—Thorn, amor, te irás sola a casa —dice Lex a mis espaldas.
—¿Qué? —pregunto escandalizada, son las tres de la madrugada, acabo de terminar de acomodar la estación de bebidas, estoy echa una mierda de cansancio y ¿Quiere que me vaya sola a casa? Lo peor, ¿Quiere que me vaya a pie?
—Eris, bebé, tengo un asunto importante —puntualiza haciéndome una seña con su cabeza hacia un costado, arqueo mi ceja y veo a Charlie ¡Dios! No sabía que el tipo era pasivo, Lex se come a todo lo que tenga algo colgando entre sus piernas, ruedo los ojos y extiendo mi mano.
—Llaves del auto —espeto, el levanta su índice y niega.
—Lo siento, querida, yo lo necesito para regresar a casa, el departamento de mi presa queda lejos.
—¡Que te lleve! —chillo, él solo niega con la cabeza.
—Sabes que el camino a casa es seguro, te queda solo a dos cuadras de aquí, no seas llorona —increpa.
—Pero, pero —vacilo.
—Pero nada, puedes ir a casita tu solita, hay buena iluminación, hay patrullas rondando la zona y demás.
Hago un puchero en un intento por remorderle la conciencia.
—No me quiero ir solita —exclamo en voz mimada, él sonríe poniendo sus brazos en jarras y negando con la cabeza.
—Eris Thorn, eres una llorona —reclama—. Irás a casa, te veo ahí por la mañana, me lo debes por lo de tu apuesta —sentencia haciendo que mi boca caiga abierta.
—Eso es un golpe bajo —increpo.
—No, querida, solo es jugar bien las cartas, anda, se me hace tarde, se una niña buena y te preparo tostadas francesas y tocino para el desayuno.
—¿Con zumo de naranja? —pregunto, él se limita a asentir con su cabeza, una sonrisa parte mi rostro en dos y extiendo mi mano hacia él.
—¡Hecho!
—Eres una niñita adorable, Thorn, ahora, debo irme, avísame cuando estés en casa, solo un mensaje, estaré ocupado —explica dando un guiño.
—No pongas imágenes en mi cabeza, Lexi.
Hace un movimiento de caderas indicándome quien es el activo en este encuentro, encojo mi rostro con algo de desagrado, tolero sus preferencias, pero no significa que quiera tener en mi cabeza la imagen de dos hombres teniendo sexo.
—Hasta en la mañana, amor.
—Hasta en la mañana, bebé —respondo, se acerca besándome, para luego encaminarse hasta Charlie, este me da una tímida seña de despedida y le correspondo.
—Por lo menos alguien tendrá mejor noche que yo —musito apenas, tomo mi bolso y me lo acomodo.
—Hasta la noche Thorn —dice Tim, el cadenero, no tiene mucho que entró a trabajar aquí, es bastante atento, aunque según Lex, le gusto, a mí me resulta indiferente, es guapo, sí, pero no es mi tipo, A Thorn le gustan bronceados como el guapetón arrogante, Tim es un corpulento ejemplar de rasgos asiáticos, unos pocos años mayor que yo, pero en definitiva no me convence.
—Oye, ¿No quieres un aventón?
—Gracias, caminaré a casa —respondo dándole una sonrisa.
—Lex es un imbécil al dejarte ir sola a estas horas —refunfuña.
—Descuida, el departamento está cerca, no hay nada de que preocuparse —aclaro, él suelta una pesada respiración.
—Por favor, sin sonar intenso, pero llámame al llegar —su voz es suplicante, me sorprendo aun más cuando me toma de las manos, Tim es un chico dulce, Lex ha insinuado el hecho de que debería tener una cita con él, pero soy demasiado… ¿Perra? Quizás sea eso, me gustan los tipos difíciles, Thorn, eres de amores imposibles.
—Cla-claro —balbuceo—. Te aviso.
Asiente y me libero de su agarre alejándome, esta noche ha sido un poquito intensa, creo que un buen baño y algo de mimo me vendrán bien ¿Cuánto tengo sin sexo? Creo que mi última relación fue hace cuatro meses, necesito un poco de autosatisfacción.
Salgo del lugar y me dispongo a caminar hacia nuestro departamento, todo parece tranquilo, la noche es algo cálida, la primavera ha llegado con todo este año, desearía estar en una playa ahora con un pequeño bañador bajo el radiante sol, un bronceado perfecto y un daiquirí.
Siento como el vello de mi nuca se eriza, es como si algo me avisara que habrá problemas.
—Tonterías —mascullo, pero esa sensación se fortalece, sujeto el tirante de mi bolso con fuerza y acelero el paso, miro a todos lados, pero no puedo ver a nadie, ni siquiera para pedir ayuda en caso de algún percance, No seas paranoica Thorn, paso por un callejón cercano al departamento y siento un fuerte escalofrío, algo me toma por el brazo y tira de mi con una fuerza suprema.
—¡Ah! —grito horrorizada, mi pulso se dispara y mi espalda choca contra el muro, mi captor me aprisiona contra este cubriendo mi boca, comienzo a temblar, mi respiración es acelerada, siento como mis ojos se cristaliza, no quiero que me pase esto, parpadeo un par de veces tratando de aclarar mi visión y me sorprendo al ver a mi atacante.
—Eris Thorn, he venido para acabar contigo —trago en seco, Patrick es quien me tiene en esta situación, ¿Qué carajos le pasa? ¡Yo no hice nada!, forcejeo y algo extraño acaba de suceder, sus ojos centellean de un peculiar color naranja, me quedo rígida.
—No finjas que no sabes lo que eres —masculla dejándome aun más confundida, No sé que carajos quieres de mí, suelto mentalmente, ladea su rostro, su mirada se torna analítica, frunce el ceño y sus ojos centellean de nuevo, ¿Qué diablos está pasando?
—Eres el nuevo falso profeta —espeta, pareciera leer mi mente, esto se está poniendo de miedo, comienzo a hiperventilar, descubre mi boca y me sujeta fuertemente por los hombros, intento desesperada darle un rodillazo en la entrepierna, pero logra detenerme pegando su cuerpo al mío para someterme.
—¡Suéltame! —ordeno—. ¿Estás demente?
—¡Mierda! —maldice agrandando sus ojos—. No estás mintiendo, esto será más difícil de lo que pensé, deberé buscar otra manera entonces.
—¿Qué carajos?
De pronto sus ojos se ponen por completo negros, cómo si existiera un agujero n***o en ellos, siento una gran pesadez, mis músculos se tornan laxos, es como si no tuviese control de mí, ¿Qué es esto?
—Te someteré en otra ocasión, Eris Thorn, pero no recordarás jamás nada de lo ocurrido en este callejón —logro escuchar, siento una fuerte sacudida y luego todo se vuelve oscuridad, sin saber en lo absoluto lo que pasa.
—Te estaré vigilando, Thorn —es lo último que escucho de Patrick, parpadeo un par de veces como saliendo de mi ensoñación.
—¿Cómo mierdas caminé hasta el callejón sin notarlo? En verdad estoy cansada —pienso en voz alta, me encojo de hombros y retomo mi andar, necesito una buena siesta y que Lex mueva el culo con un buen desayuno.