Aiden sube al departamento cómo si se lo estuviera llevando el diablo, y frena en seco cuándo es Lola quién lo observa arqueando sus cejas, con una mueca entre divertida y sin poder entender muy bien qué es lo que sucede con esa efusividad. —¿Quién era?— Sonríe parpadeando. Aiden repara en que lleva las manos con masa y sonríe negando con la cabeza bajando algunos cambios. —Oh, era una vecina queriendo saber cómo te encontrabas.— Coloca sus ojos en blanco al decir la primera mentira que se cruza por su cabeza. Lola lo mira confundida. —¿Que vecina?— Se ríe mordiendo su labio inferior. Aiden era demasiado malo para mentir, pero nunca creería qué su hermano se encontraría de aquella manera porque había llegado un soborno a la puerta de su departamento. —No tengo ni la menor idea, era u

