2 Jefe militar Anghar, La Colonia Mi bestia estaba furiosa. El prillon de pie frente a mí en la arena de combate no había escogido a un segundo hombre para que luchase junto a él. O bien porque el pobre tío era un idiota o este terco prillon no había estado en la Colonia lo suficiente como para elegir a uno. Apostaría por lo segundo. Vi la necesidad en sus ojos. La necesidad de descargar su ira. De lastimar. Él quería venir a por mí. Quería luchar sin contenerse. Yo conocía ese sentimiento, esa desesperada necesidad de golpear y de patear. De lastimar. De hacer sangrar. De sentir algo real. Yo extrañaba la prisa de la batalla y la euforia de la victoria. Cuando luchábamos contra la Colmena, éramos importantes para la Coalición. Protegíamos a otros. Hacíamos un trabajo importante. ¿

