"Seis meses", respondió Lena. Renz asintió.
"¿Y si puedo preguntar... cuánto has progresado en intimidad física en estos seis meses?", insistió. Lena empezó a sonrojarse e intentó levantarse del cojín. Sin embargo, Renz la sujetó de nuevo por la cintura y la mantuvo quieta donde estaba sentada. Ella se retorció un poco, completamente ajena a la creciente subida de su falda.
—Usted... no es correcto preguntar esas cosas, señor. Será mejor que me vaya —dijo.
—No muy lejos, supongo. ¿Te besó alguna vez, dulce Lena? —insistió. Lena negó con la cabeza automáticamente.
"Pobre chica. Dieciocho años y nunca te han besado como es debido", murmuró con simpatía.
—Señor, creo que debería irme. Gracias por el champán —dijo Lena en voz baja, cada vez más mareada. Intentó levantarse de nuevo, pero Renz la sujetaba firmemente por la cintura.
El corazón le latía con fuerza en el pecho mientras él avanzaba de rodillas y le apretaba la cintura con más fuerza. Lena se mordió el labio inferior y la miró fijamente a los ojos grises que la clavaban en ella.
—Déjeme ponerme de pie, por favor, señor —susurró Lena en voz baja. Renz seguía mirándola fijamente.
—No, Lena. Tú te quedas aquí —respondió simplemente. Lena negó con la cabeza, cada vez más asustada.
—Señor, tengo que terminar las habitaciones antes de que los invitados se retiren por la noche —protestó ella, intentando quitarse las manos de encima.
—Nadie se dará cuenta. Y no volverán en mucho tiempo. Estamos solos, Lena —dijo Renz en voz baja, acercando su rostro al de ella.
—Señor, deténgase. No se acerque más, por favor —suplicó Lena, apretando las manos contra sus anchos hombros. Renz enroscó los dedos en su cabello y acercó su rostro al suyo.
"Esa cinta hace que tus ojos se vean... tan azules", murmuró. Y dicho esto, presionó sus labios contra los de ella.
Lena se quedó allí sentada, con los ojos abiertos, al sentir sus labios tocar los suyos. Estaba paralizada por el miedo, sin saber cómo reaccionar. Sintió que le pasaba la lengua por los labios e, instintivamente, abrió la boca. Jadeó cuando él hundió la lengua en su boca y tembló al sentirla perseguir la suya.
Renz emitió un gemido bajo y suave, y puso la mano en su nuca, acercándola aún más mientras la besaba. Lena gimió e intentó apartarlo, sintiendo que sus labios sangrarían en cualquier momento, pues la besaba con tanta fuerza.
"No te resistas, Lena. Solo quiero que te sientas mejor. Voy a mostrarte lo bien que puede ser la relación entre un hombre y una mujer", susurró Renz, dejando un rastro de besos en su rostro. Lena seguía forcejeando en sus brazos, pero sus esfuerzos eran cada vez más inútiles. Él era simplemente demasiado fuerte y ella demasiado débil.
"Señor, por favor, suélteme", suplicó Lena. Renz rió entre dientes, besándola suavemente en la curva del cuello.
—No te irás a ningún lado, cariño —murmuró Renz, aún hundido en la curva de su cuello. Lena abrió mucho los ojos al sentir un repentino y leve dolor punzante en la piel del cuello.
—Señor, ¿me está... mordiendo? —preguntó con miedo. Empezó a sonrojarse al sentir la succión de su boca contra su piel.
Renz terminó de dejar su marca en ella antes de finalmente responder.
"¿Te sorprende? Estás deliciosa, como para comértela", bromeó Renz, sin dejar de besarle el cuello. Sus palabras impactaron a Lena, quien continuó retorciéndose en sus brazos, con la esperanza de liberarse.
Renz se puso de pie, soltándola brevemente, y Lena aprovechó la oportunidad para correr. Ni siquiera llegó a las puertas dobles cuando Renz la agarró por la cintura y la giró, empujándola contra su torso.
Lena tembló de miedo cuando Renz empezó a acariciarle el pecho. Agarró el dobladillo de su falda y la remangó hasta las caderas, dejando al descubierto sus medias blancas sujetas por ligueros blancos y la parte superior de sus muslos.
"Delicioso, sin duda", le susurró Renz al oído. Lena sintió algo grande y turgente que le presionaba la espalda, y se movió contra él, con la esperanza de distanciarse. Sin embargo, Lena descubrió que cuanto más forcejeaba, más difícil parecía ser.
"Veamos qué otras cosas deliciosas hay debajo de este atuendo", dijo Renz, agarrando con la mano la cinta de la espalda de su delantal. Lena rompió a llorar cuando él le arrancó el delantal con fuerza, tirándolo al suelo. La rodeó con el brazo derecho mientras con el izquierdo jugueteaba con los cordones de la espalda de su vestido. Lena sintió el aire fresco de la habitación rozar su espalda y hombros desnudos, y gimió de vergüenza cuando el frío le rozó todo el cuerpo, mientras el vestido y su fina combinación caían al suelo.
Lena intentó cubrirse, pero Renz no se lo permitió y entrelazó sus pequeños brazos tras la espalda. Tembló mientras él recorría lentamente su cuerpo con las manos, acariciando suavemente su vientre desnudo. Las yemas de sus dedos recorrieron sus costillas y luego subieron. Lena jadeó cuando él ahuecó su pecho izquierdo con su gran mano, moldeándolo a la forma de su palma.
"Tienes unos pechos preciosos, Lena. Perfectos y pequeños. Y tus pezones..." Renz hizo una pausa, rodeando y pellizcando ligeramente su pezón con las yemas de los dedos. Lena jadeó, sorprendida por la extraña sensación inmediata que recorrió todo su cuerpo al tacto. Renz rió entre dientes.
"Muy sensible", terminó, mientras acariciaba la punta rosada y endurecida.
Renz la besó en el hombro mientras volvía a llevar su enorme mano sobre su vientre. Pero esta vez, bajó más y ahuecó su montículo cubierto por las bragas. Lena cerró los ojos, intentando ignorar el extraño calor que latía entre sus muslos. Se mordió el labio inferior mientras su enorme mano comenzaba a acariciarla allí con una fricción agonizante que le erizaba el vello de la nuca. El calor allí abajo era cada vez más intenso y difícil de ignorar.
Renz apartó lentamente sus bragas de su entrepierna y presionó la palma de su mano contra ella. Ella oyó su brusca inhalación y sintió que la vergüenza le encendía el rostro.
—Lena... estás rapada —dijo. El labio inferior de Lena empezó a temblar.
"Es p-parte del aseo recomendado para sirvientes... para asegurarnos de que no... ¡Dios mío!", balbuceó Lena, sintiéndose más humillada que nunca. Renz rió entre dientes, separándole suavemente los labios con los dedos.
—Me parece delicioso, Lena. Nada puede ocultar tu coño de mi mirada —respondió Renz, comenzando a explorar sus pliegues internos.
Lena sintió que se derretiría y se habría desplomado si Renz no la hubiera abrazado. Mientras Renz la acariciaba en sus zonas vírgenes, sintió que el calor placentero en su interior se intensificaba cada vez más.
Renz acarició suavemente el área alrededor de su clítoris y las largas pestañas de Lena revolotearon.
—Mmm... te gusta cuando te toco ahí, ¿verdad, Lena? —preguntó Renz. Lena negó con la cabeza, esforzándose al máximo por mantener los pocos restos de decencia y dignidad que le quedaban.
—No... no, tienes que parar. Me siento débil. No quiero esto —protestó Lena. Renz dejó de acariciarla y retiró la mano lentamente. La soltó, y Lena se giró para mirarlo, retrocediendo lentamente. Se abrazó al pecho y lo miró con miedo.
Renz se acercó lentamente a ella, con la mano extendida. Lena notó que sus dedos brillaban.
"Mis dedos están húmedos por tu deseo, Lena. Está claro que sí deseas esto", dijo.
Observó con horror cómo Renz se llevaba los dedos a la boca, saboreándola. Se acercó sigilosamente y la agarró antes de que pudiera reaccionar o protestar.
Con un movimiento rápido, Renz la agarró por la parte interna de los muslos y la rodeó con la cintura. Lena se aferró a él instintivamente, aterrorizada de que la dejara caer.
"¿Qué haces?", preguntó nerviosa. Renz la llevó rápidamente a la cama grande y la dejó caer. Lena se tambaleó ligeramente y se esforzó por recuperar el equilibrio, pero él ya estaba encima de ella antes de que pudiera incorporarse.
"Voy a entrar en ti", dijo Renz. Lena negó con la cabeza con miedo, gimiendo mientras Renz hundía la cara en su cuello.
"Por favor, libérame, señor", suplicó, con lágrimas corriendo por sus mejillas. Renz presionó sus labios contra los de ella, silenciándola.
Su beso fue intenso y autoritario, más doloroso que antes. Sintió su lengua rodeándola rápidamente, explorando su boca. Sintió que su lengua la asfixiaría, tan activa. Lena intentó apartar su rostro, pero sus intentos fueron inútiles y solo la debilitaron y marearon.
Renz se deslizó por su cuerpo, dejando besos húmedos en su cuello y hombros desnudos. Lena sintió el calor entre sus muslos latir con una nueva urgencia cuando Renz cerró su boca ardiente sobre su pezón.
Casi como si pudiera leerle la mente, su mano recorrió su vientre y volvió a sus bragas. Lena no pudo evitar gemir cuando sus dedos alcanzaron esa sensible parte de ella y comenzaron a acariciar su pezón al ritmo de sus labios.