Sofía.
Estábamos esperando, sentidos en las bancas de la estación, ¡dios por qué su hermana demoraba tanto! no es que sea exigente, no podía serlo, aunque quisiera, me estaban haciendo un favor con llevarme con ellos y solo por eso no podía decir nada.
- Dime algo Sofia -vente la mirada- ¿Hace mucho que no vienes por acá? -justo esa pregunta- Responde solo si quieres hacerlo, tampoco quiero que te sientas incomoda -vaya el tipo sabía dar espacio.
- Como te podrás dar cuenta -sonreí sin ganas- A nadie le gusta que venga, es claro que todos deben de saberlo -solo un ciego no lo vería, o tal vez hasta ellos se den cuenta- Solo basta con ver qué nadie fue digno de venir a recogerme después de años de no venir, se supone que deberían de estar contentos -era lo más lógico.
- Si deberían -murmuro muy bajo- ¿Por qué no venías desde hace años? -suspire.
- Es más complicado de lo que parece, por mí no volvía pero mi Nana siempre me llama, todos los días preguntado si este verano voy a poder venir -mire mis manos- Y aquí estamos, de vuelta a las raíces -sonríe, era como si el conociera a mi nana, aunque es obvio que la debe de conocer.
- Siempre es bueno volver -para algunos, para mí no, claro que no.
- ¿Vienes seguido? -me atreví a preguntar.
- Claro, cada vez que tengo vacaciones aquí me ves, de regreso a mi hogar -sonaba feliz con decir esas palabras, ojala yo pudiera sentir lo mismo que el al decir esas palabras.
- Te felicito por la gran familia que debes de tener -sonreí con nostalgia.
- Solo vengo por mi hermana y por qué me gusta este lugar -abrí mis ojos grandes.
- Disculpa, pensé que tus padres también estaban dentro de tus venidas, yo lo lamento -ahora se sentía mal por tocar temas donde no debía.
- No tienes nada que sentir o lamentar, simplemente para mí es más importante mi hermana, a decir verdad mis padres también lo son pero Angela es siempre la que me hace venir, en un principio fue así, ahora ya vengo porque me gusta y quiero, claro que ella feliz de recibirme y venirme a buscar -vaya parece que si se lleva bien con su familia, después de todo el tiene una vida más colorida que la mía.
- Comprendo -murmuro.
Nadie volvió a hablar hasta que llegó una chica castaña de ojos marrones a recibirnos o mejor dicho a recibirlo a él, por qué es claro que a mí no me conoce ¿cómo lo haría si nunca vengo? que estúpida eres Sofía.
- ¿Nos vamos? -le pregunta a su hermano mientras señala una camioneta negra de cuatro puertas.
- Si pero antes te quiero presentar a Sofía -la chica me observa de arriba abajo, es como si buscara reconocerme, lo cual no tiene lógica, nunca nos hemos visto, al menos no que yo recuerde.
- ¿Ella es tu novia? -la hermana parecía apunto se sufrir un infarto.
- No -respondimos a la misma vez.
- Ella es Sofía González, hija del difunto Gustavo -sus ojos se abrieron bien grandes.
- Eres la chica que se fue siendo una niña a un internado -justo en la herida tenía que echarle limón.
- Ajá -me estaba sintiendo incomoda, muy incómoda.
- Angela deja las preguntas a un lado -su hermano noto mi incomodidad, ¿dios tan transparente soy? - ¿La podemos llevar verdad? yo le dije que sí y que no había problema -ni la dejo hablar.
- De hacho, claro que la podemos llevar, tengo recuerdos muy vagos de ti, pero recuerda que eras mi amiga -no puede ser, ella era esa niña con la que siempre estaba jugando, era solo una chica con la que jugaba, tenía que ser ella, las imágenes vienen a mi mente- Es un gusto volver a ver a mi amiga de la infancia -se lanza para abrazarme, haciendo que por poco termine en el suelo.
- Eres esa niña con la que siempre jugaba -murmuro- ¿Por qué no te recordé antes? -no lo sabía, mi mente estaba en blanco.
- Años sin verte, tenemos que ponernos al día, platicar de lo que has hecho y lo que te gustaría hacer -me jalo a la camioneta.
- Espera mi maleta -trate de ir en busca de mi maleta, pero no me dejó.
- Oh, descuida mi hermano la sube -su hermano sonríe.
- Así de simple es como cambias a tu hermano -le grito.
- Por la hermana que siempre quise -le contesta sonriendo.
Después de ser prácticamente raptada por Angela, su hermano subió sonriendo y negando mientras su hermana nos llevaba a casa, o mejor dicho a mi casa, apenas llegué todos los recuerdos me golpearon con más fuerza de lo que recordaba.
- Sofía -Emanuel me habla- ¿Estás bien? te ves perdida -suspire.
- Si estoy bien -sonreí- Supongo que gracias por traerme -afirma.
- Sabes que fue un gusto -habla su hermana antes de dejar responder a su hermano.
- Ya la has escuchado -sonríe.
El portón fue abierto abruptamente y mi Nana paso sin siquiera ver a mis nuevos ¿amigos?
- Mi niña pero que grande estás -me abraza- ¿Cómo llegaste? ¿no te paso nada? -me revisaba entera, de pies a cabeza.
- Nana estoy bien, Me encontré con Emanuel en el autobús y al ver que no llegaba nadie por mí, se ofreció a traerme junto con su hermana -mi Nana sonríe.
- Oh los Lombardo -afirme- ¿Están aquí? -mi Nana estaba tan concentrada en mí que ni cuenta se dio de ellos demás.
- Si, justo detrás de ti -sonríe, mientras se voltea.
- Gracias por traer a mi niña a casa -les dice tranquila.
- No es nada María, sabes que ella era mi amiga de la infancia, espero que volvamos a serlo -afirme.
Sería bueno tener amigos acá, no pasaría tanto tiempo rodeada de gente que no me quiere, eso pasaría a ser gente que me aprecia.
- Así espero que sea -no mentía.
Mi Nana los invito a pasar y ellos no se negaron, tampoco es como si eso pudiera ser posible, estamos hablando de mi Nana, una mujer que logro lo que quiere siempre.
- ¿Nana y mi madre? -le pregunté indecisa.
- Anda con su marido -rodé los ojos.
- Dime algo Nana -le hablo mientras caminamos todos a la cocina, detrás de ella- ¿Alberto te trata bien? -esperaba que la tratara bien, porque de ser lo contrario, tendríamos un problema, un gran problema.
- Hija claro que me tratan bien -no estaba segura de eso- A demás no es el momento de hablar esos temas -me hizo señas- Tenemos visitas -rodé los ojos.
- Ellos no van a decir nada -los señale con mi dedo- No van decir nada -ambos levantan las manos en señal de paz.
- Dime la verdad, ¿te trata bien? o mi mamá ¿ella es buena contigo? -le preguntó con duda, sabía que su respuesta podía marcar un antes y después.
- Niña es complicado, ellos no son malos -¿no? pensaba que si- Solo no saben ser amables al pedir las cosas -eso fue suficiente para mí- Pero si son bueno conmigo -me reí si ganas.
- La respuesta es no Nana, no son bueno contigo y eso me lo imaginaba desde ayer que llame por para saber de ti, para decirte que había decidido venir- fui sincera- Es una lástima que sus privilegios no duren para siempre, vamos a ver cuánto le dura el amor a Alberto por mi madre -mi Nana solo me miraba confundida.
- ¿A qué te refieres con exactitud? -sabía que estaba confundida sin saber nada.
- Nana con mi llegada muchas cosas van a cambiar -empezando por los empleados que las veces que venía me maltrataba- Sabes que ya cumplí mis dieciocho años -afirma.
- Lo se mi niña, me duele no estar contigo ese día -yo no festejaba mi cumpleaños.
- A mí también me hubiera gustado estar ese día -Angela parecía emocionada.
- No festejo mi cumpleaños, nunca lo he hecho desde ese día -desde ese día todo quedó marcado.
- Pero ¿porque? -Emanuel parecía confundido.
- Es el día en que la mandaron al extranjero -suspire.
- Ese día no tiene buenos recuerdos -claro que no.
- Sabes que cada año los recuerdos cambian -sabía que sí, pero no era mi caso.
- No es mi caso -sonríe. Era como si su mente planeara algo.
Mi Nana prepara una comida para nosotros tres, estábamos comiendo muy tranquilos hasta que llegó el momento en el que ellos se tenían que ir, se despidieron de mí y mi Nana, después d es que se fueron, subí mis maletas a la que siempre fue mi habitación, tal vez lo que no esperaba era ver cosas de la hermana más chica de Alberto.
- ¿Nana que hace esto en mi habitación? -estaba molesta pero no con ella.
- Son las cosas de la hermana de Alberto, ella está en esta habitación, pero no te preocupes, ahorita te preparo una especial para ti -me reí.
- No, yo me encargo -ya sabía que iba a hacer- Tú puedes ir a ver la comida para Minerva y Alberto, mientras yo busco una habitación libre -nunca más la nombraría mamá.
- Está bien, no hagas una diablura -sonreí, ella pensaba que iba a buscar una que estuviera desocupada.
- Claro que no -por supuesto que sí.
Ella se fue y la diversión comenzó, entre a la que fue mi habitación por muchos años, mire todo y no quedaba nada de lo que fue mío, sabía que mi Nana trato de que desocuparan mi habitación, evidentemente no lo consiguió.
Vamos a ver qué pasa cuando vean la habitación de su adorada hermana, ja ellos no pensaron ni por error en ocupar algo que no es de ellos, regrese y voy a ocupar todos los lugares que me corresponden.