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1741 Words
Su hermano suspira lavando sus manos. —Deberías de dejar de agradecer simplemente por estar haciendo lo que me corresponde.— Murmura con pocas pulgas. Lola no quería que Aiden trabajará con ella en el bar por la noche, sin embargo, el mismo insistía todo el tiempo en poder ayudar y hacer algo para llevar dinero a la casa. La misma necesitaba un montón de refacciones, pero ahora mismo eso no era una prioridad, si no que la prioridad era poder pagar el colegio de los dos y poder tener algo de alimento para vivir el día a día, dinero que le era otorgado gracias a todo lo que ella hacía en el bar. De todos modos, Aiden insistía continuamente en trabajar y ella había llegado a un acuerdo para con él, en el que trabajaría hasta las doce de la noche ayudándola con la barra. Aiden no estaba muy de acuerdo con que eso fuera de mucha ayuda, escuchaba siempre llegar a Lola a las dos o tres de la mañana en cuanto podía lograr que el último cliente se fuera. Y en ese preciso instante en el que ella lograba tomarse una taza de café y poder darse un baño caliente, es que luego se ponía en el sofá pequeño de la sala, en dónde dormía, a estudiar las clases que había visto el día de hoy de manera online. Creía que no era justo la vida que les había tocado, pero estaba completamente agradecido para con su hermana, y con el esfuerzo que ella hacía todo el tiempo. Eso no quitaba el hecho de que fuera rebelde por completo y que le hiciera poner los pelos de punta en más de una oportunidad al saber que todavía él era menor y qué, por supuesto, estaba bajo su cargo. Pero si algo había aprendido de todas las experiencias vividas en la poca existencia que tenían, era que nada era justo para nadie, que había muy pocas personas que tenían la posibilidad de nacer en cuna de oro. No estaba en contra de eso y, menos que menos, miraba con desagrado a esas personas, pero si tenía un gran reproche ante el hecho de que su hermana mayor no le permitía poder colaborar en lograr que su experiencia de vida sea un poco mejor. Lola lucía cansada todos los días y siempre se estaba ocupando de ellos, incluso, parecía ser la madre de Demian, había peleado con uñas y dientes para lograr que servicios sociales no se lo quitarán, ni a él ni a Aiden, demostrando que tenía consolidado el hecho de darles un techo estable, a pesar de que el pequeño departamento era efectivamente de ellos tres, tenía que demostrar que tenía ingresos para poder tener a cargo a dos personas menores de edad. Fueron meses realmente crudos. Lola siquiera pudo hacer un duelo por el fallecimiento de sus padres. En sí, lo había estado haciendo mucho tiempo atrás cuándo sabía de la vida que ambos llevaban... No sorprendiendose, pero sí siendo una sorpresa que ninguno de ellos tres saliera dañado, tanto de manera psicológica, cómo con algún transtorno de salud. —Sabes perfectamente que eso no te corresponde, es mí trabajo, cuándo cumplas los dieciocho años podras saber lo que es la responsabilidad de mantener en pie el bar.— Sonríe con autosuficiencia. Él relame sus labios comiendo una medialuna y mirando divertido cómo Lola repudia aquello. —¡No soy un crío, Lola! Si tan sólo me dejaras no ir más a esa estúpida escuela podría ayudarte y no tendría que apagar la computadora todos los días a las cuatro de la mañana porque te quedaste dormida sobre ella.— Recalca quitando la terce tanda del horno con agilidad. Lola suspira tragando saliva y relamiendo sus labios, al igual que lo había echo su hermano hace minutos. —¡Es mí obligación, Aiden, servicios sociales pide todos los meses tu rendimiento en la secundaria, que las cuotas estén pagas y la factura del mercado para corroborar que los dos comen alimentos saludables!— Se queja frunciendo su entrecejo, para luego ponerse de pie y comenzar a levantar la mesa. Demian estaba entretenido con un pequeño juego de bloques que Lola había pintado para que él pudiera jugar y entretenerse de manera didáctica, y es por eso mismo que no estaba prestando atención a su pequeño cruce de palabras. —¡LOLA, NO PODEMOS VIVIR EN ESTE LUGAR MUCHO TIEMPO MÁS, Y NI SIQUIERA TE DAS CUENTA DE QUE NO TE ESTÁS DEJANDO AYUDAR!— Brama alzando el tono de voz. Ella alza su barbilla y suspira lentamente. —¡Entiendo que odies está vida! ¡Que detestes que tengas que compartir el cuarto con Demian! ¡Que no puedas bañarte sin que el agua se corte y salga fría de golpe! ¡Lo lamento en serio, Aiden, pero no podemos sostener el alquilar otro lugar mejor! ¡Y tenemos que estar agradecidos de tener un techo propio!— Suelta. Tiene las lágrimas al borde de saltar por sus ojos, el dolor en la garganta es el principal causante de que trague saliva con fuerza y comience a lavar las placas y lo utilizado para el desayuno de manera inmediata. Aiden baja la mirada cerrando los ojos, terminando de colocar medialuna por medialuna en la bandeja de presentación del bar, en total formando cuatro bandejas con doble fondo. —¡Lola, no quise decir eso!— La mira dándose media vuelta, viendo cómo friega las cosas con fuerza. —¡No estoy enojado con nuestro hogar, es limpio y ordenado, sólo qué necesito ayudarte!— Admite alzando sus manos. Ella pone sus ojos en blanco y sigue con su labor, sabiendo que tiene los minutos contados y que necesita dejar todo limpio para qué al volver a la tarde no pierda tiempo. —¡Pero es lo que sentís y lo que te pasa cuándo subis esos treinta escalones desgastados todos los días!— Le recuerda risueña e irónica. Él chasquea la lengua negando. —Solo quiero ayudar, Lola... No tenes que cargar con ese peso todos los días... Yo también puedo trabajar en el bar y ocuparme en lo que necesitas, no soy un niño, puedo pintar la pared de la misma manera qué lo haces vos, limpiar la casa de igual forma, y puedo traer dinero a nuestra casa trabajando en otro lugar.— Insiste abriendo sus manos. —¡Lo entiendo, Aiden, pero no es posible tener una mejor calidad de vida por el momento, y si te deja más tranquilo a mí tampoco me agrada la idea, incluso, se me cae la cara de vergüenza cuándo me regalan ropa las madres de los compañeros de Demian, pero lo necesito, y les agradezco todo el abrigo que me han dado para nuestro hermano!— Suelta cansada y agotada. —¡Se hace tardeee, Adenn!— Demian sonríe. Ella abre sus labios y los vuelve a cerrar en el instante en el que se da cuenta de qué Demian ya está al tanto de qué están hablando en voz alta. Es por eso mismo que le dirige una cálida sonrisa en su dirección y asiente con la cabeza quitando las lágrimas de su rostro. —¡Y es por eso que ya nos vamos al colegio, enano!— Canturrea fingiendo que no estaban discutiendo con Lola. Aiden sonríe en su dirección, acercándose hacia su hermano pequeño para tomar su mochila y cruzarsela al hombro y revolear su cabello de manera amistosa. —¡¿Me llevaras?!— Sonríe emocionado. Ayer Aiden no había podido llevarlo, cómo intentaba hacer todos los días, y había sido Lola quién había concurrido con el pequeño a su colegio. —¡Hoy si, campeón!— Sonríe tomando a Demian para subirlo en sus brazos. Lola muerde su labio inferior corroborando que el gas quede completamente cerrado, toma las bandejas, dejando la mesa preparada para la merienda de Demian. Siempre intentaba poder ahorrar el mayor tiempo posible para poder estar un poco más de tiempo con su hermano pequeño, ayudarlo con sus tareas y también estar al pendiente de lo que él necesitará a todo momento. —¿Podés con esas bandejas?— Le pregunta de manera ronca ñ, mientras que apaga las luces del living comedor. Lola asiente en silencio, tomando su pequeña cartera en la cuál solo tenía las llaves del departamento y las llaves del bar junto a su celular. —¿Vos estás seguro que podes llevarlo?— Cuestiona cuándo están bajando. Aiden sonríe de costado bajando delante de ella, con Demian en brazos. —Te dije que ayer tenía que ingresar antes por un tema en particular de educación Física... Pero no tengo problemas en llevarlo, así podés abrir un poco más temprano el lugar y quizás tenemos algo de suerte con esas madres con plata.— Le guiña un ojo y le mantiene la puerta abierta para que ella salga. Lola se queja por dentro del frío, pero no hace más que seguir concentrada en llevar esas bandejas con una sola mano y que las mismas no se caigan. Su hermano cierra la puerta central de la casa con llave y la ayuda a abrir las persianas del bar. Y a pesar de que tiene ganas de responder el comentario de mal gusto que acaba de hacer Aiden, no hace más que girarse en dirección al pequeño que está en brazos del mismísimo Aiden. —Te quiero, cuídate y hacele caso a tus maestras. ¿Si?— Acaricia la mejilla de Demian. A lo que él sonríe parpadeando y sonriendo. —Te quieroo, Lola, gracias por el desayuno con forma de gatos.— Le deja un beso en su mejilla. Lola sonríe y mira a Aiden apretando sus labios. —Gracias por llevarlo, espero que tengas un buen día.— Se despide ingresando. Aiden suspira mirando la vereda de enfrente dónde parece ser que están muy próximos de abrir, habían estado conviviendo todo el mes con los ruidos de obra hasta de noche, y no tenía ni la menor idea de qué es lo que pondrían allí, pero esperaba que no fuera un bar, porque eso podría llegar a complicar las cosas. Sabía que Lola estaba queriendo desvirtuar el tema a toda costa y no hablaba de eso en los momentos que estaban juntos queriéndole restar importancia, no generando más preocupaciones de las que ellos tenían.
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