Eros vuelve a empujar la caja hacia ella y sube levemente sus manos. —Escuchame solamente lo que tengo para decirte y después podes decidir si te lo querés quedar o no.— Pide ronco. —Es que nada de lo que digas va a ser que acepte un teléfono de esta magnitud.— Abre sus ojos asombrada. Y lo observa cómo si de verdad se le hubiera salido un tornillo, y le estuviera ofreciendo una simple docena de medialunas. Él sonríe y alza una de sus manos para evitar que siga hablando. Era su pequeño momento y tenía que hacer el mejor esfuerzo y repetir el speech que tenía en su cabeza para que todo saliera a la perfección y la rubia no le pusiera trabas para no aceptar ese teléfono, a pesar de que ella había reaccionado de la misma manera que él se había imaginado la escena cuándo pasó por la tiend

