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Una Mujer Implacable

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Blurb

Elizabeth Bosch es una de las empresarias más importantes de New York, famosa por su belleza, su talento para los negocios, pero también por sus gustos extravagantes en la intimidad y su forma de tratar a los hombres… a la r**a humana en general. La única persona que aplaca su carácter es su hermana menor, Angelina. Y su asistente, James Knox.

Pero un hombre enfrentará a estas hermanas, donde cada una deberá tomar elecciones sobre el amor, algo que Elizabeth no conoce... o cree no conocer.

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Capítulo 1
Me bajo del auto, caminando igual que siempre, con paso decidido, demostrando que con mis tacones podría pisotear el mundo si se me diera la gana. Pero por ahora necesito peones que trabajen para mí, así que me guardo las ganas de desaparecerlos y me desahogo en mis sesiones de s3xo duro con mi amante de turno. Tres metros antes de llegar a la puerta, ya está abierta y despejada, en el hall principal de mi edificio nadie pasa por delante y, aunque todo el mundo me saluda sin mirarme a los ojos, yo no respondo ni un solo saludo, no tengo por qué hacerlo. Knox ha llamado al ascensor y mantiene las puertas abiertas para mí. -Buenos días, señorita Bosch – ingresa al ascensor conmigo y saca su agenda -. Hoy tiene confirmada la cita con el grupo Portman, para las tres de la tarde. Por la mañana tenemos la reunión con el directorio, para analizar las posibilidades de aceptar una oferta de William Portman… -No me interesa. Yo soy la CEO de esta empresa, lo que diga el directorio me tiene sin cuidado – le digo levantando una ceja a través de mis lentes de sol -. -Lo sé, pero ellos se sienten con el deber de señalarle lo que debe hacer, como si usted lo necesitara. -Por eso me gustas, porque sabes lo que me gusta oír – detengo el ascensor y acorralo a mi asistente contra una de las esquinas -. James Knox tiene veintiocho años, de cabello castaño, un metro ochenta y cinco y bien formado, es un maldito dios en la cama, me deja hacerle lo que se me pega la gana y está bien equipado, por eso ha durado tanto bajo de mi cuerpo. Pero también es un chico inteligente, si ha visto alguna conspiración en mi contra, la elimina de raíz, yo solo me entero cuando ha ejecutado la sentencia, lo que me agrada más aún, porque así solo me dedico a hacer crecer mi imperio. Cualquiera que no me conozca podría pensar que estoy enamorada de él y por eso le dejo tanta libertad, pero lo que no saben es que, si mete la pata, me lo cobro caro. -Se-señorita Bosch – me dice cuando meto mi mano en su pantalón -. Recuerde que mandó instalar una cámara en el ascensor… -Me importa una mi3rda si me ven haciendo lo que tengo en mente ahora – lo tomo de la nuca con la mano libre y lo beso con violencia -. Me da acceso a su boca, mi lengua lo invade sin piedad, muerdo su labio inferior y lanza un gemido cuando mi mano aprieta su mi3mbro. -Eres mío, hasta que me canse de ti. Si quiero foll4rte en medio del pasillo de presidencia, lo hago… si alguien se quiere quedar mirando, es su problema, no el mío… ¿Tú tienes algún problema con eso? -N-no, claro que no – me dice moviendo sus caderas, mientras lo masturbo -. -Hoy en la noche, te quiero en mi departamento. Vamos a terminar allí lo que empecé aquí – le dejo un beso rápido y sonoro -. Has sido un buen chico, prepara tu mejor cara de combate, irás conmigo a esa junta de directorio. -No diré nada sobre eso – dice arreglándose la ropa y acomodando su bulto para que no se note, pero eso es imposible -. Si quiere que esté allí, lo haré. Se para erguido, como si el huracán Elizabeth no lo hubiese atacado. Deja la agenda a la altura de su bragueta, pero lo miro quitándome las gafas. -No te avergüences de él, si los hombres se ríen es por envidia, si las chicas se quedan con la boca abierta es porque sueñan con tenerlo dentro de ellas… - salgo del ascensor caminando directo a mi oficina -. Pero por ahora, es solo para mí, y yo no comparto. -Sí, señorita. Me sigue hasta la oficina, mueve la silla para que tome asiento y abre una carpeta con documentos que debo firmar. Sale para tomar su lugar en el cubículo frente a mi oficina y, a través de la puerta de cristal lo veo enterrar la cabeza en el ordenador, escribir como loco y contestar el teléfono a la vez. Me olvido de mi asistente y comienzo a revisar cada documento. Luego paso a una carpeta con los nombres de los nuevos aspirantes para las distintas áreas. Me llama la atención el nombre de una de las chicas, es la única que no tiene fotografía, llamo a James y se para de inmediato. -Esta chica, no tiene fotografía, pide a Recursos Humanos una fotografía o queda fuera, aunque sea la pasante ideal para el departamento de diseño tecnológico. -Ya estoy en ello - me dice marcando desde su celular al departamento -. Sale de la oficina, porque sabe que no me gusta oír cómo hace su trabajo, continúo con lo mío y unos minutos después, ya vuelve con una respuesta. -Bien, no tienen una fotografía. Pero me dijeron que pueden llamarla para pedirla. -No, esto se soluciona fácil – busco el expediente y marco el número de la chica -. A veces, prefiero hacer las cosas a mi manera. En cuanto voy anotando los números, me aparece un nombre que conozco muy bien. -¡Maldición! – llamo y al tercer timbrazo me responde -. Con la señorita… ¿Dalia Jackman? -Ay, por Dios… no es lo que piensas… -No me mientas, es justo lo que es. Si querías hacer la pasantía aquí, solo debías decirme. -Para ser honesta, postulé a otras cuatro empresas. No creí que pasaría el filtro de tus sabuesos. -¿Cómo lo hiciste? Aquí todos saben que eres mi hermana. -Lo mandé por correo. -Angelina, que sea la última vez que me ocultas algo así… -Elizabeth – suspira cansada -, eres mi hermana mayor, agradezco todo lo que has hecho por mí, pero debo tener mis propias alas para volar. -No hables de esa manera, sabes que lo detesto. -Bien, ya estoy grande y debo cuidarme sola. -Sabiendo que eres tú, te quedas con el puesto. -¿Solo por eso? -Bueno, venía tu expediente en la lista de seleccionados para los cargos solicitados. Yo soy quien termina de dar la última palabra, sin conocerte ya te quería aquí, así que Recursos Humanos se pondrá en contacto contigo para decirte cuando empiezas. Adiós. -Adiós, hermana querida, nos vemos. James se ha quedado parado allí, escribiendo miles de esas cosas que solo él escribe. Lo miro fijamente y se va. Así es, escuchando conversaciones ajenas y trabajando a medias, pero ya me las cobraré por la noche. Sigo en lo mío, hasta que James me dice que ya todos esperan por mí en la sala de reuniones. Me pongo mis lentes de sol y camino con plena seguridad. James me abre la puerta y todos se ponen de pie, vuelve a tomar asiento cuando yo lo hago. James es quien rompe el silencio. -Esta reunión extraordinaria es para opinar acerca de la propuesta de William Portman, quien desea invertir en Bosch Technology & Industries, a cambio del 20% de las acciones. -Yo creo, señorita Elizabeth – dice Carlson, uno de los accionistas más antiguos -, que es una oportunidad excelente, Portman tiene ideas tecnológicas que podrían abrir el campo de visión de nuestra empresa. -Sí – dice Angie Bowman -. La verdad es que él es un hombre muy inteligente, realmente capaz de hacer grandes cosas por esta empresa, si se le abrieran las puertas. -Perfecto – les digo, sin ganas de querer escuchar a nadie más -. Entonces, me imagino que entre ustedes le darán ese 20%, porque de mi 51% no saldrá – todos se me quedan viendo y miran la mesa -. Eso pensé. El asunto aquí es que, yo no quiero un nuevo accionista, para eso los tengo a ustedes y ha sido el peor error de mi vida dejarlos entrar – todos se me quedan viendo, algunos sorprendidos y otros con mala cara -. Entre mi hermana y yo, seguimos teniendo el 60% de la empresa, por lo que la decisión recae en nosotras, y ya que tengo un poder absoluto para decidir por ella, entonces digo que no. -Pe-pero, ¿para qué es la reunión de hoy por la tarde? -Para dejarle claro a William Portman que ni una sola acción de esta empresa está a la venta, a menos que alguno de ustedes quiera vender las suyas y dejarle el lugar a este tipo. Ahora, si me disculpan, me voy a trabajar, porque yo sí tengo mucho que hacer. -Espere, deberíamos votar – dice Carlson -. -Le recuerdo que las votaciones no son por mayoría, sino por la cantidad de acciones, sigo ganando. Si no les gusta el manejo que tengo sobre mi empresa, pueden venderme sus acciones, las que pagaré con gusto por el triple de lo que ustedes pagaron. El silencio es absoluto, todos saben que irse de aquí es perder una renta fija bastante importante, sus lujosas casas en The Hampton o en Los Ángeles serían las primeras en desaparecer y tendrían que buscar algo similar, pero sería imposible. Salgo de la sala, con paso decidido a mi oficina, James me sigue de cerca, veo la hora y siento que no me puedo aguantar hasta la noche, una sesión de s3xo exprés me vendría bien para eliminar tensiones. -James, al cuarto de mi oficina. -Sí, señorita. Me abre la puerta, entra y aprieta el botón que polariza todo el cristal. Me voy a la habitación al lado de mi oficina, me quito el vestido y al girarme James ya está sin la ropa de arriba. -Apresúrate, James, no tenemos todo el día. Esta vez te quiero sentado, en nuestro sillón especial. -Sí, mi ama. Me quedo con la lencería, un body de encaje con liguero y las medias, James se acomoda desnudo en sillón, listo para la acción. -Así me gusta, James. Listo para darme placer.

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