—Gracias, no es necesario que ella vaya, puedo llevarla a la casa del señor Joaquín, quiero pasar una tarde con mi nieta —menciona y yo niego iba a contestar que si no iban Nora no iría mi hija con ella. —Si no acepta las condiciones es mejor que la niña no se mueva de aquí y yo los las voy a acompañar para asegurarme que regresen con bien a casa —contesta Albert muy serio, con Soria intercambiamos mirada y no Nora se sonroja. A la bruja no le quedó de otra que aceptar regreso a su mesa donde estaba con otras señoras estiradas de la alta sociedad. Terminamos de comer, le iba a dar un beso a mi hija y darle recomendaciones de portarse bien con su abuela, a pesar de todo tiene que convivir con ella. —Tengo ganas de tomar un paseo por el centro comercial —dice el abuelo sonriente, Natalia

