2- ADAM AL RESCATE

2603 Words
Me detengo en el estacionamiento de la estación de guardabosques. La estación está cerrada, porque son poco más de las seis de la tarde, pero cuando visité a mi familia hace un par de años y me trajeron de excursión hasta aquí, el Wi-Fi funcionó toda la noche. Esa vez también estaba revisando los correos electrónicos de mi editor, solo que en realidad importaba porque acababa de entregar un artículo sobre vandalismo y brutalidad policial. Esa pieza, de la que estaba orgullosa. Examino los sesgos internos del sistema policial. Hablaba de como los adolescentes de color tenían cinco veces mas probabilidades de ser acusados de los mismo actos de vandalismo que los adolescentes blancos, y el doble de probabilidades de enfrentar la brutalidad. Dije la verdad al poder. Brillo una luz sobre una fea verdad. Hizo las cosas que se supone que deben hacer el periodismo y los periódicos. "Diez perros famoso tan lindos que vomitaras" no hace ninguna de estas cosas. “Diez perros famosos tan lindos que vomitaras” no hace nada, pero atraen la atención a una página web por lo que esos ojos también miraran la publicidad y hará que esta página de internet gane algo de dinero. Como sea, hay Wi-Fi gratuito en el estacionamiento. No es rápido, pero es lo suficientemente rápido como para revisar mi correo electrónico y, por supuesto, hay uno de Violeta que dice: Genial, gracias. Supongo que no tiene ninguna nota para mi en este momento, y probablemente debería dejar estes estacionamiento y conducir de regreso a la casa de mis padres, donde vivo mientras estoy desempleada, pero en lugar de hacer eso reviso algunos correos electrónicos y me entero de que varios puestos que he solicitado han sido ocupados. Excelente. Lindo. Si no recuerdo mal, me estoy acercando a cien rechazos. No siquiera se cuantos, solo que nunca obtuve una respuesta de ellos. No es la mejor sensación. Reviso mis r************* para distraerme de mis problemas. Checo i********:. f*******:. De repente, la lluvia golpea contra mi parabrisas en gotas grandes y gordas y miro hacia arriba. De alguna manera, estuve mirando tonterías en mi teléfono durante casi veinte minutos, y el cielo esta oscuro que parece el crepúsculo. Ups. Giro la llave, vuelvo a encender la radio y salgo del estacionamiento de la estacion de guardabosques, volviendo por donde vine en la avenida, hacia la ciudad, con la esperanza de poder vencer la tormenta y llegar a casa antes de que se ponga realmente mal. Diez minutos más tarde, esta claro que calculé mal y estoy conduciendo directamente hacia la tormenta, algo que probablemente debería haber verificado primero. Está lloviendo tan fuerte que me siento como si estuviera bajo una cascada, mis parabrisas son completamente ineficaces contra la embestida. Cada treinta segundos el cielo se llena de relámpagos, el trueno es instantáneo y ensordecedor, tan fuerte y cercano que hace vibrar mi auto. El espeso bosque a ambos lados de la carretera ondea y baila con el viento, los árboles enormes se doblan y se balancean tanto que parece que se van a romper. —Mierda— me susurro a mi misma, tengo el volante en un agarré mortal, ambas manos sudando. Cada músculo de mi cuerpo esta rígido y conduzco tan despacio que ni siquiera se registra en mi velocímetro. Me detendría , pero no hay dónde detenerse, y sigo adelante, tal vez encuentre algo más adelante. Tengo que estar casi de regreso al comienzo del sendero ¿verdad? Los relámpagos caen de nuevo, tan cerca que juro que puedo sentir el crujido en el aire, y me tenso aún mas, sentándome muy erguida en el asiento del conductor. El trueno sacude la tierra, la carretera, mi auto, o quizá soy yo quién tiembla. "Lo que Juan no esperaba" escucho en la radio. "era que la chica con la que había pasado todos esos meses.." Golpeo el botón de la radio y su voz se apaga porque no puedo lidiar con eso en este momento. Respiro hondo, deseando haberme quedado en el estacionamiento o haberme ido a casa después de correr, porque el "Genial, gracias, es increible" no vale la pena para ser alcanzada por un rayo. ‹No te caerá un rayo›, me recuerdo. ‹Todos esto árboles son mucho más altos que tú y casi nadie... Hay otro destello y el mundo se vuelve rosa-blanco, zumbando, pulsando, y por una fracción de segundo creo que me atropellaron, pero mientras el trueno resuena a través de todo, castañeteando mis dientes, frené de golpe y me di cuenta de que podía, hago eso, y al mismo tiempo me doy cuenta de que era el enorme árbol a seis metros de distancia, el crujido tan fuerte que suena como si estuviera rasgando los cielos, miro inmóvil, mientras cae. —No— susurro en voz alta, impotente. —No por favor, vamos...— El árbol cae justo al otro lado de la carretera, diez pies frente a mi auto. A medida que cae, la escena en cámara lenta es iluminada por otro relámpago, capturando toda la escena en medio de la acción, tan brillante que estoy temporalmente ciega cuando escucho el crujido del golpe del árbol golpeando el suelo, algo largo, y n***o cubriendo mi parabrisas. pienso, salvajemente, temblando, de repente congelada. Es la serpiente que casi pise, me encontró y ahora va a... Son las líneas eléctricas. El árbol debe de haber caído sobre ellas, y ahora están sobre mi auto, probablemente todavía vivas. Como lo confirmé, algo chispea en el crepúsculo frente a mi, el punto de la luz apenas se ve a través de la lluvia torrencial. Destellos de relámpagos. El trueno retumba. Tomo una respiración profunda. Intento que mis manos dejen de temblar. Apago el coche y luego miro por el parabrisas los cables eléctricos caídos y el árbol caído y trato de recordar que se supone que debes hacer exactamente en esta situación. Casi me cae un rayo y luego ese árbol casi me cae encima, oh, Dios mío, si hubiera estado diez pies más abajo en el camino, sería un panqueque. Tomo otra respiración profunda, mis nudillos blancos sobre el volante, y me obligo a dejar de pensar en cosas que casi sucedieron para poder concentrarme en la situación actual. No hay servicio. No puedo buscarlo en Google. Todo lo que puedo hacer es tratar de recordar la charla sobre seguridad eléctrica que recibimos en la escuela secundaria cuando estaba en tercer grado. Otro relámpago, el cielo rosa-blanco, un trueno que suena como si el mundo se estuviera desgarrando. Todo vibra. En la oscuridad posterior, lo único que puedo ver son las líneas eléctricas chispeantes en el camino frente a mi. Dejo escapar un suspiro tembloroso y pienso: no hay nada que pueda hacer. Más específicamente, no creo que deba hacer nada. No creo que deba salir del auto. No creo que deba conducir a ninguna parte, e incluso si puedo, al diablo con conducir ahora mismo. No puedo llamar al 911, así que me sentaré aquí y esperaré hasta que llegue alguien más , y finalmente me rescaten y me vaya a casa, me ducharé y me pondré el pijama y me voy a hacer chocolate caliente y diablos si lo voy a dorar con ron. Por lo que es. Entonces me siento, y espero, cierro los ojos contra los relámpagos y respiro a través del trueno y después de un rato, dejo de temblar. Después de un poco más de tiempo, la tormenta comienza a moverse. La luz y el trueno se separan cada vez más, los destellos son cada vez más infrecuentes, los árboles en el camino no se balancean con tanta violencia. Pueden ser minutos. Pueden ser horas. Pierdo la pista por completo. Y, sin embargo, nadie viene por el camino. Ni una sola alma solitaria, y los cables todavía están allí en mi auto, echando chispas, empapándose exactamente como no deberían de estar las líneas eléctricas. Me pregunto si podré alejarme conduciendo. Me pregunto si debería saltar del auto de alguna manera, ya que estoy usando unos tenis con suela de goma. Me pregunto si tal vez pueda poner mi auto en punto muerto y simplemente retroceder cuesta abajo, pero mientras me pregunto eso último, un camióneta se detiene detrás de mi. —Gracias— le susurro en voz alta a… nadie. Respiro hondo y lo miro por el retrovisor, un camión verde con algo escrito en el frente. SERVICIO FORESTAL DE ESTADOS UNIDOS. Mi corazón late un poco más rápido, incluso cuando me recuerdo a mi misma que estoy literalemente en el medio de un bosque nacional, que los guardabosques son numerosos aquí, que hay mil millones de ellos y las posibilidades de que sea un guardabosques en particular son muy, muy pocas. La puerta de la camioneta se abre. Sale un hombre barbudo. Esto no, ruego en silencio al universo. Hoy no. ¿por favor?. Me desabrocho y giro en el asiento del conductor, inclinándome a través del espacio entre los dos asientos delanteros para poder verlo mejor, pero antes de que pueda estar realmente, realmente, cien por ciento segura, abre la puerta trasera de la camioneta y se inclina hacia adentro. Esto dura varios minutos, yo inclinándome tanto a través de mis asientos que estoy prácticamente, en el asiento trasero de mi auto, el guardabosques barbudo hurgando en su asiento trasero, pisoteando y haciendo algo que no puedo ver. Finalmente, cierra la puerta. Ahora usa botas de goma hasta los muslos sobre sus pantalones de trabajo y gruesos guantes de goma hasta los hombros sobre una camiseta blanca, su cabello rebelde anudado en la parte posterior de su cabeza. Es el. Definitivamente es, cien por ciento, sin una pizca de duda en mi mente él. La camisa esta empapada por la lluvia, pegada a cada músculo y ondulación en su cuerpo alto y ancho. Mi boca se seca y la adrenalina se dispara por mis venas, porque él se ve muy bien en este momento y yo me veo muy no muy bien, ah, y también estoy atrapada dentro de un auto durante una tormenta y no es mi forma favorita de pasar la tarde. Adam Benson, el mejor amigo de Henry y mi crush de casi toda la vida, ha venido a rescatarme. Se que no debería de quejarme de que me haya rescatado, pero preferiría tropezarme con él mientras nose, hago una impresionante pose de yoga o me entregan un premio a la mejor periodista con el pelo brillante y mi cara no manchada con protector solar y sudor. Adam se dentiene unos metros de mi ventana. Se queda allí, evaluando la situación. Aún está lloviendo. Todavía se esta mojando. Todavía estoy medio mirando con asombro el espectáculo gratuito de camisetas mojadas que estoy recibiendo y medio tratando de no pervertir a este buen hombre, quién, presumiblemente, esta a punto de sacarme de este auto. Así que saludo. El saluda de vuelta. , pienso para mi misma. . Adam camina alrededor de la parte trasera de mi auto. Giro la cabeza mientras lo observo, porque ¿qué más voy hacer? —¿puedes oírme?— pregunta desde el otro lado del coche. —Si— grito, trepando por la consola central y en asiento del pasajero. —Abre la puerta— miro hacia abajo a la manija de la puerta, nerviosa otra vez. Es de plástico, que debería de estar bien. ¿verdad? Aprieto los dientes y tiro de ella, empujando la puerta para abrirla tan rápido y fuerte como puedo. Al instante tengo una cara llena de lluvia, pero no muero de electrocución. —Hola— le digo a Adam, sin sentido limpiando el agua de mi cara. —Hola— dice, todavía de pie a unos cinco pies de distancia, luciendo increíblemente imperturbable por todo el clima que sucede a su alrededor. Todavía con la camiseta mojada, que todavía se le pega a los hombros y los bíceps y la linea oscura de vello en el pecho y el rastro feliz, y… está bien, esta bien, eso es suficiente. —¿Cómo estás ?— pregunto, porque me pone nerviosa y necesito decir algo. —Estoy bien— dice levantando una ceja. —¿Y Tú ?— Vuelvo a limpiarme el agua de la cara y miro rápidamente alrededor de mi coche. —He estado mejor— le digo honestamente. Adam solo asiente. —Los cables estan en vivo y tocando el marco de metal de tu auto— dice, volviendo al punto, señalando con la cabeza las gruesas líneas negras que cubren el capo de mi auto. —Lo que hace que salir sea un poco complicado— —Salto ¿verdad?— pregunto, porque estoy bastante segura de que lo recuerdo de tercer grado, y estoy ansiosa por ser parte de la solución, no solo parte del problema. Puedo aceptar que todos necesitan ser rescatados a veces, pero no estoy muy emocionada de interpretar el papel de la desafortunada princesa. —Creo que es mejor si te levanto— dice, dando un paso más cerca. —Más control— , pienso, pero respiro hondo, me trago mi orgullo y asiento. —Esta bien— —Arrodillate en el asiento y mírame— dice. —Te recogeré en un carruaje de bombero— se me hace un nudo en el estómago, peor asiento. —Asegurate de mantener el control de tus extremidades— continúa, dando otro paso más cerca. —No toques el marco— Me pongo en posición y Adam entra, elevandose por encima de mi, sus botas rechinan silenciosamente incluso a través del estruendo de la lluvia, y estoy a la altura de su ombligo y haciendo todo lo posible para no darme cuenta de que su camisa esta pegada a él. El feliz sendero que se extiende hacia abajo. Se inclina hasta que estamos cara a cara, su rostro serio y pensativo esta a centímetros del mío, sus profundos ojos marrón buscan mi rostro como si hubiera algún tipo de respuesta allí. Gracias a dios por la lluvia para que no pueda escuchar la forma en que mi pulso golpea contra mi piel. —Está bien— dice, luego se agacha. Pone su hombro en mi abdomen, me saca del auto y me levanta mientra mantengo un control estricto de mis extremidades. Abandonamos el coche. Sus botas rechinan cuando se aleja, hacia la hierba al costado de la carretera, y durante varios segundos estoy con el culo levantado y colgando del hombro de Adam como si fuera un saco de tierra, cemento, grano o lo que sea que a los sexys leñadores les guste levantar. Luego me pone en el suelo con una mano enguantada en mi hombro, la lluvia sigue cayendo, y me mira. Me mira por un largo momento, me revisa como si estuviera inspeccionándome en busca de grietas. —¿Estás bien?— finalmente dice. Trago saliva y luego asiento. Mi corazón sigue bailando como loco, pero aprieto los dedos de las manos y de los pies y me miro. Estoy empapada y bastante avergonzada y definitivamente estoy usando pantalones cortos para correr, demasiado cortos y un sostén deportivo morado brillante que es mayormente visible a través de mi camiseta sin mangas azul claro ahora empapada, y realmente me vendría bien una ducha, pero estoy bien. —Si— digo. —Estoy bien— —Bien— dice en voz baja, y toma mi codo con su mano enguantada. —Espera en la camioneta mientras apago las bengalas. Al menos esta seco allí—
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