William Cuando subí al despacho del comisario, ya intuía que algo raro pasaba. Demasiado movimiento en la planta, demasiadas voces, gente corriendo de un lado a otro como si se hubiese desatado un incendio invisible. Me detuve un segundo para intentar entender qué estaba ocurriendo, y justo en ese momento sonó la voz la secretaria del jefe. —Morales, el comisario quiere verle. Ya. —¿Y todo este alboroto? —pregunté, desconcertado mientras seguía mirando a mi alrededor. —¿Cómo que qué? ¡Navidad! —respondió ella, sin dejar de teclear—. Por primera vez en dos años nos van a dar un bono por mejorar los índices criminales del distrito. ¡Y además nos han concedido cuatro invitaciones para la cena de Año Nuevo que organiza el gobernador! ¿Te lo imaginas? —Sí, me lo imagino —murmuré con una c

