—¿Podés atender?— Lola arruga su entrecejo, asomándose por la habitación de su hermano con un repasador en las manos. —¡Tengo todas las manos sucias, quizás sea la vecina, dijo qué traería patel!— Agrega mordiendo su labio inferior. Está preparando todo para el menú de Navidad del día de mañana, se encuentra muy emocionada con que puedan tener la posibilidad de estar en su pequeño departamento y no tenga que estar en la clínica pese al accidente que le ocurrió. Es por eso que se encuentra con mucha más energía de lo normal, y a decir verdad un poco más pasada de revoluciones, al no haber podido dormir durante aquellas doce horas en las que duró en la guardia en observación. Y luego de que desayunó con Aiden pudo tomar un pequeño descanso en su sofá cama, el cuál seguía sin armarse y sól

