Su cabello rojizo estaba levantado en un hermoso peinado que Ana le ayudó a hacer, buscó el vestido más corto y revelador de todos, a la vez que se calzó unos impactantes tacones negros. Su maquillaje, hecho completamente por Amanda, resaltaba sus bellísimos ojos celestes. No era tonta, no iba a apuntar su ira hacia la cantante, a ella simplemente le había atraído el dueño de todos aquellos cabarets y estaba sacando ventaja a la atención que le brindaba. No, no era contra ella la ira, era contra el imbécil de Ramiro y su actitud infantil. Tantas palabras bonitas le había dedicado para que ahora, de un día para el otro, decidiera que era una puta y la trataba peor que a un perro.
Ya no. Ya no iba a ser la dulce niña inocente que bajaba la mirada ante un insulto. No, ella era una mujer fue
