—¿Cómo pudieron construir naves espaciales y bases lunares? Dijiste que eran salvajes.
Arqueé mis caderas hacia arriba, pero no pareció persuadirlo. Me vendría bien ser salvaje ahora mismo. No me importaban las estúpidas reglas de Bryn o el orden sagrado para reclamar las virginidades. Quería que se volteara y hundiera su pene dentro de mí hasta el fondo. Quería sentirlo en mi interior, follándome con fuerza y reclamándome; quería sentir ese dolor placentero. Estos preámbulos eran una tortura.
Bryn era mío y al mismo tiempo no lo era, lo que me parecía una mierda y una injusticia. Estaba desnuda, mojada y dispuesta, pero aun así no me follaba. ¿Acaso había una versión femenina de las bolas azules?
—Sí, son salvajes —contestó.
Luego se rio y se movió para poder meterse mi pezón en la bo
