Nicol.
El día llegó y con él, el trabajo, hoy le enseñaría a Ángel que no todo lo que brilla es oro, lo llevaría a dónde trabaja su gente, sus amigos y conocidos d ella DEA, hoy su mundo comenzaría a abrirse a las nuevas posibilidades, unas que quizás nunca imagino posibles.
— Ángel vamos a salir -solo afirmó y salió conmigo.
— ¿Cuál es la camioneta que llevaremos? -miré por varios lados y no estaba ningún, solo la mía, la que nunca usaba para el trabajo y no dejaba entrar a nadie, está camioneta en algún momento fue de mi mamá y cuando cumplí la edad suficiente me la dio me padre a mí.
— En esa de allí -la señalé.
— Señorita no quiero contradecirla en nada su palabra, pero su padre nos dijo que no la podíamos usar, en realidad dijo que nunca la utilizáramos, por que podríamos morir y honestamente aprecio mi vida –sonreí con sus palabras.
— No, no pueden, nadie puede, pero está vez yo lo estoy autorizado, además ¿qué te preocupa? vas conmigo, nadie dirá nada -afirma con duda.
— Cómo usted diga –suspira con resignación- Pero es mi deber decirle que su padre también nos prohibió subir, dijo que la única que se sube es usted –afirme, nadie más.
— Haremos una excepción esta ves -sonreí y comencé. caminar- ¿Sabes manejar bien? -afirma, sabía que si, al ser policía es obvio que tiene que saber- Maneja -le pase las llaves.
En todo el camino él iba pensativo y creo que hasta asustado, lo de la camioneta lo tiene mal, no sabía si eso era bueno o malo, así que lo deje, no tenía miedo, por raro que parezca él no me daba miedo, a diferencia de otros, pero si me preocupaba su silencio, tenía que ganar su confianza y al paso que vamos eso no pasara pronto.
— ¿Debería de preocuparme su silencio? -su voz suave llego a mis oídos.
— No, no deberías, es solo que estabas muy pensativo y preferí no molestarte -expliqué tranquila.
— No es nada -hablo inquieto.
— Seguro -hable con sarcasmo- Sé que algo pasa, pero también sé que no tenemos la confianza para hablar de cosas tan personales, lo entiendo y está bien, no voy a molestarme por algo como eso -suspira.
— Las cosas no son así -siguió manejando- Yo en verdad quiero contarle, pero no es el momento -murmuro, pero lo logré escuchar, me hice la que no escucho nada y dejé que llegara a el lugar, era una especie de centro comercial, un poco raro para mi gusto.
— ¿En un centro comercial? -murmura.
— Solo hemos venido a averiguar algo -el comienza para dar con mi justicia, pienso, pero no lo digo.
— ¿Algo? -junto sus cejas confundido- ¿Que es ese algo? –sonreí, pronto lo sabrás y déjame decir que no te gustara, claro que no.
— Nada en particular -o puede que sí, pero lo sabrás en su momento- Solo vamos a ver un cargamento y de paso vemos en dónde lo dejan, así que abusado para manejar -me mira confundido.
— Pero si es de ustedes –junto sus cejas- ¿Por qué tenemos que estar vigilando? -es listo, nada mal para ser un policía al final de cuentas.
— Por qué no es nuestro -abrió sus ojos bien grandes- Es de unos policías que solo buscan hacer el mal -listo, el plan estaba en marcha.
— Nosotros ¿no hacemos el mal? Es decir, somos mafiosos y nuestro trabajo no es muy limpio que digamos- sabía que algo así diría, no por nada es policía y de los buenos.
— Depende de quién lo diga -mira a otro lado- Si tenlo dice la DEA o el FBI, es posible que nosotros seamos los malos, lo peor que pueda existir en el planeta –sonaba feo, pero era la realidad- Pero si te lo dicen millones de familias que necesitan de nosotros sabrás la verdad, la verdadera verdad -solo miro a un punto fijo.
— Puede ser -murmuro bajo, eso es bueno, lo estaba haciendo dudar.
— Te lo puedo demostrar cuando quieras, yo no hablo solo por hablar -se quedó pensando.
— No estaría mal pero no creo que sea lo correcto -niego.
— Yo decido que es correcto y que no –no le di tiempo a dudar o elegir- Así que si quieres ver esa parte por mi está bien -afirmo.
— Creo que es una buena idea, pero igual eso no cambiará en mi trabajo -eso lo veremos, en unas horas más.
— Perfecto –sonreí grande mientras vi el carro salir lleno- Quiero que sigas a ese carro, pero de una manera distante, que podamos pasar desapercibidos, sin ser vistos -afirma.
El juego comenzó, seguimos a ese carro en silencio, se veía el tormento en su mirada, era como tener miedo a saber lo que podría pasar si en un dado momento sabría que yo no dije mentiras, yo por mi parte me mostraba tranquila, eso era lo que tenía que hacer, tenía que fingir una vez más, aunque me gustará o no Ángel hacia que todo fuera más llevadero, aun cuando solo tiene dos días trabajando para mí, pero es que la confianza no se puede ocultar y el me inspira eso, a pesar de todo, de ser un policía que entro para joder la organización.
Tras varias horas de camino llegamos a lo que bien podría ser una bodega, el lugar en donde guardaban sus cosas, esperamos a que saliera el jefe de ellos y paso, el que se encarga de dirigir a la organización de policías (DEA Y FBI) era el mismo que nuestros ojos veían.
— ¿Es él? -pregunto asombrado, sabía que para él era un golpe muy duro.
— Es el -reafirme a sus palabras- Ya sabemos en dónde está una de sus bodegas, ahora ya nos ponemos ir a casa a descansar -mira por la ventana, evitando mi mirada- Tal vez mañana volvamos, pero no será a jugar -suspira- ¿Qué te pasa? -pregunte cuando solo miraba por la ventana de la camioneta.
— No sé, me siento confundido -niega- No me haga caso –sonreí, el tormento en su mirada se sentía a metros.
— Comprendo, no me meto en donde no me llaman -niega.
— No es eso, solo es que siento muchas cosas en mi mente y pecho -suspira- Ya se me pasara -eso era mentira, pero no diría nada y en cierto modo lo entendía.
— Bueno, ahora sí vamos a casa, mañana será un día Interesante -sonreí- Vamos a bajar ese cargamento y daremos a viso a la prensa del lugar en donde lo pueden encontrar, así no nos descubren y no envenenan a jóvenes -abrió sus ojos.
— ¿Cómo? creí que no sé, se lo quedaría, es un trato que se hace así, le bajan mercancía a otros y se los quedan -termino de decir, como explicando.
— Todavía no me conoces bien -sonreí- No sabes cuál es mi verdadera intención en todo esto -me quedé pensando- Tal vez algún día te cuente o tal vez no, pero existe una razón muy grande para todo lo que estoy haciendo -afirma con desconfianza.
— Cuando usted decida contarme algo yo estaré para escucharla -afirme- Puede que no nos conozcamos de antes, pero usted me inspira confianza, es raro, pero eso pasa -sonreí.
— Tu también me das confianza -seguimos con el camino de regreso, mañana sería un gran día, haría una fiesta con balas.
Llegamos a casa y estacionamos, todos los demás guardias nos observaban, se la razón, la camioneta, es que yo no dejo que nadie la maneje, pero esta vez lo hice, a decir verdad, no sé por qué, pero se sintió bien, Ángel lograba eso en mi vida, hacerme sentir bien con solo aparecer en los momentos precisos, no sabía si en algún momento le contaría mi historia o no, pero me sentía bien con él, creo que podíamos llegar a ser muy buenos amigos o por lo menos eso espero.
A penas pase la puerta de casa y toso cambio, la razón fue simple, mi madrastra, esa mujer solo sabe joder, me duele que maltrate a mi hermana, pero no puedo hacer mucho, mi hermana no se defiende por si sola y no le gusta que me meta a pelear con su madre, mi padre nunca hace nada, así que todo el enojo me lo tengo que tragar y pasar de largo, como si no hubiera visto nada, sonaba fácil pero no lo era.
Entre a mi habitación, como era costumbre en mi me dispuse a leer un buen libro, pasada una hora o quizás un poco más me fui al baño para tomarme una ducha, luego de eso coloque mi pijama y me acosté a dormir, sabía que mañana sería un día muy complicado, pero también era un día muy importante para mí.