NADA ES GRATIS

1476 Words
Desde que tengo memoria, solamente he tenido a mi madre, mi padre no ha sido constante en mi vida, siempre le he preguntado a mi madre porque mi padre solo viene en ocasiones. Para mis quince años no estuvo presente, mi madre me compro un pastel y solamente las dos celebramos. Estoy a dos días de cumplir mis dieciocho años, nos hemos mudado varias veces, ahora estamos viviendo en un cuarto pequeño, únicamente poseemos una cama, teniendo nuestra ropa en cajas, porque las maletas que teníamos se estropearon de andar de sitio en sitio. Nada más hice primero de secundaria, porque en ese momento fue cuando empezó nuestra odisea, como si huyéramos de alguien, siempre que indago al respecto a mi madre, de lo cual sé que mi padre estaba casado con otra mujer, de ahí ella me evade la pregunta. Ella se dedica a lavar y planchar ajeno, yo trato de ayudarle con el trabajo, pero la paga es tan poco que a duras penas nos ajusta para la comida. Hasta el día que cayó enferma, yo tome su lugar haciendo su trabajo, es pesado mis manos están estropeadas, mi cabello no se ve saludable, ya que ni para champú nos ajusta. Un día fui a la plaza a probar suerte, ya casi soy mayor de edad talvez esta vez si me den trabajo. Toque suerte en cada tienda donde solo un no, me decían, desilusionada regrese a casa, escucho a mi madre gritar y toser fuerte, corrí hasta el cuarto, cuando entro veo a una mujer parada cerca de la cama de mi madre. Sus ropas me dicen que es rica, no es de aquí cerca. —Hija, sal por favor. —¿Qué tienes madre, quien es esta mujer? —Así que esta es la bastarda. —En ese momento supe que esa era la razón de la que huíamos. —Aléjese de ella, ven conmigo Rosalinda. —Me acerqué a mi madre quien se aferraba a mí— Ella es inocente. —No vine a pelear, lo hecho, hecho esta, que más da. Vine porque quiero que tu hija tenga un mejor futuro. —¿Qué está diciendo? —Como lo oyes, le dije a Pedro que reconozca a la joven como su hija. —No entiendo nada. —Mira esta joven está estropeada, tu enferma en una cama, y vivir insalubremente, acaso quieres que tu hija se pudra en este lugar. —¿Qué quiere usted? —Ayudarlas, he recapacitado y no es justo que estén viviendo de esta manera. —Si nos quiere ayudar, pague el tratamiento de mi madre. —¡¡Tratamiento!! —Mi madre tiene neumonía y necesita un tratamiento pronto. —¡Ah! Entiendo. Veré que puedo hacer. —Hija… —Tranquila madre, ya no soy una niña. —Un poco desnutrida, pero eso se puede arreglar. Esta mujer es mala, algo en sus palabras no encajan, su mirada maliciosa, pero no tenemos más salida mi madre necesita ponerse en tratamiento, porque podría morir en cualquier momento. Ella se va prometiendo que comprara el medicamento. No sé si sus intensiones son buenas o malas, pero en nuestras condiciones es nuestra mejor opción. —Hija, no debes confiar en esa mujer. —Madre, no quiero que mueras, no te preocupes, lo que importa es que estarás bien. —Que buena hija la que Dios me regalo, sin ti no sé que hubiera sido de mí. Nos abrazamos, ella es muy importante en mi vida, haré lo que tenga que hacer para que se recupere pronto y podamos irnos lejos de ellos. Lo peor que me puede pasar es que me utilicen como sirvienta, lo soportaré por mi madre, trataré de que ella se recupere, después ya veremos qué hacer. Los días pasaron no volví a saber de esa mujer, hasta que un día haciendo las labores de lavar ajeno un auto lujoso se aparcó enfrente de la casa. Un hombre elegante se bajó de ahí, seguidamente veo a mi padre. La rabia que sentí en ese momento al verlo me supero, quería decirle hasta de lo que se iba a morir. —Señorita Rosalinda soy el abogado de la familia Montalván, estamos aquí para las gestiones de su apellido. —Hola, hija. —Con usted no quiero hablar. —Hija, no me odies, las cosas no son como las piensas. ¿Dónde está tu madre? —Esta enferma, sin tratamiento, su mujer es una mentirosa, dijo que se lo compraría. —¿Qué tiene Flor? —Mi madre tiene Neumonía, necesita sus medicamentos, si le queda algo de compasión, cómpreselos. —¿Dónde está? —Adentro. —Él de inmediato se adentra a nuestro cuarto mi madre en cuanto lo ve se asusta, él quiere justificarse, pero mi madre lo ignora. —Flor, te sacaré de aquí. —No quiero nada de usted, mejor váyase. —Mujer, deja ese orgullo, mira en las condiciones que están. Por lo menos las llevaré a un sitio más mejor. —Por tu salud acepta, madre. —Hija… —Quiero que te mejores, acepta esa ayuda. —¡A qué precio, Pedro! —No seas mal pensada mujer. Hoy en la tarde vengo por ustedes las llevaré a un sitio mejor. Mi padre me saco del cuarto para que mi madre no escuchara, me pidió las recetas y me hizo firmar unos documentos, como no tengo firma puse mi nombre y huella. Eso es para lo del apellido según me explico el abogado. Después de eso se marcharon, no sé si creer en todo este espectáculo que ellos hacen. —Hija, ven. —Dime madre, ya casi termino de lavar. —Mi querida hija, que madre más inútil la que te toco. —No diga eso, pronto se recuperará. —Hija, quiero que seas fuerte, no te rindas ante nadie, lucha por lo que quieres, no te dejes doblegar por nadie, tú eres una mujer fuerte, repítetelo siempre. —Lo soy madre, soy fuerte. —Que nadie te haga menos, eres muy valiosa, eso no se obtiene con el dinero sino por tu fuerza de voluntad, si te propones puedes hacer lo que quieras. —Si madre, lo tendré presente. Ahora solo quiero que te recuperes. Ella se durmió, mientras yo terminaba con el trabajo, mis pies y mis manos están cansados, quisiera poder descansar de todo esto, me siento vieja, día con día. Quiero que esta situación termine. Como lo prometió mi padre regreso en la tarde, esta vez vino él solo, me dijo que llevara solo que teníamos en buen estado, me alegre porque mi madre estaría en un sitio más mejor. Ella se negó al principio, pero la hice entrar en razón, se subió al auto y luego yo solo con una bolsa, era todo lo que teníamos. Mi padre no quiso que lleváramos la cama ni la mesa que están en mal estado, dijo que ya está amueblado. Me alegré por eso, mientras conducía miraba con lástima a mi madre quien ahora presenta un alto grado de desnutrición, yo al menos estoy sana, aunque muy delgada. —Llegamos. —Era un edificio, se ve presentable. —Madre baja con cuidado. —Hija, no debimos haber aceptado. —No pienses eso, estarás más cómoda aquí. La ayudo a bajarse, parecemos pordioseras ya estando en ese sitio, el portero nos ve con indiferencia, solo saludando a mi padre. Él nos guía a un ascensor, al llegar a otro pasillo se detiene frente a una puerta saca la llave y abre la puerta nos hace un ademán de que entremos. Realmente el espacio es mucho mejor, la verdad es un palacio para donde estábamos viviendo, es un apartamento amueblado, entramos, mi madre me mira aún no convencida, tiene miedo de que sea una trampa. Le sonrió para que se relaje. —No tengas miedo, Flor. —Viniendo de ti… —Este apartamento es mío, ella no sabe que lo poseo, lo pondré a tu nombre pronto para que no tengas ningún problema. La despensa esta llena de alimentos, aquí no pasarán necesidad. Miro hacia la cocina, él se despide para que nos sintamos más cómodas, siento a mi madre en el sofá, increíble, ahora viviremos como personas decentes. Me dirijo a la cocina, hay de todo, nunca había visto tantos alimentos juntos, miro un refrigerador, lo abro y está lleno de alimentos, se me forma una enorme sonrisa. —Madre, te llevaré a costarte mientras cocino algo delicioso para que comamos. —Está bien, hija. Me adentre a la cocina me deleite al ver que hay de todo, es un sueño ver tanta comida junta, le hice un caldo de pollo a mi madre, tiene que comer cosas suaves porque casi no hemos comido estos días que ella ha estado enferma. Ya que el dinero lo he invertído en tratamientos
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