*SCARLETT* Estaba acostumbrada a enfrentarme a la adversidad con una sonrisa en el rostro, por lo que cualquiera que me estuviera observando podía pensar que estaba bien: solo iba a ver un maquillaje impoluto y mi largo pelo platinado, recogido en una brillante cola de caballo. Sin embargo, el ardor de estómago y el palpitar que me taladraba la cabeza contaban una historia diferente. —No sé cómo has logrado evitar que destrocemos este lugar, es una pésima idea esta. —Comentó Lola, acercándose a mí mientras contemplábamos el salón principal del yate al que decidí llamar hogar, durante estos días. Las ojeras de Lola son notables, se ve que ella se desvela mucho, su ropa arrugada y la forma en que se tocaba la frente delataban el elevado consumo de café durante la noche. Aunque la cubierta

