La casa de campo estaba en silencio. Esmeralda permanecía sentada en el sofá, con el portátil sobre las piernas y una manta cubriéndole las piernas. Observaba el video que grabaron con Selena. Leía los comentarios. Suspiraba al ver los corazones. Gente diciendo: “Gracias por no olvidarse de nosotros” “Yo estuve ahí, y fue tal como lo cuenta” “Esa mujer tiene más agallas que todos los políticos juntos”. Por primera vez desde que todo estalló… no la juzgaban. Una sonrisa, leve pero sincera, se dibujó en su rostro. Y entonces, el estómago se le revolvió. No como una punzada de angustia o culpa. No esta vez. Era otra sensación. Algo físico. Como un oleaje que subía desde el centro del vientre y le apretaba la garganta. Se llevó una mano al abdomen, frunciendo el ceño. —Debe ser el

