Capítulo 3. Ansiedad

1243 Words
EN LA ACTUALIDAD... Tatiana estaba que estallaba con una mezcla de nervios, bronca y ansiedad. MIL VECES SE LO HABÍA DICHO... La relación con Isa no había sido mágica desde el principio. Para empezar ella venía muy golpeada en el amor, y él también. Primero habían sido vecinos, luego amigos, luego amantes, luego algo más... y todo mientras Tatiana estaba cursando la enfermedad más puta del planeta Tierra, the f*****g cáncer. Cuando ella entró en remisión, él desapareció. Ella no sabía allí en ese momento que él era un agente secreto israelí que estaba en una misión en Argentina dónde vivía ella. Ni que tenía miedos como ella, porque la chica que amó había muerto en una atentado en Israel dejándolo con el corazón roto también. Cuando volvió a Argentina seis meses después ella había tenido una recaída, y ya no lo quería ver... le costó mucho recuperar la confianza en él y a pesar de haber finalmente zafado del cáncer tuvo que tener un terrible accidente del que afortunadamente salió ilesa para que él se abriera con ella y le confesara su amor... Desde entonces habían estado juntos. Él había dejado de ser agente para dedicarse a contruir aviones en la empresa de su familia que era multimillonaria. Ella se había metido de lleno a escribir novelas románticas para aplicaciones de afuera aunque aún trabajaba de modo remoto en el banco, ya que su licencia médica había terminado y aunque él le decía que podía dejar de hacerlo porque él era millonario la realidad era que aún ni siquiera vivían juntos, ni siquiera le había dado la llave de su casa que quedaba debajo de la suya POR AMOR DE DIOS. POR SUPUESTO que no iba a dejar su confiable trabajo hasta no tener certeza de lo que Isa sentía por ella. No importaba si estaban enamorados, él le demostraba su amor claro, aunque le costaba... de hecho les costaba a ambos. A ella porque hacía demasiado que no estaba con nadie, a él, que no le costaba nada estar con mujeres pues a diferencia de ella que era una chica un poco gordita y promedio Isa era una mole de músculos con barba que llamaba la atención haciendo que hombres y mujeres lo miraran con igual deseo... Sin embargo, estaba acostumbrado a hacer las cosas a su manera. Y solo. Él tenía 36 para 37 y ella acababa de cumplir sus 42. Tatiana también tenía lo suyo pues vivía sola desde los 20 o 21. Y tenía un gato pelirrojo que se llamaba Pupi... antes de él había tenido dos gatos más, una gata que murió de grande a los 18 casi, y un gato que murió a los 6 años por problemas en su corazón. Pupi era un gato colorado que creía que era dueño de su cama y de su vida, pero con el tiempo había hecho buenas migas con Isa al punto de que en la casa de este tenía su cucha, su batea con arena, y su comida y cuando Tatiana iba a la casa de Isa que era más grande y tenía patio lo llevaba con ella... igualmente era en el piso de abajo claro. Desde que estaban juntos se turnaban y pasaban el tiempo en la casa de uno y otro cuando no trabajaban y siempre que tuvieran ganas, que era lo habitual... aparte ambos eran muy sexuales, pero más especialmente Tatiana que hacía mucho que no estaba con nadie...desde antes de Isa. —Un día vas a exprimirme y no habrá más leche para esta gatita — solía decir él entre risas. Ellos solían bromear pues ella siempre decía que era una "gata de sillón" a la que le gustaba estar mullida, tranquila y cómoda. En cambio Isa tenía el tipo de "gato explorador"... pero de algún modo habían logrado congeniar... aparte a Isa le gustaban los autos y las motos, y Tatiana amaba andar en su Harley con él, de hecho Isa le había dado unas lecciones para aprender a manejar. A veces chocaban por cosas tontas y cotidianas aunque realmente no discutían. Incluso habían viajado ya, y ella había conocido hasta a la familia de su hermana y sus padres también. Entonces, ¿PORQUÉ EN EL NOMBRE DE DIOS DESDE LA MAÑANA NO SABÍA NADA DE ÉL Y AHORA NO RESPONDÍA AL TIMBRE DE SU CASA NI AL PUTO TELÉFONO CELULARRR? Eran las 19 horas y otros la tildarían de exagerada, pero ella necesitaba saber de él, necesitaba saber que todo estaba bien, que no la había dejado de nuevo, la ansiedad la había empezado a embargar. Estaban a fines de enero en Argentina pero se había largado un diluvio y la temperatura había bajado como 20 grados, incluso se había puesto un sweater grande de él pues le había dado frío, maldito cambio climático... Estaba que se comía los dedos de las manos, ella le HABÍA DICHO, que necesitaba saber de él, que por favor no pasara un día sin hablarle porque le generaba ansiedad y le hacía mal y ahora le hacía esto, ni un llamado ni un mensaje ni una puta señal de vida en todo el día. Lo quería matar.. quería llorar... quería hacerse una bolita de solo pensar que se podía haber ido de nuevo... justo cuando ella le había abierto las puertas de su corazón y su vida, no podía hacerle eso de nuevo... El timbre de su casa sonó. Y ella fue rápido a abrir. Era él con una sonrisa, como si no hubiera pasado nada. —TE DIJE ,TE DIJE QUE NO ME HICIERAS ESTO... El rostro de él se transformó y tomó el de Tatiana entre sus grandes manos. —Mi amor... te juro que no me di cuenta, tenía el teléfono en silencio y estaba ocupado con algo...— él se dio cuenta de inmediato lo que había pasado. —TE ODIOOOO...— le gritó ella y comenzó a golpear su gran pecho con sus puños lo cuál era ridículo pensar en que podría hacerle algún daño. —Vamos mi vida, no seas exagerada... —¿Exagerada? ¿YO SOY EXAGERADA??? TE LO DIJE, TE DIJE QUE NO MI HICIERAS ESTO QUE ME HACÍA MAL... ¿SABES QUÉ?, VETE AHORA, O NO, MEJOR ME IRÉ YO, ASÍ SABES LO QUE SE SIENTE... Dijo ella en un ataque de ira y se fue corriendo hasta la puerta por las escaleras. Isa maldijo. Pupi le maulló mirando para arriba. Sopesó seguirla pero pensó que quizá necesitaba pensar en lo que había pasado. Él le había estado preparando una sorpresa y había estado tan concentrado que se olvidó de su regla... Para él no era tan importante como para ella porque sabía que ella estaba allí, pero Tatiana había sido abandonada y ghosteada demasiadas veces, incluso por él, lo que lo hacía sentirse para la mierda... por lo cual por más que le jurara y perjurara que la amaba y no la iba a dejar, ella parecía no terminar de confiar o creer en él. Isa cerró la puerta. Afortunadamente casi nunca discutían realmente. —Miau miau miauuuu —Si ya sé, quieres tu golosina, eres como un maldito adicto Pupi, lamento el día en que te traje esa golosina importada, tu mamá tiene mucha suerte de que yo sea millonario...— le dijo al gato mientras buscaba un recipiente para ponerle la golosina y pensaba que ojalá ella recapacitara pronto y volviera a casa.
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