Capitulo 2

3622 Words
Mis ojos se sienten pesados, no pude dormir en toda la noche por culpa de aquel beso, mi conciencia y todos esos sentimientos confusos batallaban en mi mente. Miré la pantalla de mi teléfono y veo la cara sonriente de Bernardo, a la vez que me rodeaba con sus brazos. Cada vez que veía esa foto puedo recordar el día en que me pidió que fuera su novia y como después para celebrarlo nos tomados esa foto con mi teléfono. Ya un año desde que estamos juntos y nunca había tenido cabeza ni mente para otra persona hasta el día de ayer. Los labios de Drakon eran fríos al toque, pero te producía por dentro un inmenso calor que te podía llevar al delirio. Me encontraba confundida y perdida, todavía Bernardo estaba en mis pensamientos, pero también aquellos cortos segundos que para mí fueron interminables. Parpadeo. Estaba todavía impresionada e inquieta por ese beso. Solo la alarma de mi teléfono me saca del shock para hacerme recordar que día es hoy. Tomé rápidamente mi uniforme luego de ducharme y cepillar mi cabello. Me coloco algo de brillo en los labios y me miro una vez más al espejo. Ciento un palpito en mi pecho al verme vestida con el n***o que significaba el último año de esta etapa de mi vida. -Te queda lindo el n***o-dijo mamá abriendo la puerta. - ¿No crees que me hacer ver con más edad? -pregunte nerviosa. - ¡No! te ves más delgada y hermosa-se acercó y beso mi frente-vamos, tenemos reunión familiar en el desayuno. Me coloco algo de brillo en los labios y me miro una vez más al espejo. Ciento un palpito en mi pecho al verme vestida con el n***o. Tenía hambre y pensaba que saborear el café con leche a primera hora calmaría mis nervios del primer día de clases de mi último año. Mi familia está ahí, pero no advierten como me siento, puedo escuchar a mis padres elogiando a ese hombre, a su hermosa prima Olivia. Todos tenían muy buenas impresiones de ambos menos yo. Estaba segura de que esas personas ocultaban algo, no me fiaba de ellos y sobre todo de Drakon quien me beso con fuerza, por unos instantes había sentido que me marcaba como suya y aquella idea solo erizaba el vello de mis brazos. -Creo que ustedes también le dieron una buena impresión-dijo papá mientras removía su cereal con leche de chocolate-Drakon no para de decir que mis hijas son hermosas. Si no fuera tan mayor casi daría el consentimiento para que saliera contigo -sonaba tan feliz que me causo repulsión y miedo -Ni lo sueñes-suelto despreciativamente. Miro como las letras azucaradas flotan en la leche solo para que ninguno vea lo avergonzada que estaba. -Vamos Harry, eso no te lo crees ni tú mismo, sabes muy bien que ningún chico que traiga Alice o Cereza a casa te caerá bien-mi madre me sonrió en forma de apoyo y beso a mejilla de papá -sé muy bien que si por ti fuera las niñas nunca tuvieran novio. -Tuvieron que haber nacido niños-suspiro el derrotado- ¿está segura que no deseas intentarlo? -pregunto con un tono que iba más allá de la insinuación. Cereza y yo nos miramos al mismo tiempo, nuestros padres nos podían incomodar muchas veces. -Ni en tu sueños-fue su respuesta. Al otro lado de la meso veo a mi hermana frunciendo el ceño mientras observaba su tazón de cereal ya vestida con su traje rojo de colegio. - ¿De nuevo lo mismo? -se quejó Cereza-se supone que estoy en crecimiento, necesito proteínas para desarrollar mis músculos ¿por qué no puedes ser una mamá normal? -reclamó como todas las mañanas con aquel inusual discurso para poder convencerla de ser una madre normal. - ¿No y que te volverías vegetariana? -le pregunto mi mamá, colocando un brócoli en la mesa-no necesito cocinar vegetales para ello. -No creo que desees probar la comida de tu madre, cariño-papá le respondió divertido, pero solo se gana un manotazo en la cabeza. -Ok, no me pase cinco años estudiando arquitectura solo para cocinarle a todos, si madre, sí, pero no una esclava, si tanto te gusta puedes cocinar tu misma. - ¡Bien! -intervino mi hermana deprisa- Pero, ¿qué hay de tus hijas? ¿Por qué nos das dulces o comida no saludable? ¿No sabes que por culpa de esto los niños de mi edad sufren sobre peso, diabetes e infartos muy jóvenes, sin contar los problemas de fertilidad? ¿No quieres tener nietos? - -Deberías dejar de leer tanto, muñeca. Yo a ustedes las veo muy saludables, bellas y fuertes. Creo que tus estudios se equivocan-sonó como una ganadora del debate. El tono seco de mamá nos calló a todos por completo. papá se aclaró la garganta y tomo su mano para tranquilizarla. Ambos se miraron seriamente y presentí problemas apenas ella abrió la boca. -Bueno, tenemos muchas cosas de que hablar y que anoche-sus ojos se posaron entre papá y yo-en fin, sé que las dos son chicas grandes, dentro de poco Alice ira a la universidad y Cereza empezó el primer año por eso... - ¡No! -grito Cereza-¡No me digas que estas embarazada!-dijo sorprendida-tiene que ser, te he notado más gorda estos días. Papá no puedo evitar ahogarse con el cereal y mirar fijamente a mamá. -No me mires así-le dijo a papá-yo no estoy embaraza-miro a mi hermana seriamente-y mucho menos gorda. -Si no es eso entonces es que desean uno, eso sería tan obvio, ambos son jóvenes y su hija mayor ira a la universidad, según las estadísticas... - ¡Cariño! -mi madre aplaude para llamar su atención-no voy a tener más hijos, con dos es suficiente, no necesito otro más que me produzca más estrías. -Yo no me quejo de ellas-susurro papá, pero todos lo oímos. - ¡Harry! -fue la respuesta de mamá avergonzada por su conducta. - ¿Hablaremos toda la mañana sobre tus estrias? -pregunté cansada de las interrupciones de Cereza. -No-dijo cansada-habla tú-le ordenó a papá quien seguía pensando sobre lo del nuevo bebé. -Bueno, un niño no estaría mal, pero eso es otro tema, o que su madre quiere decirles es sobre la zona del castillo Baldío-el tomo las manos de mamá suavemente y le sonrió-Drakon Van Milfort nos contrató para remodelar su hermoso castillo. Ambos dieron un par de saltos como niños pequeños y llenos de felicidad. - ¡Bien! necesito mantener mi estilo de vida-agregó mi hermana con una sonrisa. - ¿Qué es lo que le ponen al cereal que te hace ser tan habladora? yo solo les decía para que no se sintieran abandonadas por nosotros, aunque haremos lo mejor que podamos para pasar tiempo con ustedes. -Los entiendo, e insisto que no me molesta. Mis padres luego de ello me miraron a mí con preocupación, la verdad que no me importaba mucho estaba acostumbrada a su trabajo y que siempre estuvieran afuera, así que solo Sonreí y me comí mi cereal en silencio. La mañana después de eso fue más calmada, papá insistió llevarnos a clases por el primer día de Cereza, nos dejó en las puertas de aquel gran edificio parecido a un pequeño castillo que era nuestro colegio, una unidad privada llena de chicos de clase alta y mediación grandes extensiones de jardines perfectamente esculpidos y arreglados como si fuera una escuela europea. Los uniformes de colores se dispersaban por todas partes. Los de n***o eran de mi grupo, los de rojo eran los nuevo de primer año como mi hermana y así seguían los colores después azules, verde y dorado mientras avanzaban los años. Santa Apolonia era un pueblo con un gran mosaico de razas humanas, todos venían de países distintos por eso las facciones eran muy marcadas como la de mi madre de familia irlandesa o la de Jesica que era rubia y de ojos azules por sus padres suecos y abuelos italianos. Santa de piel oscura y brillante pertenecía a las raíces africanas y Bernardo se iba más hacía lo francés por su familia. Descendientes asiáticos, musulmanes, griegos y más se paseaban por todas partes, parecían un jardín multicultural y curioso. Cada uno conservaba sus costumbres y adquirieron otras más a medida que se iba desarrollando Santa Apolonia. -Llegamos-Papá suelta con un suspiro quebrado. -Eh, si-aprieto mis labios-No te pongas sentimental-Supliqué. -Esta bien-aprieta sus ojos de forma exagerada y guarda silencio que se pone muy incomodo-Pero es tu ultimo año. -Ya hablamos de esto, papá-sonrio-Me voy, nos vemos en casa. -Tú serás mi pequeña para siempre-deja salir con un aire melancólico. -No vemos, Alice. Pero al menos dejame tener una foto de mi hija con el gran uniforme n***o. Quiero presumir a mis amigos que te vas a graduar e ir a la universidad. Ruedo mis ojos. A veces papá tenia cambios de humor un poco extraño. Poso para que el me tome la foto. Noto que sus ojos brillan y lo entiendo. todo esto me pone nerviosa. Este es mi ultimo año. Despues de aqui me iria de la isla a estudiar muy lejos de todo lo que conozco. aquello solo me produce una sensacion algo asfixiante. -te quiero-mis palabras fueron torpes y débiles. Salí rápido del auto y solo caminé lo más rápido que pude para alejarme de él. - ¿Estás bien? -pregunto Cereza viendo mis nervios. -Sí, solo es que estoy algo sensible. - ¡Papá! -dice al fin-Es un cascarrabias llorón-se burló. -Perturbadoras criaturas-soltó al ver a los ángeles que estaban de rodillas con sus rostros hacia el cielo- ¿se supone que toda la escuela está rodeada de ello? -Si. Se supone que esto un antiguo monasterio-me encojo de hombros. - ¡Mira eso, Alice! -dice tomando la manga de mi chaqueta. Enfrente de nosotras una moto negra y grande se detiene y aun par de metros un chico alto se baja de ella. Sé que es del último año por el color n***o del uniforme. Sus manos tienen unos guantes con dedos desnudos y por más que trato de identificarlo no logro atinar quien era. Lentamente se quita el casco n***o haciendo que todos posemos su atención hacía el, las miradas y las voces bajas son dirigidas a su cuerpo largo y espalda ancha y también aquel cabello rojo que peina ligeramente antes de guardar el casco en su bolso. - ¡Mierda! -suelta mi hermana-ese es el tipo de chico del que yo hablo-aprieta mi mano mientras miramos pasar a nuestro lado aquel alto chico de rostro guapo-él sí tendría las bolas de encarar a papá. El pelirrojo nos da una mirada fugaz, puedo notar que sus ojos son entre un gris y azul que no puedo comprender. Su actitud solo nos deja sin aliento a medida que pasa y desaparece con un aire de chico engreído. - ¡Por dios!, ese bombo esta para comérselo-Jesica dice a mi espalda-mira que trasero. -Basta ya de hablar sobre ese chico-sacudo mi cabeza, me siento hasta mal de pensar en lo realmente guapo que era sabiendo que era novia de Bernardo. -No seas una santurrona cariño eso déjaselo a Santa, para eso ella tiene su nombre. -No me la doy de santa, solo no creo que este bien que .... -A nadie le gustan las chicas buenas y asustadas-dice Cereza de pronto. -Esta chica es de las mías-Jesica estira la mano y choca los cinco con ella-ella debería haber sido la mayor y no tú. -Cállate y tu más te vale que subas al salón. Miré un momento el cielo, era de un azul profundo e infinito, no había ni una sola nube a su alrededor y comprendí que miraban los ángeles de mármol en cada esquina, ellos deseaban volver al cielo y yo quería ir a clases. La escuela a pesar de ser un castillo gótico pequeño tenía mucha luz por los pasillos, caminamos por la parte central que tenía un pequeño jardín interno de rosas que tenía la imagen de Santa Apolonia apuntando hacía la entrada, sus tres metros eran muy imponente y sus facciones tan tristes como las demás estatuas a su nombre. Subimos con rapidez a los salones luego de dejar a mi hermana en el suyo y al fin entro a mi aula. El olor a la tinta del bolígrafo y libros nuevos se olfateaba en el aire, todos los chicos se saludaban y hablaban como si nunca antes se habían visto, la sensación de que era nuestro último año los entristecía y a su vez los llenaba de nuevas expectativas. Sabían que tenían que hacer travesuras de último año como cada año por eso muchos planeaban que harían, para molestar a los profesores. En nuestros puestos de siempre Bernardo me esperaba junto a sus amigos, el n***o le lucía mucho mejor que a mí. Puedo ver cómo me sonríe y eso es suficiente para que mis piernas tiemblen como gelatinas, no me importaba lo que dijera Cereza, me gustaba Bernardo por cómo era y eso me hacía feliz. Camino hacía el y sin tener contemplaciones solo lo beso prolongadamente, puedo escuchar unos gritos de asombro ante la manera en que devoro su boca mientras el coloca sus manos en mi cintura. - ¡Busquen un hotel! -soltó Ricardo. - ¡Púdrete, idiota! -respondió mi novio a la vez que le mostraba el dedo medio. -Bien, será mejor que dejemos a la parejita en paz-Jesica dijo a la vez que alejaba al resto de nosotros. - ¿Puedo saber por qué de ese beso? -sus dedos largos y cuadrados peinaron mi cabello con suavidad. -Solo te extrañé-dije mientras respiraba el olor a su colonia. -Me gusta que me extrañes Alice, deberías hacerlo más seguido-dijo bromeando-eso fue…guao. -Lo sé. - ¡Buenos días! -el profesor de historia es el primero en nuestro día. El señor Alfonso llego con su traje gris y aquella barba larga que le hacía parecer un escritor. Coloco con sumo cuidado su maletín en el escritorio y nos miró fríamente a la vez que movía sus manos ansiosas. -Me alegra de ver que nada ha cambiado aquí. Al fin son del último año y eso tiene que llenarlos de expectativas, pues, una vez que el año acabe serán hombres y mujeres, lo que indica, que tendrán que ser maduros para elegir una profesión en este lugar, pero apartando el sentimentalismo a un lado les quiero presentar a un nuevo estudiante. Todos volteamos a mirar al chico de cabello rojo, todos lo habían notado y su presencia era incomoda de distintos tipos de vista, se podía oler que era una amenaza para los hombres y las chicas casi se derretían ante la imagen de chico malo y rebelde. Se levantó sin muchas ganas, mire que traía botas en vez de los zapatos del reglamento, su corbata estaba mal anudada y en su mano había un anillo de plata grueso. -Por favor, me encantaría que te presentaras ante todos nosotros-pidió el profesor nervioso. -Soy Patrick-respondió rasposamente y tomo su asiento, mas nadie se atrevió a decir nada por miedo a pelearse con él, solo nos volteamos con lentitud y lo dejamos en la esquina del salón junto a su mesa vacía. -Lindo y callado, a esos me encanta sacarle sus secretos-me susurro Jesica divertida. -Otro en la lista de Jesica-Santa dice entre pequeñas risas. - ¡Señorita Zuluh! -interviene el profesor en nuestra fugaz conversación-puede compartir con la clase que es lo divertido de todo esto. La garganta de la chica se secó por completo, bajó la mirada con miedo por culpa de su timidez, en mi caso muerdo mi lengua y solo miro fijamente al cuadro con la bandera de colores de la isla. - ¡Eso pensé! -exclamó con satisfacción y siguió hablando sin parar sobre cómo fue fundado el pueblo y porque debíamos su nombre a una mujer que se volvió loca en el muelle. La historia de Santa Apolonia era muy popular entre todos y la comunidad católica la convirtió en santa una vez que comprobaron que ella concedía milagros para el amor lo cual era completamente irónico, ya que murió de pena mientras esperaba a su amado en el muelle abandonado cerca del castillo n***o. Muchos dicen que la veían divagar y que a veces se escuchaba su llanto que se mezclaba secretamente con el mar y que sus lágrimas eran tan saladas como el agua. Juego un momento con mi lápiz y sigo mirando al pizarrón, el profesor no dejaba de caminar con lentitud, su espalda era recta y de postura correcta lo que lo hacía lucir alto y débil por su contextura delgada. - ¡Bien!, su trabajo será un reporte sobre la historia y no cualquier historia, quiero que me hablen sobre su historia familiar, cuéntenme de un personaje histórico, de uno de sus ancestros que viajaron desde muchos lugares del mundo para encontrar un lugar mejor para ellos y su familia. Sean creativos y no hagan trampas, después de todo tengo su árbol genealógico registrado en la base de datos de la escuela. - ¿Alguna pregunta? -miró a todos ansioso pero el silencio solo lo decepcionó-bien, veo que me se explicar bien, ahora me despido y señorita Zuluh, por favor acompañe a el señor Patrick para que conozca el instituto. Mi amiga solo trato un gran torso de roca, sus ojos se sobresaltaron mucho más de los que tenía y me miro por ayuda. Ya sabía yo que era lo que le pasaba, lo suyo no era hablar con ese tipo de chico rudo y con actitud de mierda. Jesica toco su brazo por apoyo y conveniencia, estaba segura que deseaba tirarse a ese chico como todos los demás y ambas no pararon en caminar hacía el. Santa arrastro sus pies con lentitud y Jesica con un caminar seguro de sí mismo, ambas eran tan diferentes que siempre me preguntan porque eran amigas. - ¡Forastero! -saludo la rubia sin inmutarse, le sonrió coquetamente, pero eso no pareció sorprenderle al chico nuevo quien apenas si la miro. Jesica se aclaró la garganta para llamar más su atención y fallo. - ¿Qué quieren? -pregunto con un extraño acento con erres muy marcadas. -Este...-Santa solo vacilo por el mal humor del chico. - ¿Qué vienes a confesarte? -pregunto sonriendo con malicia, haciendo que mi sangre hirviera-lo siento, pero no me interesan-dijo mirándonos por encima como si ninguna fuera digna de cruzar palabra con él. En ningún momento le quite la vista de encima y lo rete con la mirada, pero era algo difícil, pues sus ojos eran hermosos e intimidantes, podía ver lo duro que era como si su coraza fuera tan gruesa que ya no quedara ningún gramo de compasión o educación en él. - ¡Te equivocas! -conteste acercándome a él y supe que era muy alto, casi dos metros de altura y puro musculo, el cual solo lograba hacerme retroceder mentalmente -solo venimos a enseñarte la escuela, es política de ella que la vocera del curso te muestre toda la institución-cruce mis brazos y me mantuve inmóvil para que no notara que me intimidaba demasiado. -Eso y que te gusté mucho ¿o no? -su mano rozo mi cabello con mucha suavidad. Algo en mi interior me estremeció por un segundo y ahora yo era la que titubea frente de él. -Aléjate de mi chica-una voz resonó a mi espalda. Jesica soltó un gritillo de sorpresa y cerro sus ojos. La mano de Bernardo se aferró en mi brazo como un gancho de presión y me halo hacía su pecho posesivamente. Un aire silencioso y mortífero nos inundó lentamente, sé que varios de los chicos me miraban y sobre todo al cabello rojo que no paraba de poner esa sonrisa burlona muy tentadora frente a nosotros. - ¿Alejarme yo? -movió sus hombros e hizo una mueca linda con su cara-no es mi culpa que las tres vengan a confesarme su amor, creo que la culpa es tuya si tu chica hace eso, deberías atenderla más en vez o se te ira con el primero que encuentre. Su espalda era ancha y parecía musculosa, la movió mientras se giraba y salía, como si fuera uno de esos actores de películas de acción, con un poco de porno, dejando a su paso miles de suspiros de las chicas, - ¡Mierda!, acabo de suspirar -mire a mi alrededor y Bernardo no se había dado cuenta de ello. Trato de separarme de él, pero su agarre me lastima y su miraba no paraba de mirar la silueta de Patrick hasta que parece esfumarse en los pasillos empedrados. - ¡Me lastimas! -le digo con una voz fina y llena de culpa por mis pensamientos. - ¡Oh, lo siento nena! -dice mientras trata de reconfortarme en sus brazos, pero todo se sentía raro, era la primera vez que un chico me trataba de esa manera y en vez de molestarme por ser fruto de su burla me sentía casi alagada y un poco emocionada por lo que dijo aquel orate idiota. - ¡Le hubieras partido la cara! -salió Ricardo de pronto-amigo, acaba de intentar ligar con tu chica y eso es... - ¡Estúpido es su novia, no su chica!, ella no es ninguna cosa que puede obtenerse mediante de una pelea-ladro Santa, a la vez que ajustaba sus lentes y se tocaba su cabello rizado. -Un par de chicos peleando por ti sube el ánimo y más aún si uno de ellos es un guapo chico de cabello rojo. Santa rodo sus ojos por la respuesta vacía de Jesica y solo se marchó.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD