Ángel.
La sola idea de pensar en que muy posiblemente no todo era como yo creía me causaba miedo, porque eso significaba que todo lo que una vez creí era falso, algo que no estaba muy lejos de ser verdad, porqué viendo a un comandante de la DEA y a un superior haciendo ese trabajo no me agradó para nada además de ser algo ilógico, no era legal, para nada, tenía que pedir a mi mejor amigo que investigara sobre eso, ver si estaban ellos al tanto y solo era otra estrategia, no estaba seguro pero aún me quedaba es posibilidad y no quería perderla, necesitaba creer en algo, en algo que me hiciera creer que la justicia existe, que no existe corrupción al manos en mi trabajo, en donde estoy yo carajo.
Cuando llegamos ella salió rápido a su habitación, supongo, por qué no la volví a ver en el resto del día o mejor dicho de la tarde, su idea de bajar ese camión y de hablar a la presa para que nadie se quedará con ese camión me tomo por sorpresa, no me cabía en la cabeza esa idea, cualquiera pensaría que se lo quedarían ellos y ya, no por nada son unos mafiosos muy reconocidos, no están muy en lo alto todavía pero tomando en cuenta que comenzaron hace unos años, si son muy buenos eso si debo de reconocer, pero no, ella no quiere eso, ella quiere hacer las cosas de manera correcta, no puedo decir lo mismo del padre, pues se ve que no está muy de acuerdo con eso, pero de ella puedo decir lo mejor, ella es otra cosa.
Cuando la conocí vi pena en su mirada, una mirada sin brillo, me imagine que algo había pasado con ella, no sé qué pero si estoy seguro de que algo le paso, eso cobro más sentido cuando dijo que solo se quería vengar, cobrar justicia por su propia mano, no estaba seguro de por qué dije que yo la ayudaría en algún momento, pero no me arrepiento, ella no es feliz en este mundo, se le ve y cuando ella llegue a su objetivo la ayudaré a tener una nueva vida, una vida tranquila al igual que a su hermana, ellas no tienen la culpa de haber nacido en esta mundo o mejor dicho, de tener al padre que tiene.
Al entrar a mi cuarto me fijé que no estuviera nadie para poder hablarle a mi mejor amigo, tenía que ser muy cuidadoso en este aspecto porque comparto habitación con Mauricio y no quiero que nadie sepa quién soy en realidad.
—Max necesito que me investigues algo -hable bajo para que nadie me pudiera escuchar del otro lado de la puerta, al menos no de una forma clara.
— Claro dime ¿Qué necesitas? -eso me gustaba de mi amigo, siempre íbamos al punto y sin importar el porque me ayudaba en todo momento.
— ¿Qué se sabe en la comisaría de un camión que lo mantiene el comandante de la DEA y el superior? -le explique lo que sabía de color y placa.
— Acá no se sabe nada con respecto a ningún camión –murmura con sorpresa en su voz- Pero te contaré lo que creo que está pasando –suspira- Creo que ellos están traicionado, a la DEA y a todos nosotros -eso era lo más probable, ya no tenía dudas de eso.
— Es probable, por no decir que eso ya es un hecho –suspiro- Lo peor es que los que supuestamente son malos, no lo son –suspire de nuevo- Me voy a volver loco - ¿o ya lo estaba?
— ¿Qué es lo que en realidad está pasando? -mi amigo no era tonto, sabía que algo me pasaba, algo ni yo sabía descifrar con certeza.
— La hija del "jefe" o sea mi jefa -no sabía cómo empezar- Me está volviendo loco -lo escuché reír.
— ¿Te gusta? -pregunto como si fuera lo más normal del mundo, no por nada somos mejores amigos.
— No lo sé -te quieres el tonto que distinto me dice mi conciencia- Solo sé que no quiero que le pase nada, ella es diferente a lo que creí que encontraría y lo peor es que algo malo le pasó, se le mira triste todo el tiempo y su madrastra para herirla siempre habla de un día en específico, pero no sé cuál, cuando le hablan de eso su mirada cambia y puede darte miedo pero luego vuelve a ser la misma, no quiero que le pase nada mañana en ese enfrentamiento al que vamos a ir -termine de decir rápido, necesitaba desahogarme con alguien.
— Estás enamorado de ella -no fue pregunta- Y no tiene nada de malo, ella es diferente a ellos, por lo que me cuentas -no sabía si eso era verdad.
— Sabes que no me puedo enamorar de alguien así, es la hija de un mafioso y no de cualquiera -suspira- A demás no creo estar enamorado, ni siquiera la conozco ¿Cómo podría estar enamorado? -no tenía lógica pero últimamente nada de lo que me pasaba la tenía.
— Pero lo estás -dice como si fuera lo más normal del mundo- Estás enamorado de una mujer que si me lo preguntas es preciosa -gruñí- Ves, esos son tus celos -abrí mis ojos, me jugó una pasada.
— ¿Cómo sabes que es preciosa? ¿la conoces? –comencé a preguntar- Además ella no se enamora de paguen como yo, cuando ella sepa lo que soy me va a odiar -ya no tenía caso negar algo, posiblemente si me gustaba y me llegaría a enamorar, en caso de no estarlo, porque para bien o para mal si estaba celoso, aun cuando no tenía lógica- Pero insisto, es muy pronto -eso creo la verdad.
— Amigo mío, para comenzar la conozco, pero ella no sabe lo que soy –no entendía nada- Una amiga de ella es mi novia y la he visto –vaya el mundo cada vez es más chico- Eso, por un lado, por el otro existe el amor a primera vista -yo no creía en eso, se escucharon ruidos de la agencia- Tengo que colgar -dicho esto me colgó.
Quisiera decir que luego de esa charla me sentí mejor pero la verdad no, la sola idea de pensar en que algo le pasará mañana en ese maldito enfrentamiento me aterraba o el hecho de creer que me odiara cuando sepa lo que en verdad soy, no me gusta sentirme así, indefenso, se supone que ella debería de enamorarse de mí, en todo caso y no yo de ella, pero es que ¿quién no se enamoraría de alguien como ella? con esos ojos morrones que te pueden llevar al mismo cielo.
Me estaba volviendo loco, no creí que algo así me pasará y para colmo todavía está la posibilidad de traición a mi organización, a la DEA carajo, es mucho para un solo día, el enfrentamiento en donde no quiero que le pase algo a Nick, muchos pensamientos pasaban por mi mente hasta que finalmente el sueño me venció.
A la mañana siguiente nos levantamos todos los guardias muy temprano, era el bendito día que no quería que llegara, nos reunimos en el gran salón a esperar a quien nos iba a dirigir para esta misión.
El sonido de unos zapatos me hizo dar vuelta para ver esos ojos marrones que últimamente los tengo muy presente en mis sueños.
— Buenos días -todos respondimos a coro.
— Cómo sabrán hoy es el día -sonríe- Vamos a ir por ese camión, lo dejaremos en la carrera y daremos aviso a la prensa, a nadie mas que a ellos, nos vamos a esconder muy bien y no nos moveremos hasta ver qué no se lo lleve nadie -esto es mucho para mí- ¿Quedó claro? -pregunto impaciente.
— Más que claro -contestamos todo.
— Vamos -dicho esto ella dio la salida y mis nervios crecieron más.
Quería decir que no y que se quedara, que yo me haría cargo para que ella estuviera bien, pero sabía que eso no era una opción, así que me dedicaría a cuidarla y que estuviera bien.
— Ángel -la miré- Tú vas conmigo -señalo su camioneta, solo afirme.
Nunca creí que alguien como ella iría a una guerra, se ve tan fina y delicada pero también se ve que tiene carácter, ella iba con unas botas cortas, pantalón de mezclilla, sudadera y una chamarra de cuero, también llevaba lentes y una coleta alta.
— ¿Te gusta la diversión? -hablo triste.
— De este tipo, no mucho, sabes cuántos van, pero nunca cuántos van a regresar -afirma.
— A mí tampoco, aunque no lo creas -sabía que era verdad, ella me inspiraba esa confianza, una que nadie más avía logrado.
Nunca imaginé que al llegar se desataría una guerra tan grande que teníamos que luchar para sobrevivir.