ASUMIENDO LA RESPONSABILIDAD

3006 Words
En ese momento llamaron a la puerta y le metió el móvil en el bolso de ella. Había tardado veinte minutos. Es ella con su maleta y el desayuno. Tras dejar el camarero la bandeja y ella su maleta. Él acercó el otro sillón y la invitó asentarse para desayunar. Se había cambiado de ropa. Lleva puesto una falda tuvo y una blusa manga larga se ve muy diferente a la que él conoció una noche anterior, más elegante. Unas sandalias de tacón alto y se ha perfumado. Le gusto su aroma. Se maquilló ligeramente, se veía más linda que antes, ella lo mira como un ratoncillo asustado. —¿Me tienes miedo? —Mirándola fijamente a los ojos. —No es miedo. Es que me impones un poco nerviosa, la verdad. —Trevor sonrió y a ella le pareció más guapo. —No hay porque estar nerviosa. No me he comido a nadie aún. Hablas muy bien inglés para ser española. Es un inglés de Inglaterra si no me equivoco. Más fino que el nuestro y ya de Texas ni te cuento. —Me gusta el acento texano que tienes. Es el equivalente al andaluz en España —Él la mira como si no la entendiera —Del sur de España. —¿Lo estudiaste en Inglaterra? —Sí, en Londres y en España, pero bueno, creo que aún me falta un poco, sin embargo, he estudiado mucho el idioma. —¿Café? —Le dijo él con la cafetera en la mano mientras iban a desayunar. —Sí, con mucha leche, gracias. —Él se la sirvió, mientras él se sirvió en la taza solamente café n***o y sin azúcar. Tenía hambre y destapó las bandejas y empezaron a comer. —Bueno, tenemos que conocernos, así que vamos a empezar por contarnos todo, quiero saber todo de ti hasta lo más mínimo. —¿Qué quieres saber, exactamente? —¿Qué hacías sola en las Vegas desde tan lejos? —¡Iba a casarme! —Dijo Ella con cierta tristeza. —Hoy me casaba, bueno ayer exactamente hubiera sido la boda, en España. Mi novio se llama Julián y compramos una casa, dónde íbamos a vivir, para mi sorpresa me dejó con todo preparado cuatro días antes de la boda. Me regaló el viaje de luna de miel que ya sabes dónde es. —¡En las Vegas! —Sí en las Vegas. Se quedó con la casa, a pesar de que yo invertí dinero en ella, algunos muebles, y decoración, para mi desgracia ya había dejado mi apartamento. Mi padre me desecho de su casa, porque no logre casarme con el hijo del gerente del hotel. Así que perdí todo de la noche a la mañana y mi novio que se fue con otra chica. Por eso me vine a las Vegas. Anoche estaba un poco vulnerable, bebí de más. No debí haberte pedido que te casaras conmigo. ¡Lo siento!, fue un error imperdonable por mi parte. —¿Y por qué nunca te acostaste con él? —Ella abre los ojos ante esa atrevida pregunta. —Bueno, quería que nuestra noche de bodas fuese especial. Él es impulsivo y celoso. Nos conocemos desde la secundaria. Al parecer era muy casta para él, así que decidió volver con su novia anterior. Y me alegro de no haberme acostado con él. Trevor se quedó pensando en eso que ella le ha contado unos instantes y volvió a preguntarle. —¡Vaya!, y, ¿en qué trabajabas? —En la recepción del hotel donde el dueño es padre de mi exnovio. Era recepcionista. —¿Qué has estudiado? —Turismo, me preparé mucho para el turismo, lamentablemente hay pocas oportunidades. —O sea que sabes varios idiomas. —Sí, sé hablar el inglés, francés y alemán. Y español, claro, mi lengua materna. También chapurreo algo de italiano. —¡Qué bárbaro! ¿Sabes que ahora eres americana? Tienes la nacionalidad por haberte casado conmigo. —Me imagino, pero sé que tendría que solicitarlo, ¿no? —Eso es puro trámite. —¿Y tú?, —Dijo, con cierto pudor— No tendrás novia, ¿no? No quiero haberte estropeado nada. —No, no tengo novia, Solamente mi tío y sus hijos, ellos sí que tienen novia, ambos y trabajan conmigo. —¿En qué trabajas? —Trabajamos los tres en una empresa, en el área de la administración. En Austin. Texas. Austin es la capital… —Ya lo sé, conozco muy bien los Estados Unidos. ¿Qué has estudiado? —Soy Licenciado y tengo un doctorado en Administración de Empresas. —¡Qué bien! Mira Trevor, puedes quedarte con el dinero entero si lo deseas, no me importa, la verdad. Pero quería pedirte un favor. —¡Tú dirás! —Intrigado por lo que esa pequeña española iba a decirle, mientras se metía un trozo de beicon en la boca. —¿Puedo mantener la nacionalidad si nos divorciamos? —¿Y eso por qué motivo lo querrías? —Podría buscar trabajo en este país. Y si tuviera suerte, quedarme aquí a vivir. —¿En las Vegas? —No, en otro estado, en Texas, por ejemplo, o en donde fuese, siempre que sea cercano, no quiero gastar mucho dinero. Me podría ir a Austin. Así estaríamos cerca para divorciarnos y yo buscaría trabajo allí mientras tanto. No tenemos que vernos, no te voy a molestar en nada. Compraré un nuevo móvil y estemos en contacto hasta que el divorcio salga. —¿Eso es lo que quieres realmente? —Si, no quiero regresar a España… ¿Podrías hacer eso por mí? —Pues entonces no vamos a divorciarnos. —¿No?, ¿por qué? —Inquirió ella sorprendida, mientras daba un sorbo al café. —Porque vas a venir a Texas, conmigo. —¿Por qué? Puedo irme yo sola por mi cuenta y mantener el contacto, no quiero incomodarte. Y cuando estén los papeles, nos divorciamos. Puedes solicitarlos cuando lo desees, que te será más fácil. —Deja de preguntar tanto, ¿por qué? Sabes que hemos tenido sexo sin protección y te vendrás conmigo hasta que sepamos si estas o no embarazada. —¡Yo embarazada! —Si un caso estés embarazada. No quiero hijos míos rodando en este mundo. —¿Quieres que aborte si he quedado embarazada? —Le preguntó sorprendida con media tostada en la boca. —No, al contrario, si estás embarazada, no nos vamos a divorciar. —Ella se atragantó y tuvo que beber agua. —Pero si no nos conocemos, ¿cómo vamos a vivir juntos? No, eso es mala idea. —Te conozco lo suficiente, bueno, al menos lo que me interesa. ¿Tienes familia en España? —No, mis padres murieron y soy hija única, mi tío quien es la persona que me termino de criar al cual le digo padre, no quiere ni verme en este instante. Tengo algunos primos lejanos, pero viven lejos. —Mejor, así no tendrás problemas. Entonces llego el momento de que nos vayamos a casa. En cuanto desayunemos, recogemos las maletas y nos vamos. Yo tengo que trabajar el lunes y hoy es viernes. Y ya he perdido mucho tiempo en este sitio. Te quedarás conmigo hasta que sepamos si estás embarazada o no. —Puedo buscar mientras este contigo un trabajo. —Claro, que puedes hacerlo, yo guardare ese dinero, no te voy a coger un dólar, no te preocupes. —¿No? Ese dinero es tuyo, puedes hacer lo que quieras con él. —No mujer. No podría tomar algo que tú te lo ganaste. —¿Por qué quisiste casarte conmigo? —Es una larga historia, pero lo que puedo decirte es que era una apuesta con mis primos, que eso quede claro. La apuesta era casarme en las Vegas, gracias a ti he ganado unas propiedades. Es nuestra manera de perder y ganar. Ya los conocerás, Así que querida esposa, en cuanto recoja mis cosas, nos vamos a casa. —Tengo miedo, la verdad. Esto me está superando. Estoy con un hombre que no conozco. Esto no lo he hecho antes en mi vida, es una locura. Mi vida ha estado estructurada siempre. Nunca he sido tan loca. —Que no lo has hecho nunca, de eso doy fe. Lo sé con seguridad —Ella se puso roja por el juego de palabras y la segunda intención que llevaba— Ahora, estás casada conmigo. La vio tan desamparada que le salió su instinto protector, solitaria, desamparada y sin familia. Menos mal que tenía dinero. Él le ayudaría a abrir una cuenta en el país. Alargó su mano y le atrajo la cabeza, besándola en los labios. —No… no deberías hacer eso. —Le dijo avergonzada. —Eres mi mujer y mi esposa legalmente. —Sabes que no soy tu mujer de verdad. Que las circunstancias nos han llevado a este punto. —Lo eres de verdad. Soy tu único hombre. El único que te ha tocado y que no va a dejar de tocarte. Eso sí, con protección. —Solo te pido que me respetes y me trates bien hasta que nos divorciemos. En cuanto a tener más sexo no lo creo… —Aún no me conoces, mujer. Trato bien a las mujeres que me gustan. Ya me conocerás mejor y sabrás cómo soy. Y sí tendremos sexo, no voy a pasar sin sexo teniendo a mi mujer cerca, no voy a buscar afuera lo que tengo en casa. Además, me gustas, aunque no seas mi tipo de mujer. —Eso me temía. —¿Qué quiere decir eso? —Que me pareces un hombre que sale con muchas mujeres y no precisamente de mi estilo, ni se parecen vagamente a mí. —¡Qué lista eres! —Terminando su desayuno. —No hace falta ser muy lista. ¡Mírate! Eres alto y muy guapo. Lo que en España llamamos un tío bueno. Y los tíos buenos, no se fijan en mujeres como yo. Y tú tampoco me conoces. Eso dejó un poco preocupado a Trevor. Sin embargo, esa mujer, le atraía. Le parecía sincera y sexi, tiene un rostro precioso y un cuerpo pequeño, no obstante, bien proporcionado, de infarto para él. Desde que se había despertado, estaba duro y quería entrar de nuevo en ella, ahora con más claridad. Recordaría cada paso que daba para no olvidarse de cómo era el sexo con ella. Quería que ella también lo sintiera y quizás no se fuera tan pronto de su lado como ella decía. Cuando terminaron de desayunar, ella se lavó los dientes y él lo hizo después de ella. Estaba sentada con las manos juntas esperando, cuando Trevor salió del baño. —No te voy a comer, pero me gustaría que antes de irnos. Fue acercándose a ella, le cogió las manos y la hizo levantarse. Ella le llega por debajo de los hombros, su imponente cuerpo le encanta a ella. Le puso los brazos de ella alrededor de su cuello, la apegó a su cuerpo y ella lo sintió duro en su vientre, de inmediato sintió la humedad en su intimidad y la besó, largamente. Era como el primer beso que se daban. Trevor, recorrió todos los rincones de su boca y el corazón de ella galopaba como un potro desbocado. Tocó sus senos, por encima de la blusa y le desabrochó dos de los botones de su blusa, dejando su sujetador y sus senos expuestos, bajó la cabeza y mordisqueó sus pezones a través del sujetador y ella echó su cabeza y su cabello hacia atrás y a él le pareció maravilloso. Pero ahora las sensaciones estaban más lúcidas que la noche anterior. —Eres muy especial, pequeña. No me puedo resistir a ti. —Yo podría decir lo mismo, sin embargo, es que no tengo más experiencia. No obstante, es muy especial. Es sublime. —Y él sonrió orgulloso. —Ya es hora de que nos vayamos, nena. —Vale —Dijo ella. Él volvió a besarla, no pensaba ni había pensado jamás que su vida tan organizada, terminara con un vaquero guapo como lo es él, mucho menos en su cama y además casada. Si sus amigas supieran dónde ha llegado, se asombrarían. A ella le encanta ese hombre es su marido por poco tiempo. Una pena que nada es real o para siempre. Estar en la cama con Trevor es maravilloso. Claro, que eso es solamente una faceta, debería conocerlo en otros aspectos. La libídine no lo era todo. Nunca encontraría otro como él sexualmente. Ella se sentía inferior con él, como si ella no estuviese a su altura, porque era un hombre que podría hacerla sufrir más adelante, como lo hizo su exnovio. Jamás lo perdonará por lo que le hizo pasar, la vergüenza de cancelar la boda unos días antes, además su ex no está mejor que su esposo, al verlo completamente desnudo, es guapo y sabe que las mujeres lo persiguen a montón. Siempre supo que algo no encajaba del todo y ahora sabe con seguridad que el sexo que ella no le había dado a si exnovio, lo había encontrado en otras mujeres. Ha hecho sus cuentas y tonta no era. Mejor para él y mejor para ella. Porque su marido provisional le había proporcionado un sexo difícil de superar. Y ahora está allí con una maleta con poca ropa, pero, en cambio, ahora poseía diez mil dólares. Debía abrir una cuenta y cambiar sus cinco mil euros, una tarjeta nueva, un nuevo carnet, un apartamento pequeño en Austin, una laptop y un nuevo móvil y en cuanto tuviera los documentos y la laptop, prepararía un currículum, que lo sacaría de su móvil antiguo y haría una lista de hoteles o empresas y los enviaría. Quería conseguir un trabajo lo más pronto posible, sabe idiomas eso le ayudará a conseguir trabajo pronto. Ahora Gracias a su nuevo esposo es también americana. Luego se divorciaría de Trevor y seguiría con su vida. Tendría una nueva vida en Austin. Iba a pedirle a Trevor que la dejara en un hotel que no fuese muy caro, hasta solucionar todo, sobre todo la nacionalidad y ya podría hacer el resto sola. —¿Qué piensas? —Le dijo Trevor, quien la miró muy pensativa— No he sido brusco, ¿no? —No, no es eso. Has sido maravilloso, como el resto de las veces que lo hemos hecho. Si me tocas de esa manera creo que no me podré resistir a un hombre como tú. —Eres demasiado sincera. —Cierto. Es un defecto que tengo. Pero, estaba reflexionando, si me podrías dejar en un hotel que no sea muy caro y solucionar lo de la nacionalidad el lunes, para poder encontrar un apartamento decente, después poder ir al banco para abrir una cuenta bancaria. Necesito una laptop y un móvil nuevo también, si no es mucho pedir. —No voy a llevarte a ningún lado. Vendrás a mi casa. Eres mi mujer. Hasta que sepamos lo del embarazo. —Pero es que no quiero molestar y estaremos en contacto, te lo prometo. —No, eso no va a suceder. Tendrás todo lo que deseas, no obstante, tendrás que vivir conmigo hasta que llegue ese momento. —Está bien, aunque me da vergüenza que tu familia piense mal de mí, qué tipo de mujer se casa sin conocer al que ahora es su esposo, más o menos eso. Eres terco. Y no quiero molestarte y no creo que esté embarazada, no estoy en periodo de ovulación. Y si tú te proteges siempre… —Siempre me he cuidado. Salvo contigo, claro, un error que he cometido. —Pues entonces no seas testarudo, déjame en un hotel, entre menos sepan de mí, tus familiares mejor. —No puedo, ¡Lo siento! Considérate una invitada en mi casa. Además, voy a llevarte a un lugar precioso paraíso. —Ya veo que es inútil oponerme, está bien, acepto hasta que sepamos que no tengo ningún embarazo, pero no más de ese tiempo. A cambio, me ayudarás con la nacionalidad y el banco ¿Verdad? —Perfecto, ahora nos podemos ver. ¿Tienes el hotel pagado? Yo no he pagado mi estadía aquí. —Sí, claro, cancelaré tu habitación. —Está bien, yo ya estoy lista. No sabe dónde vive él ni siquiera conoce, su apellido es un completo desconocido. Sin embargo, no siente temor de ese hombre. Él Pagó el hotel y fueron al parqueo del hotel, con las maletas en mano a recoger su coche. Es un Ferrari, algo que a Scarlett la hizo en que pensar. —Me encanta tu coche, dime que no eres un mafioso. —No lo soy, simplemente si me gusta algo lo compro sin medir el costo. —Eso me tiene más tranquila. —¿Sabes conducir? —Sí, pero no tengo coche. Lo vendí cuando decidí hacer este viaje. —Ahora puedes hacerlo. —Eso dependerá si encuentro trabajo. Ya veré eso después. Puede que me compre uno de segunda mano, algo pequeño. Un utilitario. No necesito más. Trevor la mira y cuando cree saber todo de ella, siempre lo sorprende. No tenía grandes pretensiones y no aspiraba a grandes cosas, al parecer no es superficial, medito él. Todo su afán era buscarse un trabajo lo antes posible, para ser independiente. Y parecía estar deseando deshacerse de él. Era un ratoncillo pequeño y precioso, aunque un poco asustada. Ahora ella está en sus manos y es suya. Únicamente suya. Y le estaba gustando. Él juraba que nunca se acostaría con una virgen, pero el destino le jugó una mala jugada, sin embargo, eso fue muy especial. No se considera un machista, sin embargo, que una mujer hubiera sido solo suya, era algo a tener en cuenta y esta mujer, le gusta mucho, lo atraía como un imán.
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