Capítulo 2

2640 Words
Capítulo 2 Correr, siempre me gustó correr, cuando tienes una acosadora, correr se convierte en tu vida. Amaba correr, competir, hacer salto alto, amaba el deporte, y esta era mi única forma para poder ingresar a la universidad. Mamá y papá no tenían mucho dinero como para poder pagarme una buena universidad, es por eso que intentaba siempre tener buenas calificaciones, ser aplicado, y sobre todo practicar arduamente para mis competencias. Continué corriendo, los domingos en las mañanas corría. Durante la época de clases, salía a correr en la noche cuando terminaba de hacer mis deberes, y en las mañanas en los fines de semana. Lily siempre me hacia entrenar de más, era lo único que le podía agradecer, pues siempre me perseguía y yo tenía que salir huyendo. - ¡A tu derecha! Gritó una voz y yo sonreí. - ¡Te atraparé Lyn! Grité, corriendo más rápido. Ella rió, dándose la vuelta y acelerando el paso. Esta era otra de las cosas que me gustaba de correr, Shaylyn Stevens, más conocida como Lyn. Definitivamente no había chica más bonita y divertida que ella, podía quedarme horas viéndola correr o sonreí, pero los estudios no me dejaban quedarme mucho tiempo aletargado. La logré alcanzar y ambos caímos al pasto, riendo. - ¿Qué tal tu día? Preguntó y yo miré el cielo. - Apenas son las ocho, no he disfrutado mucho de este día - Cierto… - ella rió y yo la observé, como dije, podría observarla por horas - ¿Qué tal las prácticas? - Cansadas – contesté, sentándome - ¿Y las tuyas? - Igualmente – contestó, sentándose también – Pero con las competencias tan cerca… tengo que vencer a Beatriz como sea - Me imagino – contesté, mirándola fijamente – Es nuestro año de graduación, debemos poner todo en la pista si queremos ser reclutados por alguna universidad - Sí… - Lyn se abrazó las rodillas y miró al cielo – A pesar de que yo no voy a una escuela tan cara como la tuya… igual no tengo mucho dinero como para pagar la escuela de medicina - Algún día tendré una empresa grande y ganaré mucho dinero – miré al cielo – Entonces no seguiré viviendo con preocupaciones - Yo tampoco… La miré, ella sonreía de nuevo. - Todo lo que tenga lo compartiré contigo… Confesé y ella sonrió aún más. Me fui acercando a su rostro y entonces junté nuestros labios. De verdad que Lyn era una chica maravillosa, la quería mucho. Hace unos meses nos confesamos, nos dijimos cuánto nos queríamos y nos dimos nuestro primer beso ¡Ella era mi primer beso y yo el suyo! Pero decidimos mantenernos solo así, como dos amigos que saben que se gustan, se visitan, hacen ejercicios juntos, salen y se dan besos, porque ambos coincidíamos en que teníamos demasiadas cosas que hacer como para distraernos con una relación serio, a pesar de ello, era como si lo fuera, pues la quería demasiado y ella a mí. Nos volvimos a parar y continuamos corriendo. Los domingos por la mañana eran perfectos para correr, sobre todo con el clima templado de noviembre. Me despedí de ella con un abrazo y una sonrisa, luego volví a casa, necesitaba descansar y darme una ducha. Al día siguiente me levanté temprano como siempre, para evitar a Lily en la entrada de la escuela, yo siempre tenía que llegar a primera hora, cuando abrían las puertas. Años de ser acosado habían hecho que me volviera madrugador, eso era una de las cosas que le agradecía a Lily. Me vestí con el uniforme y caminé a la cocina. Mamá también madrugaba, su trabajo como esclava/asistente de Kate hacía que tenga que dejar el desayuno listo a horas muy tempranas, o por lo menos algo de comida ya hecha porque papá era un inútil en la cocina y mamá no quería que comiéramos carbón. - Buen día hijo - Buen día mamá Saludé, sentándome en la mesa. - Tengo hambre… Dijo Jeremy, entrando con cara de somnolencia. - Ya despiértate – le ordené, dándole un zape cuando se sentó – Tus maestros me dicen que te quedas dormido - Aish… ¿Qué querías? – Jeremy me fulminó con la mirada – Me obligas a levantarme temprano o me dejas seguir durmiendo - Debes de aprender a ser responsable y madrugador – contesté, encogiéndome de hombros – Además, no tendrías tanto sueño si tan solo no te quedaras hasta tarde viendo televisión o leyendo historietas - No me molestes… Protestó, recostando su cabeza en la mesa. - Ya, no se fastidien tan temprano – pidió mamá, dejando el desayuno en la mesa – Iré a despertar a su papá, vayan comiendo - Apresúrate Le ordené a mi hermano. - ¿O si no qué? – preguntó - ¿No vas a poder evitar a Lily? - Cuando has sido perseguido durante nueve años, ya sabes cómo evitar a tu acosador - Pues aguántate, yo tengo hambre y quiero disfrutar mi desayuno… Después de esperar a que Jeremy terminara su desayuno, por fin salimos de casa y caminamos hacia la escuela. Jeremy como siempre estaba pateando los basureros y regando la basura, uno de estos días él me iba a meter en problemas, eso era un hecho. Mi hermano era muy inquieto, me desesperaba, siempre estaba metido en problemas y provocando enojos a mis padres, papá siempre lo amenazaba con mandarlo a la escuela militar o a trabajar como peón en las minas si no se comportaba, pero él no se inmutaba, sabía que mamá no lo dejaría ir a esos lugares ¡¿Por qué tenían que engreírlo tanto?! Bueno, supongo que eso es el beneficio de ser el menor. Llegamos a la escuela y nos despedimos. Miré mi reloj, aún sobraba mucho tiempo para ir al aula, no debía de haber nadie aún. Caminé lentamente hacia el estadio y me senté en las tribunas. Respiré hondo, en enero comenzarían las competencias, dentro de dos meses, debía de prepararme bien si quería ganar y conseguir ser reclutado. - ¡Louis! Exclamó una voz y yo me maldije por dentro. - Es mi momento de relajación – cerré los ojos y alcé la cabeza, sintiendo el aire acariciar mi rostro – Vete - Hoy llegué temprano – solté un bufido, de nuevo iba a ignorar todo lo que le fuese a decir – Ryan tenía que reunirse con su grupo de estudio - Que me importa… - Yo no tenía nada que hacer así que decidí venir a recorrer la escuela – rodé los ojos, esta niña era imparable - ¡Y te encontré! – Lily se abalanzó sobre mí – El destino quiere juntarnos - Lily… - la aparté, ella seguía riendo – El destino solo nos juntará cuando los cerdos vuelen – Lily miró el cielo, señalando con su dedo - ¿Y ahora qué haces? - Busco un cerdo volador Contestó y yo no pude evitar reír. Ella sonrió y yo al instante me quedé serio. Me acomodé el uniforme y me levanté, empezando a caminar lejos de ella. Lily comenzó a llamarme, yo como siempre la ignoraba ¡¿Es que no podía entender que no la quería cerca?! Durante nueve años estuve intentando que ella me dejara en paz, rechazándola y siendo directo con ella, pero parecía que le entraba por un oído y se le salía por el otro. - ¡Louis! Alcé la mirada, era Cedric. - ¡Cedric! Corrí hacia mi amigo. - ¿Tanto me extrañas? Rió. - No – reí – Pero Lily está buscando cerdos voladores y espero que no los encuentre - ¿Cerdos voladores? – Cedric me miró con una caja alzada - ¿Quiero saber? - No Contesté. - Algún día esa niña debe de entender que no te agrada - Espero que ese día sea antes de mi muerte Ambos reímos y caminamos hacia el aula, las clases eran lo único que lograba sacar a la pesada de Lily de mi cabeza ¿Qué pasaría si ella nunca se rendía? Ella había dicho que me veía como un reto ¿Y si nunca se cansaba de intentarlo? Si no logro soportarla en la escuela, si no he logrado soportarla durante todos estos años, menos la iba a soportar toda una vida. Las clases terminaron y junto Cedric caminamos hacia el gimnasio. Yo era parte del equipo de atletismo de la escuela “SILVER RIVERS” y además era su representante en las competencias de salto alto, eso significaba que tenía que entrenar mucho. De lunes a viernes entrenaba en la escuela después de clases. Lunes, miércoles y viernes tenía salto alto, los martes, jueves y sábados tenía atletismo. Los deportes consumían casi todo mi tiempo, pero si esa era la única forma de ingresar a la universidad, pues entonces tenía que hacerlo. Continuamos caminando, a pesar de que Cedric no era deportista, él me acompañaba para darme apoyo moral, él era buen amigo. Por el camino íbamos hablando y riendo sobre cómo una paloma entró en el salón de clases y se llevó el peluquín del profesor de geometría. Doblamos la esquina y nos chocamos con un grupo de tres chicas, Lily y sus dos mejores amigas, Nadia quien era prácticamente mi prima por ser hija de mis “Tíos” y Susan, una chaparrita que no hablaba mucho. - ¡Lou! – sonrió Lily – Te dije que el destino nos quiere hacer reunir - Claro… - continué mi camino – Ya te dije que cuando los chanchos vuelen, el destino nos querrá juntos - ¡Nos vemos luego! Gritó, agitando su mano por encima de su cabeza. - “¡Nos vemos luego!” – remedó Cedric y yo reí – Esa niña necesita una vida No dijimos nada más, Lily no era mi tema preferido para conversar. Por fin en el gimnasio, pude despejar mi mente con una ardua sesión de entrenamiento. De verdad me gustaba hacer deportes, pero no era lo que quería hacer para toda la vida. Quería ser como el padrino de mi hermano, o como el mío, a pesar que no me agradaran sus hijos, porque Nadia tampoco era de mi agrado, William y John eran dos de mis modelos a seguir. Después de una exhaustiva práctica, salí del gimnasio con Cedric. Lo que más me apetecía en ese momento era poder comer y dormir. Pasamos al lado de las salas de baile, aún había gente ahí. La escuela “SILVER RIVERS” tenía, entre las tantas cosas que poseía, una academia de ballet, y era prestigiosa, además, había un club de danza, para bailarines que no amaban los clásicos. Sabía que ambos grupos habían ganado infinidades de premios en representación de la escuela, eran admirables. Lo único malo que tenía su elenco de ballet, era nada más ni nada menos que Lily Smith, considerada la mejor bailarina de la academia. El cerebro de Lily era incapaz de aprender las clases, pero era capaz de memorizar muchas coreografías ¿Cómo podía desperdiciar su vida en algo que no la llevaría a ningún lado? Bailar no te llevaba a ningún lado, no te abría las puertas de ninguna universidad, un claro ejemplo era mi papá ¿Cómo sus padres, dos personas tan exitosas, podían dejarla hacer su voluntad? Esa era otra de las razones por las que Lily Smith jamás iba a ser de mi agrado, porque lo tenía todo y no lo aprovechaba. Ya en casa terminé de hacer las tareas, cené con mi familia y me fui a acostar. Miré el techo, había logrado subir unos cuantos centímetros más la barra, había superado mi record. No había nada que no pudiera hacer, desde sacar buenas notas, ser un galán, y excelente en cada deporte ¡Yo lo podía hacer todo! Sonreí, debía dejar de presumir. Los días siguieron pasando, me sentía algo cansado pues entrenar todos los días todo el día, hacer tareas, estudiar y no olvidarme de comer, respirar e ir al baño, era agotador. Me vestí y salí de mi habitación, mis padres ya estaban desayunando y Jeremy como siempre lucía como si se fuera a caer del sueño. Terminamos el desayuno en tiempo record y salí disparado de casa con mi hermano, sin importarme sus protestas para que fuera más lento. Llegué a la escuela con horas de anticipo, como siempre. Jeremy, renegando, se fue a su salón de clases. Yo comencé a caminar al mío, aún no había mucha gente, pero por lo menos podría estudiar tranquilamente por unos minutos. Entré en mi salón de clases y me encontré con Ryan Smith. Él esbozó una sonrisa burlona y petulante, yo solo continué mi camino. Mis padres me contaban que él y yo solíamos ser muy buenos amigos ¿De verdad? Era algo imposible de creer, porque él era una persona a la que yo detestaba mucho, siendo superado por su hermana. Desde que regresó de América lo único que ha hecho es querer hacerme notar lo superior que era, en todos los sentidos, y recordándome en cada momento mi posición y el hecho de mi mamá trabajaba en su casa. Tan pronto como las clases comenzaron, así de rápido terminaron. Tomé mis cosas y caminé hacia el gimnasio, tenía práctica de salto alto. Por el camino varias chicas me saludaban al igual que varios chicos, debía de admitir que yo era un chico popular ¡Todo caían por mi flameante carisma! Sobre todo las chicas, aunque ninguna me gustaba tanto como Lyn. Continué caminando, acercándome cada vez más a la zona de peligro, las salas de bailes donde Lily podía estar. Doblé la esquina y me encontré con la guerra entre los Capuleto y los Montesco. Los del club de baile y los de la academia de ballet se tenían una guerra jurada, una que al final del año escolar se resolvía por el número de premios en sus vitrinas. Los del club de ballet se creían mejores que los del club de baile, alegando que el ballet era un deporte y que era muy difícil, los del club de baile decían que bailar estilo libre o cualquier otro tipo de danza que requiera mover todo el cuerpo expresando sentimientos, era más difícil que pararse sobre la punta de los pies. Estas disputas me importaban un bledo, era como la del equipo de matemáticas con el de debate, eran tonterías. Negué con la cabeza e intenté seguir avanzando, para mi mala suerte la entrada al gimnasio estaba al final del pasillo de los dos bandos de baile. Desistí de mi avance, mejor era esperar a que las masas se calmen. - ¡No peleen! Pidió una voz y yo rodé los ojos. Solo Lily podía creer que unas simples palabras arreglarían un pleito de años. La observé, se veía preocupada, era una tonta que se iba a meter en problemas. Sus amigas la miraban e intentaban protegerse de las personas que se empujaban, solté una risa, las tres se veían tan patéticas. Lily se subió en una escalerita y empezó a gritarles a todos para que se calmaran, reí aún más ¿Ella en verdad creía que sus pobres intentos los harían parar? Las peleas de los bailarines normalmente terminaban con algún lesionado, era necesario el lesionado para que la pelea acabe. - ¡Váyanse a otra parte, callejeros! Gritaba un bailarín de ballet. - ¡Cálmense! Gritaba Lily desde la escalerita. - ¡Pinche marica, atrévete a decir eso de nuevo! Gritó un bailarín del club. - ¡Cálmense! Gritó Lily aún más fuerte. - ¡Lily, cuidado! Gritó Susy y entonces vi como Lily era empujada de la escalera. Ella pegó un grito y todos se quedaron en silencio. Empecé a caminar, no para ver el estado de Lily, sino porque ya había parado la pelea con el herido necesario y necesitaba llegar al gimnasio. - ¿Estás bien? Preguntó una voz, era Kyle, el presidente del club de baile, un chico de mi mismo grado pero de otra sección. Él sostenía a Lily en brazos, ella solo lo miraba. - Sí… Contestó ella, sonrojándose. Sonreí, con algo de suerte, ese chico sería su nuevo punto de obsesión. Llegué al gimnasio y me cambié la ropa, era mi hora de entrenamiento, debía de relajarme y mentalizarme en hacer un buen trabajo.
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