Llegué a casa un poco cansado. En realidad, en todo el camino me mantuve muy pensativo. No pude dejar de profundizar en el hecho de que el padre de Nómada no sólo contaba con una guardia personalizada. Me parecía algo más semejante o acorde a lo que se ve en las películas de acción cuando alguien pertenece a la mafia o al contrabandeo de cosas ilícitas. No soy muy devoto a las armas, pero ¿quién no jugó alguna vez un video juego? No cabía duda, eran rifles de asalto, algo que sólo cierto grupo de militares podrían tener en su poder. «¿Acaso tiene el apoyo del gobierno y su seguridad también?» —¡Loren! ¡Loren! ¡Loren! Me volví a él, ya había estacionado la motocicleta en el garaje. Seguía de pie al lado en estado de retraimiento. —Escuché que entraste. Llevó rato intentando hablarte.

