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1334 Words
Una camioneta lujosa se estaciona justo enfrente de dónde Lola está trabajando. Pero a pesar de qué la misma había estado yendo a servir algunas cosas a las mesas de afuera no le presta atención al despliegue. —¡Ya quiero ver cómo luce por dentro!— Erick muerde su labio inferior, mostrando mucha más emoción de la que tiene el conductor. —Te agradecería que no golpees la puerta al bajar, o voy a dejar de traerte a todos lados y vas a tener que usar tus propias piernas y brazos para manejar.— Eros sisea de mal modo. Su acompañante el día de hoy era, nada más y nada menos, que su hermano menor. La persona que más maltrataba los autos a su parecer. Es por eso mismo que se ataja para que no haga la misma giratoria. Siendo algo que lo ponía de pésimo humor, y estaba evitando que eso sucediera en estos momentos con su clara advertencia. —Es una camioneta, ni que fuera el lambo.— Suelta poniendo los ojos en blanco. Eros también sonríe sinico. —En tu Ferrari hace lo que quieras, cómo estás en mí jodida camioneta cumplís mis jodidas reglas.— Sentencia ronco. Erick suspira subiendo sus manos. —¡Que humor!— Bufa. Eros solía ser muy duro y estricto con esas cosas... Siempre estaba queriendo marcar la diferencia entre cuidar lo que era de uno y no maltratarlo, por más que tuvieran la posibilidad de cambiar de modelo todos los días. —¡Se trata respeto, y no importa si es una maldita camioneta o un auto deportivo, las cosas se rompen y se desgastan y hay que cuidarlas!— Se mofa rodeando los ojos. Erick suelta un suspiro frustrado, restando la importancia al tema de conversación con una mueca en su rostro. Eros podía llegar a ser el mayor, incluso, siendo el menor de edad de los dos, porque era más que claro que nadie tendría un temperamento y un carácter cómo lo tenía el mismo. Tomándose las cosas con mucha discreción, respeto y valorando cada paso que daba a su alrededor. Completamente diferente a lo que era su hermano Erick. —En serio, todavía no entiendo porque elegiste esta ubicación para abrir tu tercer barbería. Sé que tiene su encanto, pero parece un lugar bastante pobre.— Niega con la cabeza mirando a su alrededor con una mueca de asco. Eros sonríe de lado. Siempre esperaba ese tipo de comentarios por parte de su familia, y lamentablemente, quería evitar ese tipo de palabras en el vocabulario de su hermano menor. Seguía siendo un fiel creyente de que ambos no pertenecían a ese círculo cerrado que sus padres solían llamar familia. —No todo en la vida se trata de lujos, Erick... Eso es lo que hace mas llamativo el hecho de que sea una barbería, con un bar de caballeros privado y selectiva.— Eros responde seco. Su hermano suspira pasando una mano por su cabello, saliendo de la camioneta prestando mucha atención ante el hecho de no golpear la puerta de la misma. Eros no bromeaba cuándo decía que lo iba a dejar a pie en la próxima que maltratara a uno de sus autos. Y Erick era lo suficientemente inteligente cómo para no querer perder el privilegio de ir de acá para allá con su hermano mayor. —Como digas, igualmente sos el que mejor sabe llevar los negocios, por eso mismo estás triunfando de esta manera y tu rostro está en todos los periodos.— Se burla acomodando su traje. Eros lo mira aburrido negando. —Yo no lo llamaría de esa manera... Pero si queres pensar eso.— Responde monótono y desinteresado. Realmente así de desmotivado y desinteresado se sentía respecto a la vida, efectivamente lo tenían todo y al mismo tiempo no lo tenían nada. La fama no era su mejor amiga, es más quería que la gente no se entrómetiera en cada cosa que hacía en su vida personal y privada. No le interesaba disfrutar de los millones si todavía seguía sintiendo esa sensación de vacío en su pecho cada vez que llegaba a su penthouse y sólo se encontraba con la compañía de su perro bulterrier. —Quedo hermoso, Eros, te felicito nuevamente... Me encanta la estética que le estás dando a los locales, a pesar de que la zona me parece aterradora.— Erick murmura mirando a su alrededor. Ayudando a su hermano mayor a salir de su ensoñamiento de pensamientos negativos. —Si... Tiene lo suyo.— Se mantiene serio mirando a su alrededor. Tener a Erick a su lado era un gran apoyo, su hermano menor lo observaba a todo momento y jamás competía con él, se mostraba cómo un admirador y le gustaba acompañarlo a todo momento, para ser alguna especie de compañero y de apoyo. Erick a diferencia de Eros estaba interesado en la labor de hotelería de su legado familiar, sin embargo, al ser el menor de todos, siempre estaba atento a lo que Eros hacía o dejaba de hacer, le gustaba poder colaborar para ayudar al mayor y sentirse útil. Quería tener la aprobación de Eros a todo momento. —Y lo de la zona... Cómo ya dije antes le da exclusividad.— Le guiña un ojo divertido. Erick sonríe cómplice, observando antes de ingresar por completo el bar de enfrente, que está completamente a tope. —Tenes competencia.— Sisea divertido señalando el mismo. Eros relame sus labios echando un vistazo y sonriendo cínico. —Son dos mundos completamente distintos, Erick.— Asegura restándole importancia. Más que claro era que él se había ocupado a todo momento de hacer un estudio de mercado y corroborar efectivamente que por la zona no había nada similar a lo que él quería poner. —Eso está más que claro.— Su hermano pequeño hace una mueca de burla antes de ingresar y perderse por las enormes puertas de mármol. Eros suspira pasando una mano por la comisura de sus labios. Tenía muy arraigado el hecho de dejarle una enseñanza continuamente, respecto a que no estaba bien ir juzgando a los demás. Eros tenía mente de tiburón para cada uno de sus negocios y eso es lo que intentaba que su hermano pequeño adquiriera. Queriéndole, de alguna manera, enseñarle que no había que mirar la paja en el ojo ajeno nunca, y menos que menos, compararse con el otro, es por eso que él se encontraba absolutamente relajado sabiendo que no había competencia por la cuál preocuparae, ya qué probablemente cada uno tuviera lo suyo. Y eso era lo increíble y la magia que él podía ver al respecto en los negocios. —¡Tenés que empezar a ver los negocios con una perspectiva de visión más allá de lo que nuestros padres nos enseñaron!— Arquea sus cejas en su dirección. —¡No todo se trata de poder y de ostentación, con estos edificios que nosotros hacemos le damos de comer a cientos de familias, y eso es lo que debería de llenarte de orgullo!— Murmura subiendo sus hombros. Erick traga saliva, sintiéndose levemente perturbado ante las palabras que está escuchando. Eros continuamente le daba lecciones de vida, y no solo de la forma laboral, que era algo muy importante para el ambiente en el que ellos se manejaban, si no, qué siempre esperando poder obtener un cambio en su parecer y en sus opiniones. —A veces es difícil salir de lo encasillado en lo que ellos nos ponen.— Sonríe levemente. Eros también lo hace, ama a su hermano, y la forma que tiene de ser le parece verdaderamente increíble. Es por eso que nunca se rinde con él. —¡Vení, te voy a mostrar las terminaciones finales!— Hace un leve movimiento con su cabeza, al mismo tiempo, que no deja de sonreír. Erick muerde su labio inferior, inflando su pecho, y siguiendo a su hermano mayor hacia dónde él mismo lo dirige.
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