Capitulo 3

1761 Words
Sofía. La diversión comenzó, revisé cajón por cajón, departamento por departamento hasta que si con las maletas, todo lo guarde en ellas, cada cosa de ropa que encontré iba dentro de maletas, no sería tan mala para botar todo para afuera, tal vez si ella me hacía algo o me hubiera hecho algo antes, las cosas serían diferentes, pero la realidad es que no tenía nada en contra de ella, solo quería mi habitación, la que mi padre se encargó de decorar para mí, solo eso, tal parece que para muchas personas eso no es importante, pero para mí si lo es. Cuando termine de guardar todas sus pertenencias en maletas, me dedique a echar todas sus cosas de maquillaje y fotos en bolsas, no dejaría nada de ella en este lugar, al paso que termine saque todo para el pasillo, tal vez lo que no esperaba era que justo en ese momento ella llegara y me viera haciendo eso, ¿la vida podría ser más complicada? no lo creo. - ¿Qué haces con mis cosas? -estaba a nada de arrepentirme por no botarlas, la chica era muy altanera, solo su tono de voz ya me lo dijo. - Creo que esa misma pregunta te la puedo hacer yo a ti -sonreí- ¿Qué haces en mi habitación? -la enfrente, ya no era la misma niña de antes. - Ahí duermo desde hace años, mi cuñada Minerva me la dio -ok, estaba jugando sucio, usaba esa carta para joderme la cabeza. - Bueno, está de más decirte que es mi habitación, al yo llegar tú te buscas otra -me hice la loca- Tal vez tu cañada te de una más grande, pero está es mía -termine de decir tranquila o al menos lo intentaba. - Eso no va a pasar, mi hermano no dejará que hagas eso, es mi habitación por años -grito tan fuerte, ¡Dios! Parecía histérica. - Para empezar tu hermano en esta casa no es nadie, segundo y no menos importante, está es mi habitación desde antes que naciera, porque mi padre así lo quiso, así que o te llevas tus cosas por las buenas o lo heces por las malas pero no quiero ver nada aquí que no sea mío -estaba enojada, furiosa- Agradece que no te cocía y pensé que eras diferente, de haberlo sabido que te crees la dueña de todo, te habría echado todo por la ventana -me reí- Si maletas ni nada, pero como no pensé que fueras tan -me quede pensando- ¿Cómo decirlo? -dude- Tan caprichosa, prepotente, histérica, pues aquí me vez ahora aguantando tus gritos de loca -me di la vuelta. - Cuando mi adorable Minerva regrese le voy a decir todo lo que me has hecho -voltee sonriendo, era una infantil. - Dile, ve y dile todo lo que quieras, te aseguro que una va a perder y esa no seré yo, puede que mi madre te quiera tanto y todo pero existen cosas, muchas que nadie sabe y no me creen capaz de hacer -me metí en mi habitación y cerré la puerta. Por lo menos los colores si los dejaron, claro imagino que han ido retocando con el paso de los años, comencé a guardar todas mis cosas, ahora estaba más decidida que nunca, no me iría de aquí, este era mi último año en el instituto, pero ahora por ser mayor de edad yo decidía si quería seguir ahí o salir por mi cuenta, las cosas iba a cambiar sin duda, la niña que obligaban a hacer lo que querían está muerta y nace la nueva Sofía, la que hace lo que quiere, toma sus propias decisiones y nadie me va a volver a mandar, ya no. Para cuándo termine de guardar todas mis cosas me puse a leer un rato, me gusta despegar mi mente y que mejor que hacerlo leyendo un buen libro, salí a la terraza para hacerlo más cómoda, desde aquí se puede ver a la perfección los diferentes lugares y también quienes vienen llegando a la hacienda, sin duda esto es maravilloso y yo no lo recordaba. Observe cuando mi madre llegó y también como su cuñada fue corriendo a decirle lo que pasó, me quería reír en su cara, las dos eras platicas en varios sentidos y en otros me daba pena. No pasaron ni cinco minutos cuando la puerta fua abierta de golpe, quería decir que me asusté pero la verdad es que no, no me asusté ni por error, la verdad esperaba esto y no sé por cuánto tiempo lo esperé a decir verdad. - Se puede saber ¿qué carajos te pasa? -entro furiosa- ¿Cómo te atreves a quitarle algo a Samantha? -vaya ese era su nombre. - Hola madre siempre es un gusto verte, sabes te extrañe mucho, espero que tú también lo hicieras- Hablé sarcástica. - No te hagas la idiota conmigo -ja, esta mujer quería guerra y yo se la daría, claro que si. - En primera está habitación, recamara o como quieras decirle, es mía, por lo tanto la pregunta sería ¿quién les dio el permiso de ocupar este lugar tan personal para mí? -su mirada era de odió- Segundo, a estas alturas deberías de tratarme mejor y lo sabes, oficialmente soy mayor de edad y sabes lo que eso implica -abrió sus ojos grandes. - ¿Ya cumpliste la mayoría de edad? -ni eso sabía la señora. - No me sorprende que no lo sepas, a decir verdad me sorprendería más si lo supieras -sonreí. - Sofía no busques problemas con nosotros, no sabes la guerra que vas a desatar -¿esto era una amenaza? - El problema con ustedes es que nunca buscaron llevarse bien conmigo, todo lo contrario, más fácil fue mandarme legos, un lugar totalmente desconocido para mí, no los puedo culpar tanto, viendo lo ambiciosos que son, no veo cómo hacerlo, pero una cosa puedes estar segura Minerva, esa chica a la que mandaron al extranjero ya no existe, si se desata la guerra adelante, la perdedora no seré yo -me tenían tan cansada- Mejor dile a Samantha que se olvide de volver a dormir en mi espacio, de lo contrario tendríamos muchos problemas -ella solo me observa. - A Alberto no le va a gustar nada esto -por supuesto que no, el tipo solo sabe hacer su voluntad. - Es una pena que sea así -sonreí grande mientras ella se iba y yo podía tirarme en la cama soltando el aire. Definitivamente me iban a volver loca, más de lo que ya estoy. Después de tomar una ducha me coloque ropa de campo, pantalón, camisa y botas, nada de maquillaje y una coleta alta, salí rumbo a las caballerizas, iba en busca del caballo que tuvo la llega que mi padre me regaló, justo antes de morir, si bien la yegua era mayor, el caballo no pasaba de cinco años ¿cómo lo sé? pues mi nada siempre me hablaba de eso, también de otras cosas que deje cuando me fui lejos, corrección, me mandaron legos. - Niña ya supe todo el relajo que armó -mi Nana me dio un susto. - Nana deja de hacer eso -me lleve la mano al pecho- No salgas así, de golpe por qué un día vas a matar a alguien -se ríe. - No lo creo -yo si- Su mamá está muy molesta, cuando llegue el patrón no quiero ni pensar lo que se va a armar -negué. - Si saben lo que les conviene no van a hacer nada, por otra parte, solo hice lo justo, mis cosas son mías y ya -subí mis hombros- Ahora me voy a ver a Cupido -una sonrisa se formó en sus labios. - ¿Por qué ese nombre? es un caballo, le podías poner un nombre más a lo que es -niego. - Me gusta, su mamá es Afrodita, él es Cupido, simplemente son nombres Nana -subí mis hombros. - Ve con cuidado, te puedes desconocer -solo afirme. Salí corriendo por el largo pasillo que daba a las caballerizas, escuché hablar a unos hombres y al verme se quedaron callados todos. - ¿Disculpe pero creo que se perdió? -hablo un señor ya mayor. - Eh ¡hola! -primero los saludo- No me perdí, son Sofía González, hija del señor Gustavo González -abrieron sus ojos grandes. - Señorita pero… una disculpa es que no sabíamos que había llegado -pensé que sabían. - ¿Enserio? -pregunte- Creí que se los habían dicho, se supone que tenían que ir a recogerme a la estación de autobuses, cosa que no paso -se miraron entre ellos. - No se nos informó nada de eso -sabía que no. - Me lo imaginaba, igual que la última vez que vine, nadie lo sabía -afirma- Cosas que solo hace Minerva -creo que el hecho de que la nombre por su nombre y no por mamá, los hizo sorprender a todos- Ando buscando la caballeriza de Afrodita y Cupido -les informé. - Claro señorita, es por acá -hablo uno de los trabajadores. Seguí por dónde me señalaron y llegué al lugar, Afrodita era algo único, su color era de dos, lo que la hacía una hermosa llega pinta, blanco con n***o, era única, ella siempre me traía recuerdos a mi infancia, después tengo a Cupido, él es todo blanco, completo, por eso el nombre, pasaban varias horas y yo seguía aquí, no tenía prisa por regresar a casa, mi habitación estaba bien asegurada, me encargue de cambiar la llave yo misma o mejor dicho, puse un candado. - La señorita no va a durar ni una semana aquí, la patrona la va a hacer irse otra vez -escuche la voz de un trabajador, por lo visto no pensaban que todavía estaría aquí. - Ojalá que no, ella puede hacer la diferencia en esta hacienda. Oh, esto estaba interesante, dicen que no es bueno escuchar pláticas ajenas pero está era necesaria, me podía enterar de cosas importantes para mí, cosas que podía usar a mi favor llegado un momento importante para todos. Una fuerza me trajo a esta hacienda después de años, mi nana es una de ellas, pero lo cierto es que voy a hacer cambios, no tenia idea de lo que podía hacer al cumplir mis dieciocho años, pero cuando mi abogado me explico todo tengo una fuerza para luchar y dejar sin nada a estas personas que tanto daño me han hacho a mí, pero también a mi padre, esto por los dos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD