—Porque sabía que esta sería la reacción. ¿Y desde cuándo llevas colores? —preguntó, intentando suavizar el tono acusatorio mientras los hombres del club las rodeaban. Sabía que en ese club no se peleaba sin pertenecer a uno de los MCs locales o sin una invitación suya, lo cual era raro.
—Nicky, quizá deberíamos hablar de esto mañana, con la luz del día, cuando hayamos tenido tiempo de calmarnos y no digamos nada de lo que nos arrepintamos —sugirió Holly—. Estoy agotada y mañana tenemos un día duro en el trabajo. Así que, mejor no hablemos de esto ahora —casi suplicó.
—Bien, vete. Iré con Dean. Ya terminó por hoy —dijo Nicky, frunciendo el ceño a su hermano gemelo. Aunque solo le llevaba unos minutos, seguía siendo la mayor y no tenía problema en usar su papel de hermana mayor—. No te preocupes. No dejaré que mi boca se adelante a mi cerebro.
—Nicky, no creo que sea buena idea que te quedes aquí —dijo Holly con cautela.
—Tienes razón —dijo Dean—. La llevaré a casa para que me regañe en privado —le guiñó un ojo a Holly y le dedicó una sonrisa torcida—. Me alegra verte, Hols —añadió.
—Me llevo a Holly a casa —gruñó Teddy. Fue lo primero que le oyó decir, y ella parpadeó sorprendida. Pero, claro, su voz no siempre había sido tan grave, ¿verdad?
—No hace falta. Conduje esta noche porque Nicky estaba muy nerviosa —dijo Holly—. Estaré bien. Saldré con ellos dos. —Señaló a Nicky y a su hermano. Teddy gruñó, y Holly no supo si estaba de acuerdo o si la desestimaba. Unos treinta minutos después, se separó del grupo y se dirigió a su coche. Descubrió que él la había desestimado cuando Teddy la siguió en silencio y la observó mientras entraba en el coche y cerraba las puertas. Solo entonces se alejó, sabiendo que ella iba de camino a casa. Su teléfono se activó cuando llevaba menos de diez minutos en la carretera. Entonces, usando el manos libres, contestó.
—Oye, Dean y yo vamos a tomar algo al Three Monkeys. ¿Quieres venir? —preguntó Nicky con entusiasmo en cuanto Holly respondió.
—No, lo decía en serio cuando dije que mañana es un día importante en el trabajo. ¿Por qué no nos vemos el fin de semana o a una hora razonable? Iré entonces —dijo riendo—. Ya casi es medianoche.
—Necesito redefinir los límites con Dean. No hemos sido cercanos en los últimos años. Así que me portaré bien y no beberé mucho —dijo Nicky. Luego, con dulzura, añadió—: Me portaré de maravilla si vienes con nosotras.
—No sabes cómo me pongo si no duermo lo suficiente. Cinco horas es mi mínimo, y apenas voy a llegar a eso ahora —le reprochó Holly a su mejor amiga.
—Bien. Pero eso significa que mañana serás tú quien tenga que despertarme si quieres que esté allí para lo que sea que vaya a suceder y que no te puedas perder —dijo Nicky con fastidio.
—Entra cuando puedas. Puedes irte después de esta noche —suspiró Holly y colgó. Estaba cansada y tenía frío, y deseaba llegar a casa. Pero miró por el retrovisor y juraría que una maldita motocicleta la seguía. Con todas las cosas raras que le habían estado pasando últimamente, no sabía si debía preocuparse o si alguno de los chicos del club de motociclistas de Dean había decidido seguirla hasta casa para asegurarse de que estuviera bien después de la pelea.
La moto redujo la velocidad al entrar en el aparcamiento vigilado del edificio donde tenía su apartamento. Le encantaba ese edificio porque nadie podía acceder a su puerta sin una llave para el ascensor o sin anunciarse en recepción. Claro que, si planeaba recibir visitas, simplemente la llamaban directamente o ella les daba una tarjeta de acceso provisional. Aun así, le gustaba la seguridad del edificio, razón por la cual había comprado el apartamento en lugar de vivir en la encantadora casita que le había dejado su abuela. Al abrirse las puertas del ascensor en su piso, se olvidó de quien la había seguido y entró en su apartamento.
Mientras se duchaba rápidamente, repasó mentalmente los sucesos de la noche anterior por última vez y decidió alejarse de Dean. No quería volver a verse envuelta en esa vida. Holly puso una lista de reproducción de *soft rock* en Spotify y se metió en la cama. Después de una infancia llena de locura y caos cada noche, ya no podía dormir sin ningún ruido. Sonrió al escuchar "Scar Tissue" de los Red Hot Chili Peppers y cerró los ojos, solo para ver la imagen de Teddy, a quien tanto había intentado ignorar esa noche.
Teddy había sido su primer gran amor y el chico con quien perdió la virginidad, pero después de todo lo sucedido, no podía permitirle volver a entrar en su mundo perfectamente ordenado, y no lo haría. Todos los que conocían su pasado ya no estaban. Ni siquiera estaba segura de que Nicky lo supiera o lo recordara, aunque parecía recordar mucho de aquella época. Al fin y al cabo, todos habían sido adolescentes entonces, y ahora eran adultos tomando decisiones de adultos, como dejar el pasado en el pasado.
Tras media hora dando vueltas en la cama, Holly se levantó, cogió su libro favorito y empezó a leer, dejándose llevar por el mundo de fantasía que tanto amaba hasta que el sueño la venció. Despertó con dolor de cuello y el libro manchado de baba, pues se le había caído sobre la comisura de los labios mientras dormía.
*****
—¡Levántate! —gruñó Teddy, dando una patada al final de la cama donde Scott dormía la mona después de haber aceptado el reto de Nicky la noche anterior. Dean le había advertido, así que Teddy no tenía paciencia para esperar a que se espabilara.
—¡Vete a la mierda, imbécil! —gruñó Scott.
—Como quieras. Llevaré a Kris a ver cómo están Nicky y Holly —dijo Teddy encogiéndose de hombros y dando una última patada a la cama antes de darse la vuelta para salir de la habitación.
—¡Joder! Dame quince minutos y estaré listo —gimió Scott, bajó las piernas de la cama y se incorporó, llevándose las manos a la cabeza mientras fulminaba con la mirada a su amigo.
—Quince o me voy sin ti —dijo Teddy secamente y salió dando un portazo. No iba a perder la oportunidad de reavivar el único recuerdo cálido y brillante en su oscura memoria infantil. Sacudió la cabeza para despejar la imagen de Holly de su sueño mientras entraba en la cocina y preparaba café para Scott. Si algo sabía de su amigo, era que Scotty nunca estaba del todo cuerdo hasta que no se tomaba un café por la mañana.
—¿Qué tal? —dijo Kris desde detrás de la pantalla de su ordenador—. Recibí tu mensaje. Deberíamos poder encontrar todo lo que necesitamos en una hora más o menos esta mañana. ¿Quieres que empiece la instalación ahora mismo?
—Sí, aunque no sea tan grave como nos hicieron creer, no le vendrá mal un refuerzo de seguridad —dijo Teddy—. Scotty y yo vamos a aclarar algunas inconsistencias en la historia y luego seguimos adelante. Llévate a Medusa, no a Dean. No le sentará bien que le diga que vamos a aumentar la seguridad antes de que hayamos tenido la oportunidad de explicárselo.
—¿Me estás diciendo que ella no pidió este nivel de seguridad? —Kris frunció el ceño, disgustado por tener a una mujer sin su consentimiento bajo vigilancia—. No haré nada hasta que sepa lo que está pasando.
—Oh, pienso decírselo. Solo que no estoy seguro de que le guste la idea —dijo Teddy entre risas.
—Escríbeme cuando se lo hayas dicho. Prefiero hacerlo con su permiso que sin él. ¿Qué pasa con la chica? Ni siquiera habías mencionado su nombre hasta ayer, pero por lo que dicen Dean y Scotty, parece que la conoces desde hace años —preguntó Kris, recibiendo como respuesta una mirada pensativa y un silencio absoluto.
—Crecieron juntos, las familias eran muy unidas, iban a los mismos colegios, ya sabes, lo típico de las familias de este distrito. Solo a ella y a una amiga las mandaron a un internado justo antes de que estallara la gran batalla final contra las Fuerzas Armadas de Filipinas. En las redadas de las Fuerzas Armadas, la mayoría de los peces gordos acabaron en la cárcel o en el cementerio, incluido su padre —dijo Medusa al entrar en la cocina. Se dirigió a la encimera donde estaba la cafetera y rebuscó entre el gran bol de cápsulas de café antes de elegir una. Sabía que Teddy jamás diría eso por iniciativa propia. Aun así, su equipo tenía que entender que esto era algo más que un simple trabajo para su intrépida líder—. ¿Cuándo van a comprarse una cafetera mejor? —refunfuñó.
—¿Su padre era un personaje importante? No recuerdo que se haya mencionado nunca a ningún Haywood —preguntó Kris, con la curiosidad a flor de piel.
—Finn O'Connell —respondió Medusa, girándose para mirar a Teddy mientras se preparaba para las preguntas de Kris. Teddy intentó dar por terminada la conversación tras soltar esa bomba—. Haywood era de su abuela, quien dirigía a la familia a pesar de las apariencias. Envió a Holly lejos y la mantuvo a salvo hasta que terminó la escuela, y luego la obligó a estudiar administración de empresas en una universidad privada. Holly regresó para encargarse de todos los preparativos cuando su abuela falleció hace unos dieciocho meses, ya que no quedaba nadie más tras las batallas. Carter, su amiga, vino con ella; Nicky recuperó a su mejor amiga, y Vanessa siguió a Nicky. Las cuatro se volvieron inseparables, y Holly y Carter compraron un negocio local para administrarlo juntas. ¡Qué tiempos aquellos!
—¿Así que esta mujer lleva aquí dieciocho meses, y esta es la primera vez que oigo su nombre o alguna conexión con Teddy, Scott o Dean? —insistió Kris, ahora sí realmente intrigada.
—Es una larga historia, pero creo que Dean era el único que sabía que había vuelto para quedarse, y no se lo contó a nadie. Por lo que sabemos, se fue del pueblo otra vez después de organizar el funeral de su abuela y deshacerse de la herencia, o lo que quedaba de ella —resumió Medusa. Le hizo una mueca a Kris para que dejara de preguntar hasta que estuvieran a solas, ya que podía sentir la inquietud de Teddy, que estaba al otro lado de la habitación.
Teddy no dijo nada, solo arqueó una ceja hacia Medusa y asintió, dándole la razón. Era increíble para encontrar a cualquiera y cualquier cosa en cualquier momento. Así que no debería haberle sorprendido que ya supiera todos los detalles sobre Holly y sus amigas después de la noche anterior. Se dio la vuelta sin decir nada y se llevó el termo que le había hecho a Scott a su habitación para asegurarse de que moviera su trasero vago. Además, para los curiosos, Kris comparó la desaparición de Holly con la creación de su equipo y explicó por qué había elegido ese momento para hacerlo.
—¡Mueve el culo! Te quedan cinco minutos. Tic tac, hermano —le espetó, entrando en el dormitorio para encontrar a su amigo recién duchado y medio vestido.
—Gracias, tío —dijo Scott, cogiendo el termo y dando un sorbo. Luego se puso una camiseta azul y se sentó para calzarse las botas—. ¿Por qué tanta prisa? Es temprano, tío —refunfuñó.
—Seguridad; es lo que hacemos. A menos que te parezca bien que alguien acose y amenace a Holly y Nicky —gruñó Teddy.
—¿Qué demonios? ¿Cuándo te dijeron eso? —Scott frunció el ceño y le dio un buen trago a su café, intentando pensar con más claridad. Había estado con Teddy todo el tiempo, excepto cuando siguió a Holly hasta su apartamento antes de reunirse con ellos en el Three Monkeys—. ¿Hablaste con Holly anoche?
—No directamente —dijo con el ceño fruncido—. Nicky se lo contó a Dean cuando Medusa los llevó al bar. Medusa me lo contó a mí, pero Dean también estaba lo suficientemente preocupado como para decírmelo, y ya sabes que piensa que Nicky es una chica dura que puede cuidarse sola. Sobre todo después de lo de Eric. Pero había algo en los mensajes que la inquietó y, por lo tanto, también a él —dijo Teddy pensativo, ansioso de que Holly y Nicky pudieran estar en peligro.
—Bien —dijo Scott, poniéndose de pie y dando un pisotón para acomodarse bien las botas—. ¿Qué sigue? ¿Vamos a ofrecerles protección como superhéroes?
—¿Crees que alguna de ellas aceptaría semejante machismo? —preguntó Teddy, frunciendo el ceño a su amigo—. Vamos, preguntamos con tacto y luego ofrecemos nuestra ayuda; al final, ellas deciden si la aceptan o la rechazan.
—Pero lo vamos a hacer de todos modos, ¿verdad? —preguntó Scott mientras se dirigían al garaje.
—De acuerdo. Nos llevaremos el Camaro; si creen que vamos a triunfar, nos echarán antes de empezar.
—Nicky les habría dicho que nos íbamos —dijo Scott encogiéndose de hombros.
—Si no estuvieras viviendo el sueño, ¿lo comprarías? —Teddy se detuvo para mirarlo atentamente mientras le hacía la pregunta.
—No sé, pero sigo sin entender las complejidades del pacto —dijo Scott encogiéndose de hombros y subiendo al asiento del copiloto antes de volver a hablar—. Me sorprende un poco que se quedara después de decirnos que se iría en cuanto arreglara las cosas de su abuela.
Teddy gruñó y no dijo nada. Se había quedado de piedra al enterarse de que había vuelto para arreglar la herencia de su abuela. La anciana le había dicho que Holly había muerto años atrás, y con todos los arrestos y muertes que habían ocurrido por aquel entonces, no tenía motivos para dudar de ella. Le había contado que Holly había sido secuestrada y asesinada como represalia justo al final de la guerra. Furioso y sin obtener más respuestas de la anciana, pidió ayuda a Medusa. Ella pertenecía a una organización rival a la suya, pero, al igual que él, le daba igual, a pesar de provenir de una familia rival.