—Bello durmiente… ¡Despierta, hemos llegado! Si no abres los ojos estoy dispuesta a besarte y meterte la lengua hasta la garganta.
Eso bastó para que abriera los ojos de golpe. Parpadeé mirándola muy cerca. ¡Qué digo cerca! Estaba sobre mí con el rostro reclinado sobre mi cuello. Había hablado en un susurro cerca de mí oído.
—Oye, tranquila. ¿Qué pasa? —Pregunté sonriendo.
Llevaba falda, estaba a horcajadas sobre mi regazo, rodeándome con sus brazos por la cintura. Se enderezó para verme.
—Nada. ¿Parece que hago algo malo, Loren?
La observé un momento intentado comprender a qué se refería. Fue entonces que miré sus piernas casi descubiertas, por la manera que seguía sobre mí se le había subido. Su blusa era escotada y la chaqueta que llevaba estaba desabotonada. Luego sonreí de nuev
