Capítulo 2 - Pretendientes

1832 Words
Pretendientes. Lorraine Marchell. Siempre he sabido que en algún momento llegaría a pasar. Antes me estresaba con solo pensarlo y ahora es igual, no aceptaré nunca que me unan a un hombre que no conozco y menos que no amo... 'Eso esta más que claro, porque aún tienes a ese mentiroso en tu corazón' - recuerda mi subconsciente, haciendo que apriete mis manos alrededor del filo de mi vestido.  «Claramente aún no sale de mi mente, pero, ¿Cómo podría simplemente olvidar a alguien que significo mucho para mí» - respondo en mi mente. Suspiro y me dejo caer sobre la cama.  Tal vez no tiene nada de malo conocer a nuevas personas. Es un nuevo inicio, ¿No?  'Trata de convencerte de eso, Lorraine' - me grita mí mente.  Aprieto el corset entre mis manos y me observo en el espejo que esta a un lado de mi tocador.  Vestirme con esto es como mentir sobre mi verdadera esencia. Es mentirme a mí misma... No soy una joven delicada.  No soy una doncella que espera por un caballero.  No soy lo que la sociedad quiere que sea.  Sería sencillo que con solo ponerme un bonito vestido y que todos se creyeran que soy una dama, pero por más que la sociedad necesite que la hija del vizconde Marchell sea una señorita respetable. No quiere ser eso, no sirve de nada.  Ni siquiera el título de mi padre le sirvió para que no lo matasen. Ciertamente mi padre era un caballero muy respetado que se regia según las normas hasta el día en que murió.  Él y mi madre eran una hermosa pareja y por supuesto todos esperaban que el resultado de tal relación fuese un niño, sin embargo el único, mejor dicho la única descendiente que tuvieron fui yo, claro esta que ya que no nació un varón, se creía que el futuro de nuestra dinastía estaba perdido. Ahora para que el título de la familia quede en buenas manos se requiere que yo contraiga nupcias con un caballero noble. Y que la siguiente descendencia de la familia sea preferiblemente un niño sano y fuerte. No obstante, no quiero nada de eso. Al menos no por el momento. Tengo mucho por vivir todavía y un esposo no ayudara con eso.  - Lorraine - mi madre llama mi atención.  - ¿Qué sucede...? - no miro a mi madre, sólo observo mi tela de mi vestido.  - Hija sé que esto no es muy de tú agrado y entiendo si prefieres que retrasemos tu debut frente al mercado conyugal - propone con calma en su voz.  - Esta bien mamá. Ya lo hemos retrasado demasiado tiempo. Aunque me gustaría gritarle que sí, pero no es debido que aplacemos más esto.  Se supone que hace dos años debí haberme casado y que para estas fecha debería tener una familia asegurada.  - Serás una hermosa jovencita, la más bella de todas - mamá se nota ansiosa, estoy segura de lleva tiempo esperando este momento.  - Claro que sí, mamá - respondo forzando una sonrisa.  - Esta casa desde la muerte de tú padre se ha visto algo apagada. Pero eso cambiara, mañana tendremos a muchos jóvenes esperando por ti.  Sí, definitivamente mamá esta lo que le sigue a emocionada... Tal vez en algún momento podre comprender la felicidad de una madre al ver a su hija ser devorada por la mirada de tantos hombres a la vez.  - Madre, no haga tanta presión - me quejo, tocando mi abdomen. No suelo usar el molesto corset.  - Es necesario, mi vida. Eres preciosa pero es preciso resaltar un poco más tu silueta - manifiesta a la vez que vuelve a jalar de las cuerdas del corset, haciendo que me falte el aire nuevamente.  - Mamá. Podría desmayarme si continua haciendo más presión. No he probado bocado - reprocho quitando de mi rostro los mechones que se pegan a mí frente.  - Tranquila, Lorraine. Todo esto es normal - sentencia ella.  En este momento entra a mi habitación mi dama de compañía.  A mi modo de ver no puede haber cosa más molesta que tener a alguien que se prácticamente es mi sombra. Pero no me molesta en lo absoluto que sea Elin, ella no es tan molesta como las damas de las otras señoritas.  - Mi señora - inclina la cabeza y yo ruedo lo ojos.  - Elin, estas aquí. Dime acaso, ¿ya llegaron los pedidos de la casa de moda de mi cuñada? - pregunta mi madre.  - Así es vizcondesa - contesta ella.  - Elin, ven aquí y amarra de una vez el bendito corset. Siento que estoy enjaulada - ella ríe por lo bajo y hace un pequeño nudo en las cuerdas del corset.  - Mamá, vestidos de la tía - ella asiente - Es demasiado, tengo algunos que no he usado y otros que han regalado.  - Claro que no, es todo lo que te mereces. ¿Cierto Elin? - cuestiona.  - Su madre tiene razón, mi señora - comenta Elin.  - Lo ves - sólo sonrío en respuesta - Elin...  - Vizcondesa.  - Trae los pedidos y que mi dama venga aquí - ordena mamá.  - Como diga, vizcondesa. Mi señora me retiro - hace saber.  - Elin, regresa antes de que muera de aburrimiento - al decir eso recibo un golpecito en la frente por parte de mi madre.  - Esas no son expresiones para una señorita - regaña mi madre. - No se preocupe, mi señora.  El resto de la tarde fue así entre cambios de vestido, todos de tonos claros, hasta que por fin, mi madre eligió uno de color crema, sencillo pero con elegancia. No s e permitió probar bocado en ningún momento del día hasta que llego la hora de la tan esperada velada.  En jardín donde se llevo a cabo la ceremonia es precioso. Si bien no soy la típica señorita refinada, puedo presumir de mi amor por toda especie de flor. En todo momento mi madre ha estado a mi lado.  La mayoría de los caballeros de la velada que a mi parecer son más que las señoritas aquí. No dejan de mi mirarme, si este era el objetivo de mi madre. Lo logró. Todo en el salón principal es hermoso.  Mentiría si dijera que no hay hombres que me parezcan atractivos, pero como dijo antes mamá, no es propio de una dama acercarse a un caballero, son ellos los que deben dar el primer paso.  Los nervios de todo mi cuerpo se disparan al verlo a él. ¿Cómo no lo pensé antes? Era de esperarse que también estaría aquí. Es el rey después de todo...  'Y también esta soltero' - murmura mi subconsciente.  Luce guapísimo y bastante elegante, como solo él puede hacerlo. Me obligo a permanecer serena, aunque ahora sea una tarea muy difícil.  Gracias a Dios logro centrar mi atención en otra cosa cuando el hijo menor del Barón Mickel Fournier se acerca a mi madre a mí.  - Vizcondesa D' Marchell, señorita Marchell - saluda, dejando después un pequeño y simple beso en el dorso de nuestras manos.  - Joven Fournier, qué lo trae por aquí en esta tan esplendida noche - pregunta mi madre, apretando discretamente mi mano.  - Algo en especial, vizcondesa - su profunda mira pasa de mamá a mí - Es que usted tiene una bellísima hija - sonrío como agradecimiento.  - Muchas gracias, mi señor - me inclino haciendo una leve reverencia.  - Vizcondesa me permitiría bailar la siguiente pieza con su hija - requiere él, con respeto y siguiendo las normas.  - Lorraine, querida. ¿Tienes alguna oposición? - indaga mamá. La observo nerviosa. Luego miro al hombre frente a mí.  - Ninguna madre, estaría encantada - expongo. Él parece estar convencido y entonces, se retira. - Lo haces muy bien - apoya mi madre - Me enorgullece saber que no le estas dando importancia a otra cosa, cariño - asiento, sabiendo perfectamente a lo que se refiere.  - Lo sé, madre - nuevamente mi mirada lo recorre de pies a cabeza. Pareciera ser que a él no le ha afectado lo que paso, pues como ya dije antes sólo fui una distracción de sus verdaderas obligaciones. Ahora esta aquí rodeado de señoritas ansiosas por contraer matrimonio. Mientras ríe con cada una de ellas. La misma risa que en el pasado me dedico sólo a mí.  Involuntariamente una lagrima corre libre por mi mejilla.  - Lorraine, ¿estás bien? - asiento.  - Sí, mamá no se preocupe - tomo con delicadeza su brazo - Iré al baño un momento. ¿Si?  - De acuerdo, ten cuidado, esperare que regreses.  Tras tener la aprobación de mi madre, comienzo a caminar en dirección a la sección de los baños. Mi caminar se ve interrumpido por Tatiana y sus amigas fieles.  - Lorraine, ¿qué tal? - cuestiona ella.  - Tatiana, querida - me fuerzo a decir - Estoy disfrutando de la velada y espero que tú también. - Deja de fingir, no te queda la etiqueta de señorita. Porque no le dejas esto a quienes si saben y se lo merecen - interroga. - Si no me equivoco, Tatiana, tú ya estas comprometida... - su rostro parece decaer - Oh, disculpa olvide que la familia de tú prometida cancelo la boda - digo con falso pesar en mi voz. - Tú eres una... - antes de que pueda decir otra cosa, su mirada se llena de miedo.  - Buenas noches, señoritas - saluda una voz detrás de mí. Su voz - ¿Hay algún problema?  - No, su Majestad. Cómo cree que podríamos causar un problema con usted en este salón - explica una de las amigas, o tal vez sería mejor secuaces de Tatiana.  - Si me disculpan, yo ya me retiraba - me excuso, ni siquiera me molesto en hacer una reverencia, sólo quiero alejarme.  Como si la presencia de Daniel en esta reunión no fuera suficiente, otro de mis más frecuentes dolores de cabeza esta aquí.  Otro casanova más para la lista de solteros presentes en esa noche. El General con el que creí no volvería a toparme esta justo frente a mí. Sin pensarlo más me dirijo rápidamente a mi lugar junto a mamá.  El resto de la noche, fue tranquilamente ofuscante para mí. Era abrumador estar encerrada en un salón lleno de personas y saber que entre ellas estaba el hombre que decía quererme y que por otra parte estaba el hombre con el que hace semanas me acusaban de mantener una relación clandestina.  Mi madre por su parte estaba muy feliz de que por primera vez me interesara por mi futuro, como no ella era no era la que bailo con casi todo el reino. Pero esta bien, hace años que no la veía reír tantas veces en una solo día. muchos jóvenes prometieron estar en casa mañana por la mañana. Para presentar sus propuestas de matrimonio... 
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