3: azares

1203 Words
Sus zapatilla blancas rechinaron un par de veces con la zuela de goma tocando brevemente las baldosas. Su estado de ánimo no era el mejor pero más que avergonzada, estaba furiosa, la culpable aun no daba señales de vida y el fugitivo ni siquiera envío una disculpa. "doctora Beltrán, presentarse en la sala siete" Sonó su nombre por el altavoz y suspiro, no podía distraerse. Sofía, una de las enfermeras del turno de la noche, la vio y sonrió. Con una toalla pequeña que sacó de su bolsillo limpio el borde de sus labios y dijo con calma. —también debe descansar doctora, citas y fiestas, a su edad me la pasaba así. Ella negó rápidamente, ¿citas? Ni loca, esa única y última cita en siete años ya era una experiencia de lo más horrenda. Abrió la cortina y la enfermera le entrego el informe, nunca cumple estos turnos largos ya que no hay demasiadas emergencias en neurología, cuando ocurren, la llaman y ya esta. Pero ahora un notorio y jugoso aumento venía con estos turnos en urgencias, medicina general era fácil y ya estaba ahí en caso de que el deber llame. —mujer, 30 años, al parecer sufrió un traumatismo leve, tiene inflamación en las articulaciones inferiores y... Carisa miró a la chica en la cama, esta abrazaba el torso de un hombre con cara de pocos amigos, se veía agraviado tratando de apartar a la mujer. —Sofía, llama a Patrick, él se hará cargo. —sofia despegó los ojos de la planilla de atención y se fijo en la mujer. Suspiro profundo y asintió. —si doctora. —¡como! ¡Qué poco ética cari! La mujer gimoteo aun pegada al cuerpo del sujeto. El hombre con la expresión tosca la miraba bastante irritado. —¿por qué no la atenderas? Si es por mi yo no... —solo se debe haber doblado el tobillo para querer acercarse a ti, lo hace todas las semanas con un rico diferente, ahora, si no les molesta, tengo pacientes reales. —¡Carisa! ¿Qué pensara mamá de esto? —¿qué pensara? Me resbala lo que piense—con las manos en su bata blanca se movió un poco y sonrió —a diferencia de ti no le chupo la sangre a nadie para sobrevivir, así que puedes hacer lo que quieras. —señor tassara, por favor... Quiero ir a otro hospital, no quiero estar aquí... Lloro falsamente ocultando su rostro en la fina ropa del tipo, el hombre la calmo con una voz suave que aunque no eran grandes amigos, Darío solo uso cuando estaba en la cama hace tres días. —no te preocupes, veré que sucede... Carisa se encogió de hombros mientras hablaban, salió de la sala y camino solo un par de pasos en el pasillo cuando sintió el tiron en su muñeca, gimió de dolor cuando apretaron con esa enorme mano. Los enfermeros y enfermeras vieron la situación, esto sería malo. Carisa puede ser dulce y tierna con los pacientes, cosa diferente con quienes estén saludable causando problemas. No falta él que se acerca de manera violenta al verla pequeña y menuda, bonita y tan atractiva. Confundiendo amabilidad y profesionalismo con coqueteo. —¿Es por lo que pasó en el lust? Si es por eso regresa ahí atiendela, yo ya lo olvide. Le hablo tan cerca que pudo oler su perfume, el pecho del tipo dio un vuelco incómodo, una vena saltona apareció en su cuello cuando apretó la mandíbula. ¿Acaso siempre iba a ser así? Ver a esta mujer y ponerse duro como una piedra. Debe ser porque se quedo con ganas inconclusas ese día. La miró, ella bajó la mirada, su cuerpo no se oponia a la cercanía así que él acercó de nuevo su nariz a la corona de su cabeza para obtener su aroma, hoy no traía una sola gota de maquillaje aunque ese día viernes al parecer, solo tenía un poco de rubor y labial. Jadeo, ella escuchó el sonido de su pecho y dijo con calma. —así que crees que me preocupa mucho lo que paso ese día, por eso no quiero cumplir mi trabajo, debe ser porque eres demasiado rico e importante, poderoso y llamativo. El se apartó y sonrió de medio lado. El secretario que venía desde la entrada de emergencia vio a su jefe en una situación incómoda con la mujer de hace unos días. —bien, si lo entiendes entonces... El secretario captó señales confusas de la postura corporal de la chica. No estaba siendo tímida o amenazada. La observó empuñar su mano y en un rápido movimiento su pierna entre la del hombre, dio justo en la entrepierna. El hombre retrocedió y tambaleandose de dolor se afirmó de la pared. —¡tu! ¡Como te ag....! Chillo con voz profunda. —¿necesitas un médico? Si quieres te puedo ayudar, ya que como dices, eres tan rico e imponente, debo morirme por agarrar tu trozo de carne medio muerta ahora. El secretario quiso avanzar pero después de escucharla supuso qué su jefe había actuado como un niño rico altanero de nuevo. Relentizo el paso pero a su lado pasó un hombre con bata, atractivo, alto y llamativo, cabello rubio. —¿Estás bien? Darío levantó la mano, aun mirando la pared y dijo—estoy bien, solo.... —cari, te dije que cuando tengas pacientes molestos, llames a los guardias, no te alejes de las enfermeras cuando hay pacientes problemáticos. Los demás en el pasillo guardaron sus risas. Habían escuchado la colorida propuesta de la doctora después de ver el golpe pero nadie dijo nada, era más que claro que había pasado. Un rico en un hospital del estado haciendo de nuevo algún show de poder cuando no sale como el quiere. Se ve todo el tiempo. —estoy bien Patrick, gracias—miró a Darío que aun estaba bastante sorprendido, no era a él que le hablaban y esto le avergonzo—señor Darío ¿spencer o tassara? Uf, ya no lo recuerdo, debo estar demasiado abrumada por su existencia. No perturbe la tranquilidad de los pacientes, ¿ve? Este capacitado médico atenderá a su novia, no debe alterarse, hay gente enferma en este lugar. Se disculpó cordialmente, le dio otro saludo lento al secretario y se retiro. Después de unos minutos atendieron a la mujer en la camilla. —no entiendo porque insistes en venir aquí, ni siquiera es tu distrito. —Patrick tomó nota de su revisión y sin mirar a la mujer le hablo. Darío no comprendía del todo porque a los médicos de este lugar les molestaba tanto atender a la chica, después de todo su juramento de servicio debería valer. —no tiene nada señorita Beltrán. —Darío afilo la mirada y miró a la mujer. —no hay contusión, no hay daño en las extremidades, probablemente la inflamación se deba a los tacones, por eso su tobillo esta rojo. Pero no hay daño. —me duele la cabeza por la caída y creo que tengo un esguince, como puede decir que no tengo nada... La mirada de Patrick la congeló. Darío lo noto.
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