Amador las encontró en el porche trasero. Las gemelas estaban sentadas bajo la pérgola, compartiendo un té helado y unas galletas que Sienna había horneado esa mañana. Saskia leía una revista de moda, mientras Sienna hojeaba una libreta con telas pegadas en ella. El viejo caminó con paso lento, pero decidido. Se detuvo junto a la mesa y las miró con seriedad. —Necesito hablar con ustedes —dijo sin rodeos. Las gemelas alzaron la vista al mismo tiempo. —¿Pasó algo? —preguntó Saskia, quitándose los lentes de sol. Amador se sentó con un suspiro. —Escuché algo... Una conversación. Algo entre Tiziano y Amelie. —¿Qué cosa? —inquirió Sienna, un poco inquieta. Amador bajó la voz, como si el aire pudiera traicionar el secreto. —Tiziano le preguntó a Amelie si había querido matarlo aquella n

