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1886 Words
—¡¡Hasta mañana, Fátima!!— Lola la saluda con un beso y una sonrisa. Había terminado de bajar las persianas y ahora mismo sólo le restaba poner los candados de la misma y luego dirigirse a la vereda de enfrente para poder tirar la basura. Era siempre una rutina que manejaba para que al día siguiente pudiera encontrar el lugar limpio, prolijo y listo para abrir, eso le daba una pequeña brecha de ventaja para que pudiera pasar un poco más de tiempo con sus hermanos en la casa dónde vivían arriba, y también poder trabajar un poco más en las preparaciones de las facturas y de los panes para las hamburguesas y sandwich por la tarde. —¡No sé qué hubiera sido de mí si no me hubieras ayudado!— Suspira mordiendo su labio. Estaba realmente agradecida a que su mejor amiga hubiera podido ayudarla en la noche de hoy. No hubiera sabido cómo hacerse cargo de tanto movimiento, teniendo en cuenta que este tipo de noches eran las que realmente hacían la diferencia, y ella podía invertir un poco más en el lugar en lo que era mercadería y arreglos del mismo para que siguiera funcionando. Por supuesto, que no todo siempre alcanzaba para que ellos llevarán una vida mejor, no obstante, Lola estaba más que agradecida de lo que tenían y valoraba cada pequeño detalle que podían lograr para avanzar, siempre con mucha humildad, sabiendo perfectamente el lugar que les tocaba hoy en día en este mundo. —Gracias a vos por siempre contar conmigo y darme trabajo y también darle trabajo a mi mamá al dejar que te venda ingredientes para tus preparaciones, Lola.— Le entrega un sobre con unos billetes dentro a modo de agradecimiento y de regalo de navidad. Lola arruga su entrecejo débilmente mientras que observa aquel sobre y niega con la cabeza de manera inmediata al darse cuenta de lo que significa y de la intención de su mejor amiga. —¡Sabes perfectamente que no puedo aceptar esto!— La mira incrédula. Fátima sólo sonríe colocando sus ojos en blanco. —¡Sos mi mejor amiga, Lola, y este es mi regalo de Navidad para todos ustedes!— Explica sin más subiendo sus hombros. Lola sonríe y asiente guardándolo en su mochila, para luego dejar la misma colgando en su espalda. —Lo hará, gracias, y nuevamente gracias por haberme ayudado esta noche, pero ya es suficiente...— Sonríe levemente cansada. —Y es muy tarde... Así que anda para casa y... ¡¡Cuídate!!— Se despide poniendo ambas manos en el bolsillo de su buzo canguro n***o. En realidad, es de Aiden, pero le gusta porqué le queda largo y la hace pasar más desapercibida por la noche. De igual modo, tampoco, es que tiene que caminar mucho para dirigirse hacia su casa, teniendo en cuenta que la misma queda exactamente arriba del bar... Pero al menos se siente un poco más segura vistiéndose de esa manera por la noche Mira hacia arriba y sonríe al ver la luna sobre aquel cielo tan despejado. Fátima le da un último abrazo y comienza a caminar hacia la parada del colectivo que queda a unas cinco cuadras y la deja justo en la puerta de su departamento. Lola, en cuánto ve que ella da la media vuelta sonríe mordiendo su labio inferior, ante la ocurrencia que siempre tenía su mejor amiga en colaborar con ellos, mientras que piensa en aquello comienza a colocar los candados uno por uno. Aprieta sus labios al igual que apura el paso para poder dejar la basura en la vereda de enfrente, dónde se encuentra el cesto correspondiente, pero un mensaje de Aiden quejándose porque no le aviso dónde estaba o si ya había cerrado el bar, debido a que no escuchaba ruidos, la hacen no prestar atención a la camioneta que está por arrollarla. El chillido de los frenos en función se hacen presente, pero Lola ya colisiono lo suficientemente cómo para golpear su cabeza contra el capot y caer en el asfalto. Todo en una pequeña milésima de segundo en la que jamás se podría haber imaginado que algo así le sucedería en la puerta de su hogar. La cara de Eros es completamente de película, al darse cuenta de que acaban de arrollar a una mujer, pero no duda un segundo en reaccionar. —¡Carajos, Erick!— Eros se baja de la misma corriendo a ver qué fue lo que arrollaron. Tenía la impresión de que era una mujer, pero la verdad es que cómo todo había sucedido tan de golpe quería corroborar que la persona que estuviera en el suelo estuviera bien dentro de las circunstancias. —¡Llama inmediatamente a urgencias!— Sisea mientras que lo señala. Erick se baja rápidamente asintiendo ante su demanda, llamando a una ambulancia para que no pase ni un segundo más con toda la locura a su alrededor. Se encuentra pálido cuál hoja. Fue su error. No la vió venir, y el semáforo estaba activo para ellos, es por eso que se reprende y se maldice porque él venía conduciendo, al igual que la camioneta esta a nombre de su hermano, al ser ambos de apellidos famoso eso podría traerle demasiados problemas. Y lo único en lo que podía pensar ahora mismo es en lo que su madre le tendría para decir en cuánto se enterara de todo esto. Mira a su alredor percatándose que nadie está allí, sólo ellos. Pero no puede reparar en ver si alguien dió aviso, o no, porque escucha a su hermano hablar. —Ey, ¿Me escuchas?— Toma las mejillas de aquella chica con cuidado. Tiene sus ojos dilatados pero ya no se trata de las sustancias que pudo haber ingerido en aquel club, sino de la impresión que le da verla en el suelo arrollada. Su teléfono se encuentra a unos pasos con la pantalla completamente arruinada. Quiere ocuparse de aquella chica, pero no puede dejar de pensar en lo mal que se está sintiendo Erick, en estos momentos. Es demasiada presión para el mismo y lo conoce perfectamente cómo para saber que está intentando por todos los medios no entrar en crisis. —¡Ey... Me llamo Eros. ¿Me escuchas?!— Vuelve a llamarla mirando a Erick, quién aún habla por teléfono con emergencias. De un momento a otro, Eros, suelta el aire acumulado en su pulmones al darse cuenta de que ella esta reaccionando poco a poco cuándo intenta mover su brazo y sus ojos se abren débilmente. Era realmente una desesperación y un momento muy tenso el que se estaba viviendo en el medio de la calle, y todavía no tiene ni la menor idea de porque no había nadie rodeandolos, no obstante, quizás era mejor de ese modo y lo único que importaba ahora mismo era ocuparse de aquella chica que desconocía por completo. —Aiden...— Balbucea abriendo levemente los ojos y volviéndolos a cerrar. —Aid..— Suspira sin poder completar el nombre de su hermano. Eros arruga el entrecejo y la mira para luego correr el cabello de su rostro. —¿Te duele algo?— Sisea. Lola logra abrir del todo los ojos. —¿Me escuchas?— Insiste. La paciencia no era uno de sus fuertes y por sobre todas las cosas lo que más le molestaba era el hecho de que las personas no respondieran a sus preguntas de manera inmediata cuando él las objetaba. Por supuesto, que esto era una situación en particular muy especial y por eso mismo él se maldecía por dentro ante cómo se estaba comportando. —Necesito... Llamar ... A Aiden.— Pide suspirando. Eros niega con la cabeza una y otra vez. Erick se mueve de lado a lado sin acercarse mucho hacia ella. —¡¡¡La ambulancia está en camino!!!— Su hermano mete dicho bocadillo, mientras que se agacha a su altura y toma su mochila y celular. Mira a su hermano y este le devuelve la mirada de preocupación. Quiere en estos momentos poder contener a los dos pero la situación se le está yendo de las manos cuándo Lola vuelve a perder el conocimiento en sus brazos, sabía perfectamente de instintos básicos de primeros auxilios y estaba más qué al pendiente de que no debía de tocarla, pero necesitaba mantenerla consiente. —¡Mantenete despierta!— Pide Eros tragando saliva. Sus manos tiemblan al tocar su mejilla para corroborar que se encuentra lo más consciente posible, no puede despegar la vista de su rostro, incluso, cuándo abrió sus ojos y aquellas perlas verles lo miraron quedo completamente obnubilado con su color y mirada, pero no era momento de pensar en aquello. Era momento de mantenerla con conciencia para resguardar su salud ante el choque. —¿Está consciente?— Erick se encuentra preocupado. Muerde su labio inferior pensando en lo que está pasando ahora mismo, para luego alzar su vista y mira a su hermano continuamente agachado a la altura de Lola. —Eso parece, pero está diciendo algo con insistencia... Y no responde mis preguntas.— Vuelve la vista hacia ella aterrado de que algo más grave suceda. Se percata de sus ojeras y eso lo hace fruncir el ceño, se da un minuto para darle una repasada general a cómo ella luce. Traga saliva y mira de Erick luego de salir de aquella obnubilación por su persona. —Lo lamento hermano.— Niega con la cabeza abrumado. —¡Esto es mi maldita culpa!— Se lamenta avergonzado. Eros sonríe de costado débilmente. —Ella estará bien, Erick... Sólo estamos haciendo lo correcto y nadie se va a enterar de esto, y podés estar tranquilo que menos que menos se va a enterar mamá.— Le asegura a su hermano para que no se eche la culpa de lo que sucedió. Mientras se quita la campera y la coloca detrás de la cabeza de Lola para que no esté en contacto con el áspero suelo. Erick hace una mueca preocupada por cómo luce la chica. —¡Maldita ambulancia que no llega!— Se queja pasando ambas manos por su cabello, alejándose un poco de ambos. —No puedo ir... A un hospital, necesito... Llamar... A Aiden.— Intenta levantarse, pero Eros se lo prohíbe con delicadeza. Sus manos tiemblan, está aterrado de que algo le pase a aquella chica. Pero no por lo que pueda pasarle, sino porque ella parece estar bastante angustiada en contactar a aquel chico. —Tranquila, no hagas movimientos bruscos.— Pide con una delicadeza que desconoce en él. —Necesito hablar con Aiden.— Insiste con pereza. Eros suspira y asiente. Estaba perdiendo la paciencia para con ella y eso que recién acababa de conocerla. —Lo llamaré.— Le pide a Erick el celular de Lola. —¡¡¡Querrá venir, no lo dejes venir!!!— Entre abre sus labios y lo vuelve a cerrar justo cuándo la ambulancia, junto con la Policía, se hacen presentes en la zona del accidente. —¡Maldición!— Se vuelve a quejar Eros al ver qué perdió el conocimiento. —¡Rubia!— La llama acariciando su mano, pero ella no reacciona ante el llamado ni el gesto.
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