1- AMOR POR LA NATURALEZA

2066 Words
ABRIL Hay un ruido detrás de mi, y salto, me agacho sin detnerme. El bosque es pristino, tranquilo y silecioso. No hay señales de lo que sea que haya hecho eses ruido. ¿Osos? ¿Leones de montaña? Un oso y un leon de montaña luchando por el honor de ser los primeros en obtener un sabroso bocadillo humano, ¿es decir, yo? Me doy la vuelta y me encuentro con la boca llena de ramitas. —¡Agh!— grito, agitando las manos frente a mi. —¡Casi llegamos!— Henry grita por encima de mi, completamente imperturbable por la batalla de la vida silvestre que claramente amenaza nuestras vidas. —¿Qué fue eso?— grito, agarrando una manga de mi camiseta. —Ardilla o algo así — girta mi hermano, mientras empujo mis pies para trotar de nuevo, frotando la manga de mi camiseta en mi lengua en un intento de quitarme el sabor de árbol. —Podría ser un oso n***o, a veces los veo en los árboles — dice mi hermano. —Oh— digo, sin aliento y exhausta para decir algo más, porque ahora, además de observar cada paso que doy en este estrecho sendero en la ladera, necesito observar los árboles en busca de osos. Amo la naturaleza. Amo el aire libre. Me encantan los árboles, las rocas, la tierra y... las cosas de la naruraleza. Es tan pacifico y tranquilo y agradable y definitivamente no lleno de animales asesinos con dientes grandes y hiedra venenosa, notese el sarcasmos...Por eso me gusta tanto. —¡Casi estamos allí!— grita Henry. — Vamos, camina más rápido, insecto— Se de tiene en medio del sendero, trotando en el mismo lugar, y me mira por encima del hombro mientras me acerco a el, con cuidado de no tropezarme con las rocas o las raíces de los árboles. Estoy sudando, estoy pegajosa. La tierra esta pegada a la parte inferior de mis piernas por esta larga caminata por este sendero, estoy bastante segura de que hay un árbol en mi cabello. No necesito mirarme en un espejo para saber que actualmente estoy roja como un camión de bomberos, mi protector solar está goteando por mi cara y cuello en largas raya blancas. Pero bien lo vale. En realidad, todavía no amo la naturaleza, pero estoy haciendo todo lo posible, y es por eso que dejo que mi tonto hermano mayor me convenza de venir a este sendero a correr con él. Porque no solo soy el tipo de persona que disfruta salir y andar por senderos, disfruto correr por ellos. De verdad estoy genial y me lo estoy pasando genial. —¿Corremos?— dice Henry, sonriendo y trotando en el lugar cuando finalmente me acerco. No esta rojo brillante ni esta rayado con protector solar. Está sudoroso, seguro, esta como a ochenta grados, incluos al final de la tarde, y al menos un noventa por ciento de humedad, pero ahora parece un ser humano normal. Supongo que tiene buenos genes de entrenamiento. —Te mataré — jadeo por lo bajo, y Henry solo sonríe. Luego comienza a correr de nuevo. Me doy cuenta de que va lento para mi, y trato de estar agradecida de que no se vaya corriendo y me deje en medio del bosque, porque aunque me he declarado una persona amante de la naturaleza que ama la naturaleza, no estoy del todo lista para acercarme a ella personalmente. Hasta hace poco, he sido el tipo de persona sólida que corre en una corredora y mira shows en la televisión mientras lo hace. —Cuidado— Henry vuelve a decir, todavía corriendo delante de mi. —¿Por qué?— yo jadeo, mi cabeza da un giro de lado a lado para el peligro. —¿Qué es- Ahhh— Doy un salto hacia atrás a medio paso, agitando los brazos y perdiendo el equilibrio. Mi pie golpea una raiz y medio segundo después mi trasero está en el suelo, me he caído en el follaje del sendero. Al otro lado del sendero, la cola de una enorme serpiente negra se desliza en la densa vegetación y desaparece. —¡Abril!— Henry grita, ya corriendo hacia mi. —¿Estás bien?— Me ofrece su mano, y yo la tomo, poniéndome de pie instantáneamente. Me sacudo la suciedad del trasero y me meto en medio del sendero, inspeccionando nerviosamente el lugar donde aterricé. Solo quiero asegurarme de que no haya más serpientes, porque las bastardas astutas podrían estar escondidas en cualquier lugar, y no quiero saber nada de eso. —Lo siento— dice. —Pensé que la habías visto— niego con la cabeza, todavía jadeando por aire, con una mano en mi pecho. Mi corazón late como un niño de dos años golpeando ollas y sartenes, salvaje y arrítmico. —Estan diseñadas especificamente para combinar con la suciedad, Henry— me las arreglo para jadear. —No, no la vi, son prácticamente invisibles— —Tenemos otros cien metros antes de llegar al estacionamiento— dice. —Parecen palos y troncos y y luego resulta que están vivos— yo sigo con mi queja acerca de las serpientes. Henry me da palmaditas reconfortantes en mi brazo. —Vamos— dice, luego se da la vuelta y comienza a correr de nuevo. Lo sigo porque no tengo ninguna elección real. —..Se mueven mal— digo. —Esas cosas no deberían de moverse de esa manera. No está bien..— —Lo siento— responde, y claramente se que no lo siente. Sigo catalogando lo que les pasa alas serpientes: dientes envenenados, tragar cosas enteras, demasiado suaves, pero por una vez Henry no me estaba mintiendo, y después de unos treinta segundos estamos de regreso en el estacionamiento. —...Y estrangulan a su presa— digo mientras salimos del bosque y entramos en la pequeña área de estacionamiento de grava en el comienzo del snedero, donde suprimo el impulso de abrazar mi auto. —Esto está jodido, Henry. Cualquier animal que se aprecie mordería a su presa hasta matarla, pero no. Las serpientes tenían que ponerse raras al respecto— Henry esta descansando ambas manos sobre su cabeza, tomando respiraciones largas y profundas. —No la mayoria de las serpientes— dice. —La mayoria de las serpientes se tragan a su presa entera— —Lo cuál también es horrible— señalo —¿Viste ese artículo de noticias sobre una serpiente que se trago..— —No— le digo, extendiendo ambas manos y agitandolas. —No, no, no, no. No queiro oir hablar de esto, y lo sabes— Henry me da su mejor sonrisa de viejo inocente, lo que significa que sabe que me esta afectando y esta satisfecho consigo mismo por ello. —Olvidé lo mucho que odias las serpientes— dice, medio en tono de disculpa mientras caminamos hacia nuestros autos. —No me di cuenta de que ver unos centímetros de una te molestara tanto— —Casi la piso— le digo, apoyándome en mi parachoques. —Y mucha gente odia a las serpientes ¿sabes quién más odia a las serpientes? Indiana Jones, y golpeo un monton de nazis, así que aquí estoy en perfecta compañia— Henry abre su auto, ignorando mi diatriba de serpiente, y saca dos grandes botellas de agua, lanzándome una. Yo la agarro. Todavía esta helada. Tomamos agua, ambos apoyados en nuestros autos, uno frente al otro en silencio, una agradable brisa filtrandose entre los árboles, el soy cayendo, este lado de la montaña es la sombra. Respiro hondo, cierro los ojos por un momento y siento el aire fresco contra mi piel sudorosa y pegajosa. En realidad es bastante agradable ver y amar la naturaleza. —Creo que viene una tormenta—dice Henry, y abro los ojos de nuevo. Apenas asomándose por en cima de la frondosa cresta verde de las montañas detras de nosotros hay una línea de color gris oscuro. Una nuve de tormenta, luciendo ominosas. —Parece que si— le digo, estando de acuerdo. Es un verano tardío y eso significa tormentas eléctricas. Esta semana ha sido prácticamente todos los días; estará soleado hasta el final de la tarde, luego habra una tormenta infernal y luego se despejará justo antes del anochecer. Me gusta, para ser honesta, aunque también me alegro de estar alerta a salvo en mi coche antes de que comience la lluvia. —Eventualmente— digo, sacando mi teléfono del brazalete en el que lo tenía puesto y encendiendolo. Son cerca de las seis de la tarde y no tengo servicio. Yo suspiro. —¿La estación de guardabosques de ahí abajo todavía tiene Wi-Fi al que se puede acceder desde el estacionamiento?— pregunto, sosteniendo mi teléfono y esperando que mientras estabamos corriendo, pasaramos por un parche de recepción el tiempo suficiente para recibir un correo electrónico. Pero no lo hicimos. —¿La estación de guradabosques tiene Wi-Fi?— pregunta Henry. —Inútil— bromeo con él. —Te salve de una serpiente. De nada— —¿Tú eres la razón por la que casi me mata una en primer lugar— respondo, apagando mi teléfono y bebiendo más agua. —No creo que una serpiente rey haya matado a una persona antes— dice, sonrindo con su "estoy molestando a mi hermana pequeña y lo sé " sonrisa. —Son totalmentre inofensivas— —Hay una primera vez para todo— señalo. —¿Necesitas Wi-Fi para un trabajo? — pregunta, sacando las llaves y arrojandolas al aire. —Si, solo quiero asegurarme de que mi editor no necesite nada antes de que se vaya por el día, y son cuarenta minutos de regreso a casa— le digo, Henry solo asiente. No menciono que "mi editora" es en realidad Violet, una joven de veinte años que esta a cargo de la sección OMG de hypefeed.com y mi trabajo es actualmente una lista titulada "Diez perros famoso tan lindos que vomitaras" pero es buena la paga. Era algo que hacer y, francamente, en este punto de mi estatus de desempleada aceptaré casi cualquier trabajo independiente relacionado con el periodismo que pueda encontrar, vomites o no. —Genial— dice, y abre la puerta de su coche de nuevo, tirando la botella de agua ahora vacía en el asiento del pasajero. —¿Mañana a la misma hora?— no respondo de inmediato. —Llámalo terapia de aversión — dice. —No tengo aversión a la naturaleza— protesto, todavía apoyada en mi auto. —Simplemente no estoy acostumbrada— —Lo pondremos en viajes de mochileros de una semana en poco tiempo..— dice. —Vas a hacer caca en el bosque como una campeona. Enfrentarte a un oso n***o con nada más que una navaja y tu ingenio— —Bueno, ahora soy reacia a eso— digo, y Henry solo se ríe. Luego frota su mano en mi cabeza, tirando de mi gorra de béisbol torcida. —Maldita sea— murmuro. —Hasta mañana, insecto—dice, y se sube a su auto. Saco la llave del mi auto del pequeño bolsillo en el que la escondí y hago lo mismo, dejándome caer en el asiento del coductor como una tonelada de ladrillos. —Debería haberme metido en el negocio del vino o algo así — me digo en voz alta, apoyando la cabeza en el asiento del conductor. —Proxima, reinvention, vino y queso— Cinco minutos después, conduzco en dirección contraria por Appalachian Parkway y escucho un episodio de Esta vida Americana sobre un jarabe de arce artesanal que fabrican en una granja en Idaho que también recibe perros policías jubilados, porque voy a la estación de guardabosques con la esperanza de que su estacionamiento todavía reciba suficiente señal Wi-Fi desde el interior del edificio para que pueda revisar mi correo electrónico. No creo que Violeta, la joven de veinte años que dirige la sección "OMG” necesite que la consulte. Estoy bastante segura de que si ella quiere que se hagan cambios en "Diez perros famosos tan lindos que vomitaras” simplemente los hará. Pero necesito registrarme. No puedo evitarlo. Me gusta hacer las cosas correctamente, así que si hay algo que necesita ajustarse en mi artículo sobre perros famosos, quiero saberlo.
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