estira bien las piernas – me indicaba el entrenador – Si no lo haces, derribaras la barra
- Sí…
Dije, respirando hondo y preparándome para saltar. Respiré hondo y fijé mi vista en la barra, tenía que concentrarme solo en la barra. Era como si mi cerebro de pronto se convirtiera en una maquina, calculando la distancia que debía de recorrer, junto con el alto de la barra, la velocidad con la que debía de correr y la fuerza de mi salto. El entrenador tocó su silbato, yo comencé a correr hacia la barra…
- ¡Eso Louis!
Gritó una voz, provocando que mi cuerpo tire la barra.
- ¡Señorita! – gritó el entrenador, mirando a Lily - ¿Qué hace usted aquí?
- La práctica de ballet se canceló
Contestó ella con una sonrisa.
- ¿La conoces?
Preguntó el entrenador y yo asentí. Era la primera vez que esa mocosa interrumpía mi práctica, ahora sí la mandaría a Marte ¡Podía arruinar lo que quisiera! ¡Pero no mi práctica! Esa mocosa me iba a causar canas, esa mocosa me iba a volver asesino si seguía así.
- Es…
- ¡Soy Lily Smith! – gritó Lily - ¡Louis es el mejor!
El entrenador me miró con una ceja alzada.
- Es una loca que me persigue
Expliqué y el entrenador asintió.
- Señorita Smith, esta práctica es privada
Dijo el entrenador.
- ¡Sí! – grité - ¡Vete!
Lily sonrió.
- Tengo derecho de estar aquí, también soy estudiante
- Pero…
El entrenador intentó hablar pero Lily sonrió más.
- Y mi papá donó el gimnasio y el estadio – la sonrisa de Lily se hizo más grande – Porque Ryan es el capitán de baloncesto
- ¿Eres… eres hija de John Smith?
Lily asintió sonriente y yo miré el suelo con derrota, otra cosa que ella lograba arruinarme utilizando el nombre de sus padres ¡Maldita sea Lily! Supongo que el dinero y el poder te hacen estar por encima de la ley y de las reglas de la escuela ¡Mierda!
- Sí
- Entonces no hay problema – el entrenador sonrió – Dile a tu papá que el equipamiento es excelente – rodé mis ojos, esto era ridículo – Y que solo consumo lo que produce su empresa – Lily rió – Y a tu mamá… tengo familia y soy bueno con ustedes
- De acuerdo…
Rodé mis ojos. Todos sabían que los Breckenridge, la familia de tía Kate, eran de temer, y sabían, y temían, que mi tía fuera igual. Nadie se metía con “Big Bang”, meterse con ellos era perder todo, así que nadie se metía con ellos, esa era una de las cosas que más le gustaba presumir a Ryan. Lily rara vez lo utilizaba, solo sacaba su “Título honorífico” cuando quería hacer algo que no estaba permitido pero estaba relacionado conmigo ¡Era desesperante!
- Bien… Louis… - el entrenador me miró – Continuemos
- Pero…
Miré a Lily, ella agitó su mano sonriente, yo bufé y asentí. Caminé hacia la línea de salida y volví a intentar mi salto ¡Derribé la puta barra de nuevo! Lo volví a intentar y volví a obtener el mismo resultado ¡Maldita Lily! ¡Su sola presencia era dañina! Ahora no me salía bien mis saltos.
- ¿Qué sucede Louis? – preguntó el entrenador – Hace diez minutos lograbas tus saltos…
- Mi problema es la acosadora de las gradas – murmuré – Creo que estoy cansado – le dije al entrenador – Puedo seguir intentándolo
- ¡Si estás cansado, descansa!
Gritó Lily.
- ¡Tú cállate! – le ordené - ¡Y no grites! ¡No estoy sordo!
- ¡Tú también estás gritando!
- ¡Yo no…! – respiré hondo – Yo no estoy gritando… - ella sonrió de nuevo ¿Por qué yo? ¿Por qué tenía que tener a una niña obsesionada con mi persona? – Solo… vete
- Pero yo me quiero quedar – Lily hizo un puchero – Tú no eres mi padre como para ordenarme que vaya
- ¡Por favor! – supliqué - ¡Lárgate!
- No quiero…
Se cruzó de brazos y entonces mi irritación subió a su máximo. Caminé hacia ella y entonces la jalé del brazo, obligándola a bajar a la carrera por las gradas. Mi entrenador nos miraba con los ojos bien abiertos, lo ignoré y continué mi camino hacia afuera del gimnasio, aferrando fuertemente la muñeca de Lily. Salí del gimnasio y la lancé contra una pared, acorralándola y mirándola a los ojos.
- Deja… de… acosarme – pronuncié con lentitud – Me enoja tenerte pegada a mí, me enoja verte la cara, me enoja que seas cercana a mi familia, me enoja ser cercano a tu familia, me enoja todo lo relacionado a ti… - ella solo me miraba fijamente – Me enojas… ¿Sabes? – ella estaba seria – Solo vete…
Me separé de ella y entonces me giré, dispuesto a regresar a mi práctica, esperando a que ella decidiera irse. Caminé un paso y entonces una mano me sostuvo, me giré y vi el rostro triste de Lily. Ella me miraba fijamente, su mirada no me intimidaba, lo único que quería era que me soltara.
- No voy a perder este reto… - dijo – Lograré que te enamores de mí
- Es un reto contra ti misma – me solté de su agarre – Tú solo estás loca – la miré con enojo – Deberías de pedirle a tus padres que te internen en el manicomio
- Ya verás… - volvió a decir – Te terminarás enamorando de mí
- Eso solo sucedería si los cerdos volaran
No dije nada más, me sentía demasiado enojado. Regresé al gimnasio, ella no me siguió, eso estaba bien. De veras que no había persona más irritante que Lily. Asfixiado, así me hacía sentir esa niña, me hacía sentir asfixiado. No había, de veras, persona que odiase tanto a Lily como yo.
Volví a mi práctica, pero el resultado fue el mismo. El enojo que Lily había dejado en mi interior no me dejaba en paz. Respiré hondo, bajándome del colchón, esa mocosa lo tenía que arruinar ¡Mi día había sido perfecto hasta que ella apareció! ¡La odiaba! ¡La quería bien lejos! Si no le temiera a la cárcel, la mataría yo mismo.
- Dejemos la práctica aquí
Pidió el entrenador.
- Pero…
Él me alzó una mano, obligándome a callar.
- No estás concentrado – dijo – Mejor terminemos y no vuelvas a traer a esa niña
- Créame cuando le digo que no quiero cerca a esa niña
El entrenador asintió y yo caminé derrotado hacia los vestidores. Me di una ducha rápida, el agua fría calmaría mis nervios por unos minutos. Me puse de nuevo mi uniforme y salí del gimnasio. Busqué a Jeremy a su club de matemáticas, el pinche niño había sido castigado y ya se había ido a casa ¡Más le valía que no lo hubiera hecho apropósito! Resoplé y comencé mi camino a casa.
Mi perfecto día se había arruinado, había comenzado tan bien y ahora se había arruinado. Pateé una lata aplastada que encontré en el camino, nada de esto hubiera pasado si no me hubiera topado con Lily, nada de esto hubiera pasado si ellos no hubieran vuelto a América, nada de esto hubiera pasado si ella no hubiera nacido. Cerré los puños, en verdad necesitaba un respiro de Lily, necesitaba estar al menos un tiempo sin su presencia. Tal vez debía escapar, huir de Londres e irme a otra parte, al campo, a cualquier lugar que Lily no pueda ir, tal vez el que se debía ir a Marte era yo.
- ¡Al fin te alcanzo!
Giré, ahí estaba Lyn. Sonreí, ella llevaba puesto su uniforme aún.
- ¿Acabas de salir?
Pregunté sonriente.
- Sí – se enganchó a mi brazo - ¿Cómo ha estado tu día?
- ¿Quieres la verdad o la mentira?
- Oh no… - ella me preguntó con preocupación - ¿Qué pasó?
- Nada… - respiré hondo, no quería agobiarla con mis problemas – Es solo que no hice bien mis saltos
- ¡Oh! – ella de pronto sonrió – Yo en cambio… - sonrió aún más – Tuve una excelente práctica – empezó a dar saltitos – Reduje mi tiempo en los obstáculos – parecía muy orgullosa – Me siento feliz
- Me alegro
Intenté sonreír, pero el enojo de hace unos minutos no me lo permitía.
- No pareces nada feliz
Lyn hizo un puchero.
- Lo siento… - me disculpé – Pero es que no estoy de humor
- Bueno…
Volvió a abrazar mi brazo y continuamos caminando.
- ¿Este domingo quieres salir?
Pregunté de pronto y ella me miró, mordiéndose un labio.
- Quiero practicar en la pista de atletismo…
Contestó.
- Oh…
- Es que… - me detuvo – Tú reduces tus tiempos en cada práctica, siempre te escucho lo excelente que eres y lo excelente que es tu entrenador y lo excelentes que son todos los deportistas de “SILVER RIVERS” – bajé la mirada – En mi escuela no hay eso… - asentí – Debo de esforzarme el doble
- Entiendo…
Solté un suspiro.
- Me alegro que así sea – tomó mi mano – Ya veremos cómo vernos, pero hasta que no logre ganar mi ingreso a la universidad…
- Entiendo
Volví a decir.
- Llegamos… - Lyn señaló su casa – Nos vemos…
- Nos vemos
Nos quedamos viendo, no dijimos nada, no hicimos ni un movimiento, solo nos miramos. Ella se dio media vuelta y se fue. Me quedé ahí parado, viendo su puerta cerrada, sintiendo que mi día no podía empeorar.
Comencé de nuevo mi camino a casa, ahora todo estaba gris, aunque el sol brillaba. Los arboles se mecían, llenando el ambiente de un ambiente plácido que solo lograba irritarme más, es que no le podía encontrar la belleza a nada cuando la amargura me llenaba. Un día agradable poco a poco se iba tornando en el peor de todos cuando es perturbado su curso, mi día estaba arruinado y yo mismo me encargaría de arruinarlo más, pues mi carácter era así, mi ánimo no mejoraría sino hasta el día siguiente.
Llegué a casa y entré, mis fosas se llenaron de un exquisito aroma a canela, mamá debía de estar haciendo algún postre. Entré en mi habitación y me recosté en mi cama, boca abajo, sumergiéndome en la oscuridad de la almohada contra mi rostro. Era tan injusto que mi día estuviera arruinado por una loca acosadora, pero no podía hacer nada, en nueve años no he podido hacer algo.
La puerta de la casa sonó, alguien acaba de salir. Me erguí y salí de mi habitación, pues en ningún momento había escuchado la voz de mi hermano o de mis padres, solo la puerta. Caminé hacia la cocina y encontré un plato en la encimera. Había rollos de canela, estaba en lo cierto, habían hecho postres. Me pareció raro, normalmente mamá hacia postres en nuestros cumpleaños, porque el trabajo no le daba tiempo para hacer cosas deliciosas para su propia familia. Tomé uno y encontré un papel debajo. Lo tomé, no era la letra de mi mamá, ni la de papá, ni mucho menos era la letra de Jeremy, sus caracteres normalmente no se entendían. Dejé el postre a un lado y leí la nota:
Lo siento
No quería molestarte
Dejé la nota a un lado ¿Cómo es que ella había logrado entrar en mi casa? Tomé el plato con los rollos de canela y los tiré a la basura. No iba a probar algo que fue hecho por Lily.