—Aca estoy.— Lola sonríe con sus mejillas ruborizadas. Eros limpia su boca con una servilleta, aquella delicia de croissant estaba fenomenal y ya quería consumir más, a no ser por recordar qué era demasiada azúcar para su sistema. —Lamento haber venido en un día tan concurrido, sólo aproveché qué podías llegar a estar sola.— Traga saliva apenado. Aún sentía nervios de estar frente a ella. Casi que podía admitir qué cómo un completo adolescente , y no es qué estuviera a gusto con aquello, le incomodaba y generaba cierta incertidumbre de cómo es que Lola lo podía llegar a estar viendo. —Todos los días son así, y yo los agradezco.— Admite subiendo sus hombros. —Y también me gusta qué hayas venido.— Agrega susurando por lo bajo. Eros sonríe relamiendo sus labios, dándose cuenta de qué gra

