Nicol.
Estaba en el despacho de casa, investigando a el que sería mi guardia y mano derecha, Ángel, bien podía solo dar la orden de que otra persona lo investigara y no hacerlo yo, pero si algo me ha enseñado mi padre es a hacer las cosas por mi cuenta, me gusta que todo esté tan cuál lo necesito y para eso es mejor hacerlo uno mismo, porque cuando le pides a alguien que lo haga por ti, corres el riesgo de que no salgan las cosas como quieres y podría llegar a poner la organización en peligro, solo por no tomarme el tiempo de ver las cosas por mis propios ojos.
— Así que si eres un agente –murmuré sonriendo al ver el resultado de mi búsqueda- Un agente encubierto, reconocido por sus valores -me quedé pensando- ¿Que buscarás en esta organización? ¿por qué no en otra más fuerte? –porque era la verdad, en mi mundo existían otras organizaciones y mucho más fuertes, muchas preguntas pasaban por mi cabeza y no tenía ninguna respuesta para estas preguntas.
No sabía si lo mejor era dejarlo para ver hasta dónde llegaba o meterme y dejar las cosas claras, aunque esto implique matarlo, cosa que por una extraña razón no quiero, la realidad es que me inspiraba confianza pero también sé que no es bueno confiar en el enemigo, sin embargo la información que obtuve dice que es reconocido por sus valores, lo cual lo deja de este lado, tomando en cuenta la porquería que es la autoridad para la que él trabaja, lo que no entiendo es ¿por qué mi padre lo dejo entrar? no creo que no la investigará antes, de ser así, él ya lo sabe y vio en el algo, por eso lo dejo entrar en este mundo, definitivamente tengo que hablar con él, con mi padre.
Salí con la información en mis manos, subí las escaleras hasta llegar a mi habitación cerrando la puerta tras de mí, guarde toda la información bajo llave, no me arriesgaría a que alguien más la encontrara y me apresure a salir para buscar a mi padre por toda la casa, llegue rápido a la cocina en dónde estaban todos, busque con la mirada a Maik, él es la mano derecha de mi papá.
— Maik -levanto la mirada- ¿Sabes en dónde está mi papá? -pregunte rápido, no repare en observar a nadie más.
— El señor está en la bodega señorita -afirme.
— Gracias -con esas palabras salí rápido a dónde sabía que está la bodega, las bodegas están en la parte trasera de la casa, nadie de la familia tiene permitido ir a excepción de mí, yo puedo entrar y salir de todos lados, aunque a mi padre no le gusta que venga y menos sola.
Para cuando llegué me encontré con unos ojos celestes, observándome con curiosidad y disgusto, la curiosidad no sé por qué, pero el disgusto era por estar en ese lugar.
— Hija, pero ¿qué haces acá? -sabía que no le gustaba que viniera, me lo había dicho unas veinte veces.
— Tengo que hablar contigo de algo importante -afirma.
— Está bien, vamos al estudio -comenzamos a caminar en silencio.
Esta vez no entramos por la cocina, la casa tenía muchas entradas y lugares secretos que solo la familia conoce, nadie más, así que nos fuimos por un pasadizo.
— Dime ¿qué es eso tan importante? -tomo haciendo en su despacho, pero yo me quedé de pie.
— ¿Quién es Ángel? -fui directo al punto, no me gustaba eso de andar por las ramas.
— Es tu nuevo guardia ¿no? -sabía que se estaba haciendo el tonto.
— Hablo enserio ¿quién es en realidad él? -mi padre se acomodó mejor en su asiento, me miraba fijo.
— Un agente encubierto -dice como si nada.
— Y tu –lo señale- ¿Sabiendo eso lo dejaste entrar como si nada? -el asombro paso por mi cara, no entendía nada.
— Si -dice de una y abrí mi boca bien grande- Él es una de las pocas personas que buscan el bien -eso ya lo sabía- Pero está del lado equivocado -junte mis cejas- Es fácil, siendo policía o agente no llegara a nada, posiblemente lo maten cuando vean que no pueden con el gracias a sus valores y que de verdad hace las cosas por gusto y no por dinero -eso era verdad- En la organización no hacemos mal a nadie, a nadie que no lo merezca -afirme- Solo a quienes son abusivos o cosas parecidas –me mira- ¿Tú me entiendes? –afirme- Pero no a personas inocentes, entonces quiero que el vea eso, que se dé cuenta de quién es el malo y de quién no lo es, en esta historia -era mucha información para procesar- Para eso estás tú, te deje a cargo de el por qué sé que podrás demostrarle las cosas que hacemos de una manera natural y sin que se vea tan falso -suspira- Hija sé que eres buena mintiendo y que me has mentido muchas veces en la cara, algunas logro saberlas pero otras no -sonreí, eso era una gran verdad, yo mentía todo el tiempo.
— Está bien, me haré cargo de eso -sonreí por la confianza que me tenía mi padre.
Luego de esa charla salí del despacho contenta, me estaban encargando una tarea que no era fácil pero tampoco imposible, o bueno eso creo yo por qué no creo que ese hombre tenga la más chica intención en llevarse bien conmigo o mejor dicho con nosotros.
Camine a la cocina para encontrarme con todos los empleados, me senté junto con ellos, al menos los que ya tenían tiempo trabajando aquí, sabían que era algo normal en mí, para los demás fue una gran sorpresa, pero paso rápido, luego de unos minutos ellos se veían sonrientes, contentos, aunque no duro mucho pues la cosa cambio cuando vieron a la esposa de mi padre, la nueva esposa, por qué la realidad que luego de mi madre, mi padre no se ha enamorado, no de una forma sana, a Maite la eligió como esposa según el para que ella cuidara de mí, cosa que no funcionó por qué ella no cuida ni de su verdadera hija, mi hermanita Aitana, menos iba a cuidar de mí.
— ¿Ya tienen preparada la comida? -hablo con su característica arrogancia, rodé los ojos con solo escucharla pues yo estaba de espada a ella.
— Ya está preparada y esperando a que usted de las órdenes señora -hablo una de las empleadas, en su voz se percibe el miedo.
— Así me gusta -rodé los ojos por segunda vez en menos de un minuto, en eso mi hermana llegó sonriendo.
— Mamá ya regresé de la universidad –sonreí con la voz de mi hermana, pero no duró mucho.
— Aitana te he dicho millones de veces que no me digas así -y aquí estaba la mujer que según mi padre me cuidaba de niña, es el diablo en persona.
— No entiendo por qué te molesta que te diga mamá -hable tranquila mientras me daba la vuelta para verla a los ojos- Al final ella si es tu hija -sonreí- ¿Recuerdas cuando a mi padre le decías que me querías como a una? -sus ojos me observaron- ¿Qué pasaría si él se entera de como tratas a tu verdadera hija? -hice un puchero- Se imaginaria cómo me trataste a mí, por qué es lógico, si a tu hija de verdad la tratas pésimo, ¿qué puedo esperar yo? -cerro su puño.
— Me tienes harta, te crees mucho solo por ser la hija del gran amor de tu padre –sonreí, ese siempre fue su problema, que mi padre nunca la ha amado como llego a amar a mi madre.
— Deberías de saber que yo no me creo nada –sonreí- nada más de lo que soy -subí mis hombros- Ya que tú seas una insegura y que no puedes hacer que mi padre olvide a mi madre, eso es otra cosa -estaba por salir cuando me toca del brazo.
— ¿Qué pasaría si la historia de cuando tenías quince años de repite? -me tense, ella sabía dónde darme para que me doliera.
— Se acabó madre, no tienes por qué hablar de ese día solo para molestarla -mi mirada cambio a una que daba miedo, lo sabía por cómo me miraban todos.
— En tu vida vuelvas a hablar de ese día –me zafe de su agarre y le agarre el cuello- por qué en verdad me vas a conocer y créeme que no quieres eso -no voltee a ver a nadie y salí de la vista de todos, necesitaba estar sola.
Mi respiración estaba fallando, siempre que hablábamos de ese día me ponía mal, no me gustaba recordar, no me gustaba sentirme así pero no podía hacer nada, esto era más fuerte que yo, este era mi oscuro pasado, uno que nadie tendría porque saber, ni siquiera esa maldita mujer, ella menos que nadie.
— ¿Te encuentras bien? -pegue un brinco cuando me hablaron, voltee y me encontré con Ángel.
- Si -suspire- Me encuentro bien -esa siempre será mi respuesta, aunque por dentro sienta otra cosa, no importa, yo siempre estaría bien.
— No lo parece -murmuro, no le hice caso, no quería hablar con nadie, pero si quería salir, quería ir al único lugar seguro que tenía, mi refugio.
— No espero que parezca nada -hable sería.
— Comprendo, estoy pasando la raya, no se preocupe señorita -suspire, él no tenía culpa de nada, cuando no tienes culpa de nada es muy feo que se desquiten con uno y si quiero que me tenga confianza, tengo que ser más amable.
— Escucha –me mira- No es tu culpa -afirma- Siempre que hablo con la esposa de mi papá me pongo mal, lo siento, no era mi intención desquitarme contigo de nada, en verdad lo lamento-afirmo.
— No se preocupe, por lo visto esa señora saca de quicio a todos -afirme, eso era verdad, menos a mi padre.
— Voy a salir, si mi padre pregunta por mi le dices que fui a mi lugar -se quedó pensando.
— No quiere que vaya con usted -niego, ese es mi lugar y no pienso llevar a nadie, nunca.
— No, solo quiero estar sola un momento -comencé a caminar y lo vi regresar a la casa.
Camine por varios minutos hasta llegar a una cueva, aquí había traído todos los recuerdos y cosas que tenía de mi mamá, era el único lugar en donde sabía que estarían bien y que la nueva esposa de mi papá no los tocaría o tiraría, me senté en el suelo, la tierra fresca refrescaba todo el lugar, pero también se podía pasar una noche en caso de emergencia, claro que para que eso sucediera tenías que hacer una fogata porque el frio era mucho, aunque aquí tenía mi casa, una que nadie sabía y solo estaba en caso de emergencia para esconderse, pero para llegar a ella tenías que caminar por un túnel muy grande.
Cuando mi padre se casó con Maite, ella le vendía la idea de ser una madre para mí, nunca lo fue, con el tiempo encargaron a mi hermana Aitana, ni tan con el tiempo, por qué ella y yo solo nos llevamos por cinco años, así que a lo mucho un año y quién sabe, en fin, mi padre creía que ella sería como mi mamá, lo que él no sabe es que ella no quiere ni a su propia hija, me iba a querer a mí.
Con el tiempo aprendí a sobrellevar la situación, no le hablaba y todo iba bien, hasta que llegaron mis quince años, es algo que todavía no entiendo, yo llegaría al lugar en donde era mi fiesta pero alguien dio información de mi ubicación y llegaron por mi personas que no conocía, mataron a mi chófer y a mí me llevaron, nunca supimos quien dio la orden y hasta ahora tengo mis sospechas de Maite, por qué solo ella y mi papá sabía en dónde estaba en ese momento, además de que Maite no quiso que mi padre se fuera conmigo en la camioneta, según para hacer todo más sorpresivo.
— Mamá si tan solo pudieras volver, si tan solo pudiera estar junto a ti y verte una última vez -susurre con lágrimas en mis ojos- Te extraño y no sabes cuánta falta me haces, siempre necesitó un abrazo tuyo, no importa lo grande que esté, siempre los necesitaré -toque su foto- Nunca voy a entender que fue lo que te sucedió, no entiendo nada -me deje caer en el suelo frío, recosté mi espalda a la fría pared.
Lloré por todo lo que pude ser con mi familia completa y no se logró, por el desgraciado que abuso de mi siendo una niña de quince años, por la madrastra que mi papá busco para mí, por todo.
Me quedé varias horas en este lugar, no fue hasta que me calmé y vi en mi celular la hora, estaba próximo para anochecer, así que sin muchos ánimos me fui a la gran casa, en realidad no estaba legos, pero nadie tenía conocimiento de este lugar, solo yo, lo encontré el día que mataron a mi mamá, yo no estaba en casa en el momento que eso paso y por eso a mí no me hicieron nada, yo estaba en ese lugar que minutos antes había descubierto jugando con una pelota.
Al llegar a la casa ya todos estaban en el comedor, comiendo la cena que ordenó Maite, no hable y mucho menos los vi, solo pase de largo a las escaleras, pero antes de poner un pie en el primer escalón me habló "mi querida madrastra" noten mi sarcasmo.
— ¿En dónde estabas? -hablo preocupada, que buena era fingido.
— Legos de ti -mi padre solo me miró y Aitana sonrió.
— Estás muy mal educada -me di la vuelta y fue cuando vi Maik, Ángel y Mauricio comiendo con mi familia.
— No soy mal educada -sonreí- Es solo que no me gusta ser hipócrita -no me quedo de otra que hablar- A diferencia de ti -la vi cerrar su puño con fuerza, pero como estaba mi papá, ella no haría nada, claro que no, le gustaba quedar como la santa.
— Tu hija es una mal agradecida –mira a mi padre y este solo niega.
— Maite ¿crees que no sé cómo tratas a mis hijas? -esa respuesta me hizo abrir los ojos grandes, él sabía de su trato y no hacía nada, nunca lo hizo.
— ¿Tú sabías? -pregunte mientras me acercaba, si él sabía las cosas se pondrían feas en este mismo momento.
— Me lo contó Maik hace unos momentos -afirme más tranquila con su respuesta- Si lo hubiera sabido antes, las cosas serían muy diferentes, créeme -no estaba segura de eso, esa mujer lo tenía como idiotizado.
— No lo creo, no creo nada para ser sincera, esa mujer -señale a Maite- Sabe manipular de una manera que todo quede a favor de ella -mi padre sonrió.
— Lo sé, ahora me arrepiento mucho de lo que hice -no sabía de qué hablaba.
— Pero de nada sirve que ahora lo sepas -Maite hablo- Sabes que no me puedes correr o de lo contrario hablaré y tú saldrás perdiendo -junte mis cejas y mi papá no dijo nada.
— ¿Qué es lo que sabes Maite? ¿con que amenazas a mi papá? -hable alto, nadie hablaba.
— Con que él lo sepa es más que suficiente para mí -mi padre solo miro el piso.
— Lo voy a averiguar, si me conoces sabes que nada me es difícil de encontrar y cuando lo haga solo espero no decepcionarme de ti -le dije a mi papá y salí a mi cuarto.
Tenía dudas ¿qué era eso que Maite sabía y chantajeaba a mi papá, solo espero que no sea lo que me estoy imaginando por qué de ser así, eso nunca se lo perdonaría, eso marco mi vida y no creo perdonarlo nunca.
A la media noche baje a la cocina, por andar discutiendo no cene nada y me dio habré, me cuide de no hacer mucho reído para que nadie se diera cuenta, lo que no me imagine fue que al llegar a las ollas que tenían la comida alguien prendería la luz.
— ¿Señorita Nicol? -voltee de golpe, solo para encontrarme con un par de ojos azules como el mar.
— ¿Qué haces despierto a esta hora? -menos mal que tenía puesta un pijama de shorts y blusa, nada sexi.
— Vine por un vaso de agua y escuché ruidos, pensé que podría ser otra cosa –afirme, aprovecharía para preguntar mis dudas.
— Bueno ya que estás aquí, dime algo -afirma- ¿Que paso antes de mi llegada a la cena y después? -solo lo hice para ganar confianza y también porque tenía curiosidad.
— La señora Maite -me reí- Estaba muy preocupada por usted, eso fue antes, después de que se fue, nadie dijo nada y la verdad el ambiente estaba lago incómodo -me contesto, eso quiere decir que vamos por buen camino.
— Tú me ayudarás a encontrar que esconde esa mujer, algo muy grabé debe de saber -pienso- Solo así explica que mi padre no dijera nada -afirma.
— Cuente conmigo para lo que necesite, yo solo tengo que ser leal con usted, que es mi jefa -sonreí, vamos bien- Le quiero preguntar algo -hablo nervioso.
— Claro, se vale preguntar -sonrió mientras buscaba las palabras o al menos eso parece, por mi parte comencé a servirme la comida al plato.
— ¿Por qué entro a este mundo? -junte mis cejas- No me mal interprete, es un honor que sea mi jefa, pero siento que usted no lo hizo por gusto, más bien lo hizo como buscando una salvación -eso era verdad.
— En parte tienes razón, entre buscando mi salvación, solo te puedo decir que, cuando me vengue de alguien quien me las debe de muchas formas posibles, dejare esto -me miro con miedo- En algún momento creí en tener una vida normal -comencé a comer- Formar una familia, ya sabes, pero las cosa no siempre salen como uno espera -suspira- Ahora solo me queda ver qué mi hermana si logré cumplir sus sueños -sonreímos.
— En algún momento yo la ayudaré -afirme.
Ninguno hablo más, el término de tomar agua y se fue mientras yo comenzaba a comer mi helado, quería una vida normal, pero ahora soy esto, una persona fría que no sabe sentir amor por otras personas, que no sea más que su hermana y su padre.