Capítulo 72. Una espera que desespera y una verdad a punto de ser revelada. El mausoleo de los Ferrer se alzaba imponente, rodeado de cipreses que susurraban con el viento. Geraldine ahora de rodillas frente a la tumba del abuelo de Piero se sentía liberada. Su corazón latía con tanta fuerza que pensó que no saldría del lugar, su cuerpo tembló levemente, y tuvo que apoyarse en la fría piedra para no desfallecer. -- Leonardo… mi amado gorrión – susurró su nombre, sintiendo que regresaba a la juventud, a esos días en los que todo parecía posible. El silencio la envolvió, pero en su mente seguían apareciendo las imágenes del pasado. -- ¿Sabes? Durante años me dije a mí misma que lo mejor fue alejarnos… que, si el destino nos había separado de esa manera, era por alguna razón. Pero ahora, d

